Diez hoteles remotos que son una maravilla de la arquitectura

En un bosque de Québec, más exactamente sobre la copa de los árboles, el estudio de Bourgeois/Lechasseur diseñó estos tres domos ecológicos de forma tal de que tengan el menor impacto posible en el medio ambiente.
Cada una de estas cápsulas de lona cuentan con pequeñas cocinas, estufas a leña y elegantes habitaciones construidas en el entresuelo.

La compañía de glamping White Desert ofrece la experiencia única de dormir en iglús en el territorio de la Reina Maud, en la Antártida.
Diseñados por Patrick y Robyn Woodhead, las seis cápsulas de fibra de vidrio usan energía solar y eólica para proveer electricidad y agua caliente. Cada una tiene capacidad para dos personas, y están dotadas de una pequeña sala y un baño equipado con todos los servicios.
Que nadie diga que se aburre en la Antártida: la compañía ofrece excursiones a túneles de hielo, organiza visitas en un viejo DC3 a las colonias de pingüinos y por supuesto, cada día es posible realizar esquí de fondo en el gigantesco desierto blanco.

Sobre el desierto de Saharjah este lujoso lodge presenta una fachada de hormigón con revestimiento de acero que no desentona con el entorno de dunas rojas y rocas.
A diferencia con otros hoteles del mundo, este establecimiento solo abre sus puertas si se alquila en su totalidad, para que los huéspedes tengan la máxima privacidad posible.
Además del minimalismo en su diseño, cabe destacar que el estudio Anarchitect dotó a cada habitación de su propio mirador para observar el impactante campo de estrellas del desierto árabe.

Sobre las montañas de Nanda Devi, a 1.600 metros de altura, se encuentra este hotel donde los responsables de Zowa Architects se encargaron de que tenga una llamativa integración con el paisaje.
Para ello recubrieron parte de su fachada de vidrio con cañas de bambú, mientras que los salones y las habitaciones fueron decoradas para presentar una “simpleza rústica”, de manera que los huéspedes tengan una inmersión absoluta con el entorno de los Himalayas.

La única manera de acceder a este hotel boutique es en barco. Punta Caliza, ubicado en la isla de pescadores Holbox, al norte de Yucatán, fue diseñada por el estudio de Macías Peredo.
Cada una de sus 12 habitaciones, de aire minimalista, tiene salida directa a la piscina, en donde la arquitectura del complejo, como los detalles de sus techos, están inspirados en la arquitectura maya.

A este hotel se puede llegar en coche, pero los últimos 250 metros hay que hacerlos a pie a lo largo de un muelle de hormigón en un lago en Tasmania.
Se trata de una antigua estructura para alojar a una turbina, un experimento hidroeléctrico que falló y fue abandonado.
Ahora es un elegante alojamiento, con revestimientos de madera y grandes ventanales, que ofrecen una hermosa vista panorámica del lago.
Eso sí: para usar el salón, comer en el restaurante y los demás servicios hay que desandar el camino hasta la costa.

En un antiguo molino azucarero, en la región de Guangxi, este hotel de grandes dimensiones parece pequeño frente a los dos macizos montañosos que lo rodean.
Pero la maestría de Vector Architects logró crear espacios elegantes manteniendo la arquitectura industrial del edificio.
También tuvo mucho que ver el estudio de interiorismo Horizontal Space Design, que creó habitaciones acogedoras en la antigua factoría, con áreas como la biblioteca que combina tradición y modernidad.

En el extraño paisaje lunar de la Bahía de Joao d’Evora se encuentra este complejo de alta gama, con hermosas vista sobre el Atlántico.
Los interiores del hotel fueron concebidos por los estudios Polo Architecs y Going East como espacios diáfanos gracias al uso de tonos neutros, pero con un interesante toque autóctono con los objetos decorativos comprados en mercados locales.
Uno de sus rasgos destacados son los grandes ventanales, que permiten un acceso directo a las agrestes playas de la isla de San Vicente.

A lo largo de la Costa de los Esqueletos, sobre Namibia, se concentran diversos armazones de barcos que han quedado encallados en naufragios.
Este fue el motivo de inspiración para Nina Maritz Architects  para crear estas cabinas de madera sobre el desierto de este país del sur de África.
Cada una de las diez habitaciones tiene una gran ventana horizontal donde los huéspedes pueden contemplar el paisaje de dunas y, con suerte, esperar a que se acerque una hiena o un león.

Esta torre de defensa del siglo XIX fue rediseñada por Kostas Zouvelos y Kassiani Theodorakakou para ofrecer un exquisito mini hotel, de solo tres habitaciones, en Cabo Tainaron, el punto más al sur de Grecia.
Este atalaya sobre el Mediterráneo tuvo una delicada tarea de restauración de sus paredes de piedra para que parezca como que emerge “de la roca de la que fue construido”, dijeron sus diseñadores.