Los hoteles de Lloret de Mar se han quedado obsoletos

Un informe encargado por la Generalitat de Catalunya revela que la inversión necesaria para actualizar la planta de la localidad es de 204 millones de euros

Emblema del turismo de borrachera en Cataluña, Lloret de Mar se ha convertido en una referencia para los adolescentes británicos y alemanes que bautizan su mayoría de edad entre alcohol de mala calidad y las salas de fiesta de la localidad. Más interesado en la cantidad que en la calidad, el destino ha rebajado con el tiempo los estándares en materia hotelera hasta llegar a un punto preocupante: Todos los establecimientos están obsoletos.

Así lo asegura un informe encargado por la Generalitat a la consultora Intelligent Coast. Los datos recabados señalan que la edad media de la planta disponible se remonta hasta los 43 años. Además, el Govern ya sabe el coste de actualizar las más de 30.000 camas en liza, 204,9 millones de euros.

Según los analistas, la mayor parte del gasto debería ir a los bolsillos de los propietarios de alojamientos de cuatro y cinco estrellas y de Gran Lujo. Mientras los hoteleros de alto nivel necesitan 104 millones para ponerse al día, los de la gama funcional tampoco se quedan cortos: Hasta 100 millones es el requisito para dejar de estar anticuados.

Pese a ser el destino estrella de la costa catalana, la rentabilidad está por los suelos: En 2015, los ingresos por habitación disponible fueron de 25,6 euros por noche

El análisis reconoce cierto esfuerzo para quitarse las arrugas. Sin embargo, los 1207 euros invertidos –de media- por plaza hotelera se quedan en simple maquillaje. Así, los establecimientos de entre 1 y 3 estrellas necesitan 1,28 millones de euros por inmueble mientras que los de un escalón superior superan los 2,9 millones.

La baja calidad de los hoteles no se queda en un sinfín de malas experiencias para los clientes. La propia economía local lo nota. Pese a ser el destino estrella de la costa catalana, la rentabilidad está por los suelos. Según datos de Exceltur, el RevPar de Lloret –el baremo que divide los ingresos diarios por habitación disponible- fue de apenas 35,6 euros por noche. A años luz de los 62,3 de Alcúdia, los 57,8 de Torremolinos, los 51,3 de Benidorm o los 49,7 de Salou, ciudades tradicionalmente vinculadas al turismo low-cost.

Entre el año 2000 y el 2012, periodo en el que el destino se ha hecho un hueco en el mercado europeo, el número de puestos de trabajo cayó un 2,14%

Además de repercutir en el bolsillo de los propietarios, el actual modelo turístico también lo hace en el resto de la población de la zona, pues el número de empleos generados disminuye. Entre el año 2000 y el 2012, periodo en el que el destino se posicionó en el mercado europeo, el número de puestos de trabajo cayó un 2,14%. En 2015, fueron 4.563 los puestos turísticos, un 0,3% más que en 2014.

La calidad del empleo cada vez es menor. Un caso lo exponía una camarera de piso en el libro ‘Las que limpian los hoteles’. El testimonio no mencionó el nombre del establecimiento, pero al denunciar sus condiciones laborales fue identificada y sancionada con 15 días de empleo y sueldo.

El Hotel Delamar, por ejemplo, acaba de invertir 5,5 millones de euros para subir de 3 a 4 estrellas

Ante tal panorámica, Lloret de Mar firmó a finales de 2014 un convenio con la Agencia Catalana de Turisme para –entre otros aspectos- actualizar la planta hotelera. Desde entonces, como pequeñas setas, algunos alojamientos han optado por afrontar parte de la necesaria transformación. El Hotel Delamar, por ejemplo, acaba de invertir 5,5 millones de euros para darse un lavado de imagen y escalar de 3 a 4 estrellas.

Lejos de solucionarse, el problema del turismo basura parece enquistado en la localidad. Sólo hace falta pasear una noche por las calles más populares de la ciudad para darse cuenta de que el negocio es, todavía, de bajo coste pese a las declaraciones bien intencionadas de los políticos locales. Ellos mismos, pero, se dan cuenta de la falta de resultados. Por ello, el concejal de Turismo, Joan Gou, dimitió a principios de agosto «al no ver posible cambiar el modelo turístico».

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