De fortalezas y monasterios a hoteles boutique: cuatro alojamientos exclusivos de Mallorca

Ahora son adalides del lujo y la filosofía slow life, pero no hace tanto estos hoteles de Mallorca fueron un monasterio jesuita, una fortaleza o el único espacio con aguas termales de todas las Baleares

Una fortaleza para defender la bahía de Palma es hoy uno de sus hoteles más exclusivos. Foto: Cap Rocat.

En Mallorca todavía queda mucho por descubrir. Desde playas secretas y poco conocidas hasta lugares recónditos donde recuperar el equilibrio tanto físico, como mental. Y los hoteles son un lugar perfecto para ello.

Las leyes protegen tanto el entorno natural como los edificios en las Baleares y construir algo de nuevas es prácticamente imposible. La defensa del patrimonio aboga por rehabilitar y dar nuevo uso a espacios ya existentes.

Ha sido así como edificios con un uso radicalmente diferente al que solían tener se han convertido en hoteles emblema de la sofisticación y la desconexión. Conocerlos es una gozada y de ello se encarga Essentially Mallorca, una asociación que agrupa diferentes empresas, hoteles y restaurantes y dedicada a promocionar la isla como destino de lujo.

Una de las habitaciones centinela del hotel. Foto: Cap Rocat.

Cap Rocat, de fortaleza a refugio de lujo

Durante la Guerra de la Independencia, la bahía de Palma levantó varias fortalezas ante el temor de una invasión por parte de los americanos. Una de ellas es Cap Enderrocat, una construcción ideada para la defensa excavada directamente sobre la arenisca que, en su día, llegó a albergar un destacamento de más de 1.000 soldados a la espera de que algo sucediera.

Finalmente aquello quedó en poco más que una previsión y la base terminó por abandonarse hasta que, años después, salió a subasta.

Fue entonces cuando Antonio Obrador y su estudio de arquitectura entraron en escena y elaboraron un ambicioso plan de renovación y adaptación del lugar para su uso actual: Cap Rocat, un refugio hotelero enclavado en el propio patrimonio de Palma, que abrió sus puertas en 2010 y por el que ha obtenido numerosos galardones.

Foto: Cap Rocat.

Sus 30 habitaciones, ubicadas en las antiguas troneras que en su día protegían por mar y aire la fortaleza, se disponen en dos círculos concéntricos alrededor del corazón del hotel, su exquisito patio.

Las hay con terraza privada para disfrutar de la puesta de sol o con su propia piscina. Las más especiales, sin embargo, son las centinelas, una colección de 3 habitaciones ubicadas en lo que fueran los puestos de vigilancia excavados en la propia roca. Todas ellas rezuman ese aire colonial, con piezas exóticas de anticuarios y un estilo ecléctico que hará las delicias de los que allí se alojen.

Otro de sus grandes reclamos es la propuesta gastronómica a cargo del chef Víctor García, que apuesta por lo hiperlocal con una propuesta mediterránea y mallorquina en particular, en dos espacios La Fortaleza y el Sea Club.

Cap Roig a la Mallorquina. Foto: ©arthurleblanc.

Si en el hotel se respeta la tradición heredada, también lo hace su cocina, que parte de platos esenciales de la cocina de la isla, reinterpretada bajo su propio prisma con platos memorables como unas espardeñas con sobrasada, un cap roig a la mallorquina o el tradicional gató de almendras en una versión más ligera.

Son Brull, de convento jesuita a emblema de hospitalidad

Remontémonos a muchos años atrás, concretamente entre el año 902 y el 1229. Mallorca vivía dominada bajo el poder musulmán y fue precisamente en esta época cuando se levantaba el edificio de Son Brull para funcionar como una granja en la Sierra de Tramuntana.

Pasaron los años y en el XVIII el lugar pasó a ser pilar de la fe cristiana. Allí se instaló una comunidad de monjes jesuitas que labraban la tierra y daban cobijo a cualquier viajero necesitado de descanso y alimento.

Foto: Son Brull.

¿Cómo se convierte un monasterio en hotel? Del mismo modo que el anterior, respetando su legado. Tres siglos después, concretamente en 2003, los hermanos mallorquines Suau pensaron en que la historia de este lugar, de acogimiento y hospitalidad, tenía que seguir viva.

