Islandia admite tener un problema con su éxito turístico

El turismo en Islandia se ha multiplicado por cuatro en siete años y el gobierno medita si debe ampliar infraestructuras o poner trabas a la masificación

El éxito turístico también puede ser un enorme problema en Islandia, con apenas 340.000 habitantes pero con un enorme crecimiento de visitantes. En los últimos siete años Islandia ha visto multiplicar por cuatro la llegada de turistas al país y el gobierno ha abierto el debate: ¿se deben ampliar las infraestructuras o poner freno al fuerte aumento de esta industria?

Islandia recibe al año casi dos millones de turistas, una cantidad que comienza a ser difícil de asimilar por su escasa población. Las infraestructuras son insuficientes y el turismo comienza a transformar la estructura económica del país. El gobierno se pregunta si la escalada turística es sostenible o, por el contrario, si podría causar serias distorsiones en la economía.
El ministro de turismo de Islandia acaba de reconocer a Bloomberg que el gobierno trabaja para que la experiencia del turista tenga un mayor valor agregado. Y aunque no lo dijo explícitamente, el mensaje de Thordis Kolbrun R. Gylfadottir, máximo responsable turístico de la isla, apunta a que se trabaja para detener la masificación con aumentos de precios.

El precio de las viviendas se ha visto afectado porque una mayor cantidad de visitantes están destinando sus viviendas al alquiler turístico, mucho más rentable que el alquiler a residentes. El propio banco central del país acaba de advertir sobre los riesgos que comporta el aumento del turismo para el mercado inmobiliario.

El gobierno también está preocupado por el impacto ambiental. Este año el gobierno islandés ha comenzado a trabajar con los turoperadores para que ofrezcan a los turistas la posibilidad de hacer un aporte económico para la plantación de árboles, una medida que intenta atenuar la huella de carbono que aumenta con la mayor llegada de visitantes.

Se espera que hasta 2,3 millones de foráneos hayan visitado Islandia en 2017, frente a casi 1.8 millones el año pasado. El turismo ya se ha convertido en la segunda industria después del comercio mayorista y minorista. En 2016, representó el 8,4% del producto interno bruto, una cifra inimaginable hace apenas diez años.

La preocupación en el país es que la moda turística pueda ser efímera y que la apuesta termine ocasionando una debacle similar a la del arenque y la pesca en los años setenta, dos industrias afectadas por la sobreexplotación.

«Necesitamos hacer un análisis profundo para ver qué podemos hacer. Puede ser el fortalecimiento de las infraestructuras o dirigir el acceso de turistas a áreas concretas”, dijo el ministro islandés.

El gobierno plantea un impuesto especial al turismo para financiar planes medioambientales que ayuden a paliar el impacto negativo de la masificación. Pero la coalición de gobierno, una alianza de derechas e izquierdas, no se pone de acuerdo. El gobierno ha realizado exitosas campañas turísticas por redes sociales y próximo año puede marcar otro récord. Ahora, el país debate si debe pisar el freno.  

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