Al futuro (verde) se viaja en tren

Gestión de energía, eficiencia, descarbonización y crecimiento verde: así reducirá Renfe la emisión de 9,9 millones de toneladas de CO2 y ahorrará 250 millones de euros hasta 2030

La realidad es que viajar contamina. Bastante. El transporte es responsable de la cuarta parte de las emisiones totales de gases de efecto invernadero en Europa, según la Agencia Europea del Medio Ambiente. Además, y mientras otros sectores como la producción de energía o la industria han reducido sus emisiones desde 1990, las del transporte han aumentado -sin contar el desplome de desplazamientos como consecuencia de la pandemia-.

Por supuesto, no contamina igual moverse en una bici eléctrica que en bus urbano ni hacerlo en avión o en ferrocarril. Pongamos un ejemplo, el trayecto Barcelona-Madrid. Si nos decantamos por el AVE, junto con el billete recibiremos un mail con este dato: las emisiones generadas por nuestro viaje son 18,4 kilos de CO2. ¿Es mucho? ¿Poco? Dos datos más resultan clarificadores: si hubiésemos hecho ese trayecto en coche, nuestras emisiones serían de 65,6 kilos; en avión 115,5 kilos.

En línea con su compromiso con la sostenibilidad, Renfe incluye desde 2019 esta información en todos sus billetes de AVE, Avant y Larga Distancia para así dar a conocer el impacto en términos de carbono de nuestros viajes. También, claro, de su menor huella en relación a otros medios de transporte. En concreto, y según sus datos, el ferrocarril es responsable de entre 5 y 7 veces menos emisiones de CO2 que el transporte por carretera y entre 7 y 10 veces menos que el avión.

El transporte más ecológico

El cálculo, elaborado con datos de la herramienta Ecopassenger de la Unión Internacional del Ferrocarril (UIC), no difiere de los de otros organismos como el Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE) que cifra las emisiones en 192 gramos de CO2 por pasajero y km para el avión, frente a los 23 del AVE. Así, según “factores de ocupación y consumos medios”, el IDAE estima que la alta velocidad implica un ahorro del 90% respecto al avión.

Según sus cifras, al avión como mayor responsable de emisión de gases le sigue el coche (123 g por usuario y km), la moto con 53 g, el bus urbano con 49, el coche eléctrico con 43, Cercanías con 33, el bus interurbano con 32, metros y tranvías con 30 g y AVE con 23 g. Por debajo, solo la moto eléctrica, con una emisión de 17 g de CO2 por km, y la bici eléctrica, que reduce a tan solo 3 g las emisiones por km.

Volvamos a la ruta Barcelona-Madrid, un trayecto que hacen, en avión, alrededor de 2,5 millones de usuarios al año, lo que supone lanzar a la atmósfera casi 300.000 toneladas de CO2 a año según la fórmula del IDAE. En 2019 hicieron ese mismo trayecto en tren 4,4 millones de personas lo que supone una estimación de más de 66.600 toneladas de gases según el mismo cálculo; es decir, para casi el doble de usuarios la emisión fue de cuatro veces menos.

Descarbonización del transporte

En una situación de emergencia climática, cada decisión cuenta y, aunque no podemos tomar una bici eléctrica para viajar entre Madrid y Barcelona, estar informados es nuestra mejor baza para actuar.

Algún dato más: del 26% de emisiones del que es responsable el sector del transporte en España, solo un 0,3% corresponde al ferrocarril, según datos de Renfe. Si las personas y mercancías que mueve el ferrocarril al año se trasladasen a automóviles serían necesarios 382 millones de circulaciones en automóvil y otros 4,4 millones en camiones, así como 116.800 vuelos.

O, traducido, cada año ahorramos 5,7 millones de toneladas de CO2 y 1,1 millones de toneladas equivalentes de petróleo, el equivalente al consumo doméstico de 15 millones de habitantes (por ejemplo, la suma de los residentes en Cataluña, Aragón y Valencia juntos).

El ahorro, además de en ventajas ambientales, suma otras sociales y económicas como consecuencia de la menor accidentalidad, mínima contaminación atmosférica en zonas urbanas y contribución a la reducción de la congestión de las ciudades.

Electricidad limpia

Al hecho de ser menos contaminante se suma otra variable, y es que la gran mayoría de los trenes de Renfe circulan ya con electricidad cien por cien procedente de fuentes renovables. Solo en 2019, la compañía adquirió 2,5 Twh de energía eléctrica verde (con certificados de Garantía de Origen), lo que supone un 80% del total. Es, además, el mayor consumidor de energía renovable de España, con más de 2,6% del total según sus datos.

Frente al 80% de trenes que ya se mueven con energía limpia, un 20% aún se mueve con combustible diésel, que la compañía prevé sustituir progresivamente por energías más limpias, como gas natural licuado, o libres de contaminación local y efecto invernadero, como las pilas de hidrógeno.

Los nuevos trenes, cada vez con un menor consumo energético y que incluyen sistemas como la gestión inteligente de los caudales de aire de renovación, la utilización de fluidos refrigerantes, los tratamientos de ventanas que minimizan el efecto del sol en la temperatura interior de los trenes, el tratamiento anticalórico de las cubiertas exteriores y la iluminación tipo LED regulable e inteligente permitirán también importantes ahorros de energía, como lo hace ya la conducción eficiente de los 5.200 maquinistas de Renfe –con un ahorro en el consumo que alcanza el 30%-.

Muchas cifras que se pueden resumir en un compromiso, incluidos en su Plan Director de Lucha contra el Cambio Climático, reducir 9,9 millones de toneladas de CO2 en 2030 y ahorrar más de 250 millones de euros en costes externos.

Economía baja en carbono

En línea con su objetivo, Renfe forma parte de la asociación Grupo Español de Crecimiento Verde (GECV) que trabaja por activar la transición hacia una economía más sostenible e influir en la creación de empleo en condiciones favorables para el desarrollo de la economía baja en carbono.

A través de esta plataforma, que agrupa a las empresas que lideran la Economía Verde del país, se fomenta la participación de las empresas en los debates más relevantes en materia de cambio climático, la descarbonización de la economía o el fomento de la economía circular, a nivel nacional pero también internacional, además de compartir información e identificar oportunidades.

Con la premisa de que un enfoque ambicioso a la hora de abordar los retos medioambientales constituye una oportunidad para la creación de valor y prosperidad, el GECV se encarga de generar y difundir el conocimiento necesario para activar la transición a hacia una economía más sostenible o servir como interlocutor de referencia del sector empresarial con las Administraciones públicas, asociaciones empresariales y profesionales, así como universidades y otros grupos de interés.