Whitstable, la perla costera de Kent

A apenas una hora de Londres, una escapada a uno de los rincones más encantadores y sabrosos de la costa de Inglaterra

Con el verano a la vuelta de la esquina y las temperaturas cada vez más altas, lo que más deseamos son unos días junto al mar. Disfrutar de su poder terapéutico, del murmullo de las olas rompiendo en la orilla, de los atardeceres donde el sol se funde con el mar… Entre tantos y tan buenos lugares para vivir todas las bondades del gran azul, escogemos un pequeño pueblo en la costa de Canterbury, la ‘perla de Kent’.

Al sur de Inglaterra, Whitstable es un coqueto lugar a orillas del mar, con un pasado ligado a este y con un producto que lo convierte en un pueblo de peregrinaje gastronómico, las ostras.

Para los londinenses, Whitstable es su DFL o Down from London o, lo que es lo mismo, la escapada de fin de semana perfecta a apenas una hora de la ciudad

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El pasado y la historia de Whitstable

A apenas a una hora desde Londres se encuentra este reducto de paz. De hecho, los propios londinenses se refieren a Whitstable como DFL (Down From London), una especie de mote cariñoso porque es el lugar perfecto para escaparse de la gran ciudad durante el fin de semana. Y es que la costa del condado de Kent es una sucesión de pueblos perfectos para desconectar.

Puerto pesquero de Whitstable. Foto: Turismo de Canterbury.

Puerto pesquero de Whitstable. Foto: Turismo de Canterbury.

En particular Whitstable es el pueblo pesquero de manual. Perfecto con sus casas pintadas en colores pastel, festivales de ostras, pequeñas casitas de pescadores… Hoy es un lugar turístico, pero en el pasado fue refugio de contrabandistas, hasta que un magnate de la industria textil se convención de sus posibilidades. Tanto que obsequió al pueblo con 10 terrenos para que florecieran allí los negocios. Esta zona hoy se conoce como Ludgate Hill, cercana al puerto y hogar de tiendas, restaurantes y cafés.

En este clima de bonanza floreció el que sería el gran negocio de Whitsable: el de las ostras. Entre las décadas de 1860 y 1870, se criaron allí millones de estos moluscos. De hecho, solo en 1864 según está documentado se consumieron en Londres unos 700 millones de ostras procedentes de este pintoresco pueblo costero.

Las ostras han hecho de Whitstable un lugar de peregrinación para gastrónomos de toda Europa

Y si el mar les brindaba un producto exquisito, también hizo que Whitstable se convirtiera en un brillante polo de construcción de barcos. Fruto de su pujante industria se construyó una de las primeras líneas de ferrocarril, en 1830, entre Canterbury y Whitstable, conocida como Crab and Winkle Line, para unir las seis millas que separaban ambas localidades.

Harbour Street. Foto Turismo de Canterbury.

Harbour Street. Foto: Turismo de Canterbury.

Pero no todo fue bueno para la perla de Kent. En 1869 empezaría su declive. Un incendio devoró buena parte del pueblo y en 1930, un parásito destrozó la cosecha de miles de ostras, haciendo que su próspera industria pesquera cayera en picado. Sin ostras, Whitstable fue olvidada, hasta que décadas más tarde, allá por 1970, resurgió para convertirse en el agradable destino que es hoy.

¿Qué visitar en Whitstable?

Renegar de su pasado marinero es imposible. Uno no puede dejar de quedarse embelesado con las vistas que proporciona un paseo por Seasalter Beach o West Beach hasta llegar a Saxon Shore Way y la vibrante zona de Tankerton Slipes, repleta de cafés y restaurantes, y Tankerton Beach, con sus coloridas casetas de pescadores. Para llevarse algún recuerdo, entre tiendas vintage y gourmet, hay que visitar Harbour Street.

