Las 8 mejores rutas para descubrir el este de Europa en bici

De las montañas de Transilvania a los Alpes julianos pasando por las islas de Croacia o los montes Tatras en Polonia, recorremos el este de Europa en bici

Cruzando el rio Soca en Eslovenia. Foto Getty Images.

Desde algunos de los rincones más remotos de los Cárpatos hasta el asombroso valle del Soca en Eslovenia pasando por recorridos urbanos en Varsovia, el litoral oriental del Adriático para descubrir Croacia de isla en isla, los Balcanes occidentales en la mítica Trans Dinárica o la Ruta de los Mil Años en torno a Praga, el este de Europa es una caja de sorpresas para los amantes de las dos ruedas.

Con sus remotas cordilleras y costas bañadas por el sol, ciudades históricas y culturas diversas, con sus carreteras, caminos vecinales y senderos, puede que aquí no se celebren las carreras ciclistas más famosas como como el Tour de France, el Giro d’Italia o la París-Roubaix, pero desde luego alberga increíbles rutas para quienes practican bikepacking o, lo que es lo mismo, ciclismo con mochila, una forma de viajar con miles de entusiastas en el mundo.

¿Lo mejor? No hay que ser especialista para disfrutar de algunas de sus propuestas; aunque hay rutas que superan los 1.000 km, también hay itinerarios más cortos –un par de horas, uno o dos días, una semana– que garantizan idéntica emoción: una aventura a la velocidad perfecta, que permite abarcar más territorio que si se fuera a pie pero sin las limitaciones de un automóvil, recorriendo parajes naturales, empapándose de la cultura y el entorno y siempre descubriendo nuevos lugares.

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Estos ocho itinerarios están seleccionados de Las mejores rutas de Europa en bicicleta (Lonely Planet, Geoplaneta), un libro ilustrado con más de 50 destinos, pero también fotografías y mapas, consejos e información práctica para planificar el viaje elaborados por viajeros con una larga experiencia en cicloturismo, como Rob Penn, que dio la vuelta al mundo con 27 años, Emily Chappell, la primera ganadora en categoría femenina de la Transcontinental, o el periodista deportivo Ned Boulting.

1 – Transilvania por cordilleras desconocidas

Los Cárpatos y los Apuseni hace años que atraen a intrépidos ciclistas de montaña hasta Rumanía. Y poco a poco los cicloturistas les van a la zaga. La mejor época para pedalear por este lugar increíble es de principios de junio a finales de octubre. Hay fabulosos bosques de hayas y robles, castillos (como el de Bran, supuesto hogar del conde Drácula), ciudadelas cimeras, impresionantes iglesias fortificadas y lagos glaciares.

La carretera Transfagarasan (abierta del 1 de julio al 30 de octubre, cuando empieza la temporada ciclista en Transilvania), que incluye una despiadada escalada por los Cárpatos, está incluida en la ruta. La compleja historia de la región se refleja en las ciudades medievales, a las que se puede bajar cuando ya se esté cansado de carreteras y pueblos de montaña, y en la rica cultura. La comida tradicional rumana tiende a ser abundante, casera y contundente, o sea, ideal para los ciclistas. La ruta parte y concluye desde Sibiu y recorre una distancia total de 620 km.

Carretera de Transfagarasan, Rumanía. Foto: Calin Stan | Unsplash.

2 – Los Alpes Julianos

En el poco conocido valle del Soca esperan algunos de los paisajes más hermosos de Eslovenia. Saliendo de la localidad de Kranjska Gora, la ruta asciende al Vrsic (con sus 50 curvas de horquilla), a través de una carretera construida por prisioneros de guerra rusos cuando este puerto de montaña se convirtió en estratégico en 1915 (fue rebautizada como la ‘carretera de los rusos’ en 2006). A media subida, en la vertiente norte, se encuentra una capilla rusa ortodoxa que recuerda a los 400 hombres que murieron durante su construcción y que hoy simboliza la amistad ruso-eslovena.

Continuando al oeste por el valle del Soca, se escala el pico del monte Mangart a través de una carretera, Mangart Cesta, que termina repentinamente al borde de un precipicio, con vistas a los lagos y campos de un valle italiano.

El itinerario atraviesa las ciudades de Nova Gorica y Gorizia, dos localidades separadas, por caprichos de la historia, por una frontera internacional. Austera, formal y postsoviética la eslovena, pequeño paraíso lleno de cipreses, parques y tejados rojos la italiana, son las últimas paradas antes de llegar al destino final en Trieste tras recorrer un total de 212 km.

Paisajes de Nova Gorica, Eslovenia. Foto: Roman Dek | Unsplash.

3 – Montes Tatras

Es la zona de entrenamiento por excelencia de generaciones de alpinistas polacos por lo que supone todo un desafío para los aventureros sobre dos ruedas: los Montes Tatras forman una barrera natural entre Polonia y Eslovaquia, con solo 785 km de longitud –Los Alpes por ejemplo suman 297.849 km- y cuyo pico más alto alcanza la mitad de un coloso como el Mont Blanc. Sin embargo, lo que falta en superficie y altitud lo suple con creces un espectáculo natural en estado puro.

Esta ruta circular, con salida y llegada en Niedzica (Polonia) pero que se adentra en Eslovaquia en muchos de sus 136 km, tiene entre sus objetivos la localidad de Vysoké Tatry (Altos Tatras) donde se localizan los picos más altos a los que podían acceder los escaladores y esquiadores de una ancha franja de Europa en la era comunista. (y hoy segundo destino turístico de Eslovaquia).

