El placer de desconectar en una isla privada a 10 minutos de Venecia

En la isla de San Clemente, ubicada en la laguna de Venecia, se alza un antiguo monasterio reconvertido en un lujoso hotel de la cadena Kempinski

Algo tiene Venecia que nos atrapa una y otra vez. Sus famosos puentes, canales y palacios, las estampas de sus gondoleros y la plaza de San Marcos, el arte que se respira en cada rincón o la sugerente celebración de su Carnaval hacen de la ciudad una de las más deseadas. Pero hay un secreto para recorrerla sin multitudes: el Palacio de San Clemente Kempinski.

Con más de 900 años de historia y convertida en estación de paso para peregrinos, monjes y cruzados, la isla de San Clemente es uno de los tesoros ocultos de la ciudad de los canales por excelencia, ahora accesible en poco más de diez minutos a través de un exclusivo servicio de lancha privada.

Antaño monasterio, el Palacio de San Clemente ofrece una experiencia única de Venecia con lo mejor de la ciudad pero esquivando la masificación

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Jardines centenarios, patios y terrazas nos sorprenden a cada paso -en el momento del check-in recibiremos incluso un mapa que podemos usar para explorar a nuestro aire-. No en vano la propiedad cuenta con más de seis hectáreas de paz y privacidad absolutas.

Terraza Acquerello y servicio de barca. Foto Palacio de San Clemente Kempinski.
Un servicio de barco conecta en 10 minutos la isla con la plaza de San Marcos. Foto: Palacio de San Clemente Kempinski.

El impresionante entorno natural, salpicado de majestuosos cipreses, magnolias y pinos, se complementa por una serie de edificios históricos bellamente restaurados que alguna vez sirvieron como monasterio, incluida una iglesia del siglo XII, y que hoy acogen las dependencias de un hotel de ultra lujo.

Diseño renacentista

Hoy convertido en hotel de lujo, los interiores palaciegos del hotel, incluido en la cadena Kempinski, reflejan las tradiciones de diseño del Renacimiento veneciano, con techos altos, vigas de madera, amplios pasillos e imponentes escaleras.

La silueta de la ciudad de Venecia se recorta en el horizonte ofreciendo excepcionales vistas desde cualquier punto de la isla

Siempre con la visión de la laguna y la ciudad de Venecia recortada en el horizonte, pero lejos del zumbido del centro de la ciudad, sus 190 habitaciones y suites cuentan con una decoración clásica, moderna en cuanto a comodidades y con toques de decoración contemporáneos que contrastan con los suelos de terrazo, paredes cubiertas de seda, lámparas de cristal de Murano, fastuosas bañeras y cortinas voluptuosas.

¿Te imaginas dormir mirando la laguna de Venecia? Foto: Palacio San Clemente Kempinski.
¿Te imaginas dormir mirando la laguna de Venecia? Foto: Palacio San Clemente Kempinski.

Una de sus suites, la que lleva por nombre San Clemente, cuenta incluso con un muelle privado y una ubicación más alejada que permite la reserva como si de un palacio de ocho habitaciones se tratase.

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Un paseo por la historia

La iglesia de San Clemente, fundada en 1131, es uno de los principales vestigios del pasado en la isla. Delicadamente restaurada, permanece abierta durante el día y el personal del hotel realiza visitas a medida con los huéspedes que quieran conocer más sobre su pasado.

La propiedad incluye una iglesia del siglo XII bellamente restaurada

También se puede, simplemente, respirar la historia mientras se descansa frente a su piscina exterior, ideal para darse un chapuzó o tomar un bocado informal.

Cena privada en la sacristía. Foto Palacio San Clemente Kempinski.
Cena privada en la sacristía. Foto: Palacio San Clemente Kempinski.

Un sendero para correr, una pista de tenis y un área de golf completan la oferta de actividades en el exterior.

Entre los muros de este antiguo monasterio e influenciado por las tradiciones de perfumería de la antigua república de Venecia descansa su spa, con diferentes salas de tratamiento, sauna y baño de vapor, que se complementa con gimnasio y sala de belleza.

Gastronomía de lujo

El Palacio de San Clemente acoge también un buen puñado de opciones gastronómicas comandadas por el chef ejecutivo Giorgio Schifferegger, que pone creatividad, pasión y autenticidad en sus platos artesanales imbuidos de tradición.

San Clemente piscina. Foto San Clemente Kempinski.
Toda la isla es un remanso de paz. Foto: San Clemente Kempinski.

Contando historias, sus creaciones se basan en recetas tradicionales, la rica herencia de Veneto y los mejores ingredientes locales, y se ofrecen en diferentes propuestas, que van desde la experiencia gourmet de Acquerello hasta las pastas y pizzas elevadas a la siguiente dimensión en La Dolce.

Con más de seis hectáreas, la propiedad permite perderse entre jardines centenarios, patios y terrazas. Y todo a 10 minutos del centro de Venecia

Un aperitivo en Al Bacaro, un coctel en Clemente Bar, una romántica cena para dos en Sunset Hill, una cena íntima en lo que fuera la antigua sacristía de la iglesia de San Clemente o una cena en la suite son otras de las opciones que no debemos dejar de probar.

Una vez instalados en esta maravilla hecha isla privada, es hora de dejar aparcado el mapa que nos dieron al entrar y, simplemente, abandonarnos entre sus jardines y terrazas para sorprendernos, a cada paso, con un nuevo descubrimiento, ya sea en forma de jardín de plantas aromáticas o de impresionantes vistas de San Marcos recortadas en el horizonte.

La isla cuenta con más de 6 hectáreas. Foto Palacio de San Clemente Kempinski.
La isla cuenta con más de 6 hectáreas. Foto Palacio de San Clemente Kempinski.

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