El turismo condena a la última floristería flotante de Ámsterdam

El trasiego de turistas que molestaban a sus clientes obligó a echar el cierre a la última floristería ubicada en una barca en el Bloemenmarkt de Ámsterdam

La venta de flores en embarcaciones ancladas en el canal Singel, en Ámsterdam, fue un negocio muy popular desde la fundación, en 1862, del mercado Bloemenmarkt. Sin embargo, el último florista echará el cierre a su negocio buscando escapar de la masificación turística.

No desaparecerá el entrañable mercado que explotaba de color con los clásicos tulipanes holandeses, pero sí perderá definitivamente su esencia con este cierre. Compuesto por un total de 16 barcazas, los demás puestos venden ya exclusivamente chucherías para turistas, que van de los zuecos de madera a los imanes.

Michael Saarloos es el último de los floristas de este tradicional mercado; cerrará a mediados de mayo el puesto que su familia abrió en 1943

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El último florista

Michael Saarloos es el último de los floristas de este tradicional mercado. Su familia instaló el negocio en una de las barcas en 1943, desde donde suministraba flores a turistas pero, especialmente, a vecinos de la ciudad.

A mediados del mes de mayo, tras la celebración del Día de la Madre, cerrará definitivamente sus puertas huyendo de los turistas irrespetuosos que molestan a sus clientes.

Las flores son uno de los símbolos de Holanda.
Las flores son uno de los símbolos de Holanda. Foto Turismo de Holanda.

Según explicó al diario holandés Trouw, “los turistas se hacen selfis, se colocan entre las flores, a veces las pisan o cogen los ramos para hacerse fotos”. Ni siquiera respetan los numerosos carteles que prohíben esta actitud, añadió.

Se mudará a un local a unos 750 m de su ubicación tradicional, un lugar tranquilo donde se respete su producto y, sobre todo, a sus clientes habituales.

Sigue los pasos de los demás vendedores del mercado, que comenzaron a abandonar hace alrededor de veinte años, cuando se permitió comercializar productos diferentes a las flores y los souvenirs -y los turistas- comenzaron a desplazar a los tulipanes.

Los turistas irrespetuosos acabaron con la paciencia de Michael Saarloos, el último florista del mercado de Bloemenmarkt

18,5 millones de turistas

Se estima que 18,5 millones de turistas visitarán este año Ámsterdam (veinte veces más que su población). La ciudad experimenta una auténtica masificación que genera problemas a los residentes y que las autoridades tratan de frenar con diferentes iniciativas, como la imposición de multas, impuestos turísticos o las restricciones los cruceros y los alojamientos Airbnb, que se limitan en el casco histórico.

Así, por ejemplo, desde el 1 de enero de este año, el Ayuntamiento cobra ocho euros a cada pasajero del crucero que atraque en su puerto en tránsito. Si están exentos los que inician o finalizan un viaje en esta ciudad, varias navieras han optado por desviar sus buques a otros puertos, como el de Rotterdam.

También se prohibirán las visitas guiadas al famoso barrio rojo.

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