Así, dieron lugar a Son Brull, un hotel boutique insertado dentro de un patrimonio arquitectónico único, muy cercano al idílico pueblo de Pollença y rodeado por un entorno natural de viñedos, que pertenece al sello Relais & Châteaux.

El edificio principal hoy alberga las 23 habitaciones y la antigua almazara, hoy el bar del hotel. También disponen de cuatro villa-suites de dos habitaciones y piscina privada así como una piscina climatizada, un spa con rituales inspirados en los frutos autóctonos de la isla y un restaurante, 365, que apuesta por la materia prima orgánica mallorquina, mucha procedente de su propio huerto, elaborada con maestría de la mano del chef Andreu Segura.

Villas en Son Brull.

Can Simoneta y el poder curativo de las aguas del Mediterráneo

Si hablamos de filántropos que han hecho mucho por mantener vivo el patrimonio mallorquín, tenemos que hacerlo de la familia Morell. Su mentalidad conservacionista les llevó a crear el grupo Torre de Canyamel, en funcionamiento desde los años 60. Restaurantes, hoteles… pensados para disfrutar de la exclusividad de una Mallorca diferente. Con Can Simoneta empezó todo.

Hace más de 140 años, aquí se construyó un edificio para acoger a un reverendo al que, por salud, le recomendaron tomar baños del mar. Fue por ello por lo que la casa está tan cerca del acantilado y todavía hoy se puede ver y usar la escalera excavada en la roca, por la que accedía al mar.

Más adelante se fueron añadiendo edificios, como una pequeña capilla y casas anexas para los payeses que trabajaban esta parte de la finca, que se convertiría años más tarde en la casa familiar.

Foto: Can Simoneta.

En 2005 abrió como ‘hotel-destino’, con 26 habitaciones en una ubicación privilegiada, rodeada de un entorno natural memorable y unas espectaculares vistas hacia el Mediterráneo. Aquí reinan en lujo y el confort y conviene tener muy en mente su propuesta gastronómica.

Al igual que en el resto de grupo, apuestan por la cocina mallorquina, pero aquí con un twist sorprendente, porque el chef David Moreno la fusiona con la mexicana, dando lugar a platos como un fantástico arroz a la veracruzana con gamba mallorquina y hierbas dulces o un porc negre a la mallorquina, pero con ese toque picante que da la cocina mexicana, con tomatillo y cacahuete.

David Moreno encabeza la propuesta gastronómica de Can Simoneta. Foto: Can Simoneta.

Fontsanta, aguas termales en un hotel boutique

Cuenta la leyenda que una epidemia azotaba a la población porcina de Mallorca muchos siglos atrás. Nadie sabía cómo frenarla. Curiosamente, a los animales que retozaban en estas aguas, no les afectaba. Fruto de la casualidad, se había descubierto el poder curativo del único balneario termal de todas las Baleares.

La historia siguió avanzando y, para agradecer sus bondades, se erigieron aquí varios santuarios que en el XV pasaron a ser el oratorio de Sant Joan de la Fontsanta.

Foto: Fontsanta Hotel.

Junto a las aguas surgió la primera posada, que albergaba a los que acudían en busca de aquellas aguas milagrosas. En el XIX encontraron su evidencia científica; en efecto, poseían propiedades medicinales, así que en 1845, se levantó aquí el primer balneario de Mallorca.

A principios del siglo XX, el espacio pasa a propiedad privada y en 2012 abre bajo el nombre de Fontsanta Hotel, como un alojamiento exclusivo del Grupo Torre de Canyamel.

Aguas termales. Foto: Fontsanta Hotel.

Sus aguas siguen siendo las mismas, que salen directamente del subsuelo a una temperatura de 37º, lo que ha permitido que este hotel se haya posicionado como producto de bienestar, con una piscina de agua termal y tratamientos pensados para purificar cuerpo y mente.

No es lo único: sus 37 habitaciones, ubicadas en pleno Parque Natural de Es Trenc, siguen en la sintonía de encontrar la serenidad, así como la propuesta de cocina saludable con base de la isla, que ha creado Jhonatan Maldonado, sus clases de yoga, los paseos a caballo o en bicicleta… Todo contribuye a que el relax y el bienestar estén más que asegurados.

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