Vysoké Tatry, Eslovakquia. Foto: Radoslav Bali | Unsplash.

Tras hacer cima en el Gerlach (2.655 m), el techo de los Tatras, es hora de recompensarse con un goulasch y knedliky (esponjosas y consistentes torrijas) y emprender la vuelta, ahora sí, todo cuesta abajo, a través del Parque Nacional de los Pieninos.

4 – Varsovia

Con casi 1,7 millones de habitantes, Varsovia es la ciudad polaca más grande y animada. Atravesada por el Vístula, su centro histórico fu minuciosamente reconstruido tras quedar arrasada la urbe en la II Guerra Mundial. Hoy toda la ciudad está surcada por carriles bici que suman cientos de km.

Dos de los más populares no se apartan del río: en la margen izquierda, el carril pasa por lugares de interés muy céntricos como el Centro de Ciencias Copérnico y la biblioteca de la universidad. Más silvestre y verde –y mucho más relajada frente al bullicio urbano-, se puede cruzar a la orilla derecha por cualquiera de los puentes sobre el río y tomar una cerveza en uno de los bares que encontraremos en la playa junto al río.

Siguiendo hacia el norte a través de carriles bici se llega a la pequeña localidad de Modlin donde aguarda una extensa fortaleza en ruinas. En total, el recorrido suma unos 80 km.

5 – De isla en isla en Croacia

Bastan dos semanas en bicicleta para atrapar la magia de la costa oriental del Adriático. En total se recorrerán 750 km entre Pula y el Parque Natural Mikulici con paradas en lugares tan hermosos como el Parque Natural de Ucka, la ciudad de Opatija y la isla de Pag, famosa por su paisaje lunar y su queso salado.

Panorámica de Opatija. Foto: Aleksandar Gospic | Turismo de Croacia.

De vuelta por el puente Paski Most, la aventura continúa en ferri hasta la isla de Brac, donde abandonarse a chapuzones en aguas turquesas y a pastelitos Börek. Con mucha tristeza hay que continuar, rumbo a Dubrovnik y al destino final en Mikulici.

6 – La Trans Dinárica

“Hay muy pocos lugares en la Tierra donde puedas pedalear por picos junto al mar y, de paso, perderte alegremtente por los pueblos”. La frase es de Edo Vricic, uno de los artífices de la Trans Dinárica, una imponente ruta diseñada en 2016 que atraviesa todos los Balcanes sumando la nada desdeñable distancia de 1.220 km.

Con inicio en Bovec (Eslovenia), el itinerario comunica Croacia, Bosnia y Herzegovina, además de Eslovenia, a través de los Alpes Dináricos y se presenta como una opción genuina –y responsable- de sumergirse en la región.

El sendero comienza en el valle del Soca, en los lindes sudoccidentales del Parque Nacional de Triglav y avanza hacia el sur por las laderas de los Alpes Julianos hasta adentrarse en Croacia y atravesar los remotos bosques del Parque Nacional de Risnjak. Tras retorcerse y abrazar al Adriático, enfila hacia el interior en el río Zrmanja, cerca de la ciudad de Zadar, rodea el monte Dinara y sigue después hacia la frontera con Bosnia y Herzegovina.

Foto: TransDinarica.

Para sus responsables, las Trans Dinárica es como “un compendio de caminos nuevos y viejos, algunos de ellos usados por mercaderes, soldados y pastores durante siglos”. Y apuntan que “La Trans Dinárica es especial porque sumerge al viajero en una cultura que no ha cambiado en siglos”.

7 – El corazón oriental de la Eurovelo 6

La Eurovelo 6 (EV6) recorre más de 4.600 km y conecta 10 países desde su inicio en la costa atlántica hasta el Mar Negro. Sin embargo, nos centramos en este caso en su extremo oriental, que va del sur de Hungría a Croacia, Serbia, Bulgaria y Rumanía, una sección injustamente subestimada de 1770 km que serpentean a orillas del Danubio desde Budapest rumbo al Mar Negro.

Saliendo de la capital húngara, la ruta, que alterna carretaras, ciclovías y caminos compactos sobre diques, cruza el país hasta la región vinícola de Eslavonia –célebre por sus variedadades blancas, como grasevina y traminac, pero también productora de excelentes cabernet sauvignon y zweigelt- con paradas en Osijek, Vukovar y Llok. Entra después en Serbia hasta Novi Sad, Belgrado y, después, el paraíso ciclista que se descubre tras las Puertas de Hierro.

Pedaleando a orillas del Danubio. Foto: cedida Geoplaneta.

En Bulgaria la ruta transcurre entre ondulantes campos de girasoles a través de las localidades de Vidin, Oryahovo y Svishov antes de llegar a Ruse, de impresionante arquitectura neobarroca. La ruta termina en Constanza (Rumanía) donde el Mar Negro se pierde en el horizonte. En total, 1.782 km de aventura, de naturaleza, de gastronomía deliciosa, de catedrales y cabañas de pescadores y, sobre todo, de descubrimientos con mayúsculas.

8 – La Ruta de los Mil Años

Praga no se cuenta entre las ciudades más amigables con los ciclistas. Sus calles adoquinadas, tranvías, callejuelas y masificación turística no son precisamente favorables a la movilidad sobre dos ruedas y, sin embargo, basta salir del puente de Carlos y la capital checa para encontrar paraísos ciclistas, como esta ruta circular de 120 km en la que es posible recorrer hasta 1.000 años de historia, desde los primeros días de la realeza Bohemia a los vaivenes del siglo XX, y todo entre monasterios medievales, castillos y escarpados riscos.

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