Además de pasear bordeando la costa, en Whitstable hay otros muchos alicientes. Uno de ellos es su castillo, antes conocido como Tankerton Towers. Erigido a finales del siglo XVIII, hacía las veces de residencia de verano de la familia Pearson de Londres. A medida que la familia aumentaba, la mansión iba haciéndose más grande, llevando incluso a Pearson a aliarse con el pionero de la línea de ferrocarril de la que hablábamos. Pero fue el sobrino del terrateniente el responsable del aspecto que luce hoy en día: agregó nuevas alas, jardines y hasta un campanario, y la dotó del aire victoriano del que presume.

Castillo de Whitstable. Foto Arthur Knoepflin Unsplash

Castillo de Whitstable. Foto: Arthur Knoepflin | Unsplash.

También vale la pena pasarse por su museo, donde cuentan la historia de Whitstable, la de los pescadores de ostras, la importancia de aquel primer tren de vapor de la historia o la vida de su habitante más famoso, el actor británico Peter Cushing que pasó allí 30 años de su vida.

Los amantes de la naturaleza encontrarán el perfecto sendero en lo que fuera aquella pionera línea de ferrocarril, la Crab and Winkle Line, ideal para pasear, bien en bici o a pie, con varias paradas interesantes en el camino, como un mosaico del artista Oliver Budd, bosques de abetos, castaños y hayas o Winding Pond, un zona de picnic.

Un último apunte: los Maunsell Forts, en la costa. Se trata de torres fortificadas construidas durante la Segunda Guerra Mundial como defensa de las costas inglesas frente a los ataques de la aviación alemana. Impresiona ver emerger del mar estas impresionantes estructuras que se pueden conocer más de cerca en alguno de los tours que se ofrecen en la localidad.

Crab and Winkle Line. Foto Turismo de Canterbury.

Crab and Winkle Line. Foto: Turismo de Canterbury.

Y por supuesto, las ostras

¿Cómo no hablar del más próspero negocio de Whitstable? Aunque la industria en torno al producto floreció y creció en el siglo XIX, ya en época romana, durante la ocupación de Gran Bretaña, las costas de la perla de Kent eran un criadero del molusco.

En 1400, se fundó The Whitstable Oyster Company en torno al producto estrella de la ciudad, la ostra nativa, de tamaño medio y sabor elegante, que crece en el estuario del Támesis. Precisamente esta compañía fue de las que abasteció, ya en la década de 1850, a buena parte del país de su tesoro más preciado.

Todo lo que hay que saber sobre las ostras. Foto Macarena EscrivaÌ.

Todo lo que hay que saber sobre las ostras. Foto: Macarena EscrivaÌ.

Pero volvamos al presente. ¿Dónde degustar hoy en día este manjar? Uno de los planes preferidos pasa por comprar las ostras en cualquiera de los quioscos que salpican la costa y degustarlas frente al mar. Pero si no eres muy ducho abriéndolas, puedes acercarte a lugares como Wheelers Oyster Bar, todo un clásico.

Lo reconocerás por su llamativa fachada de color rosa. Dispone solo de 12 sitios, para degustar ostras y otras exquisiteces como mejillones, anguila ahumada, langosta o cangrejos.Otra buena opción es Royal Native Oyster Stores.

En manos de la familia Green, promotores de la recuperación de la cultura de las ostras en Whitstable, es el perfecto lugar junto a la costa donde dejarse llevar y a seguir el consejo de sus dueños. Cada día la carta cambia, pero trabajan con pescados y mariscos recién capturados.

Wheelers Oyster bar. Foto: Macarena EscrivaÌ.

Wheelers Oyster bar. Foto: Macarena EscrivaÌ.

Aunque este año las circunstancias no lo permitirán, cada mes de julio tiene lugar el famoso Oyster Festival, que durante una semana llena, más si cabe, el pueblo de visitantes ávidos de esta delicia, arrancando las festividades con un desfile, que, recordando como se hacía antaño, pasea a las ostras recién capturadas sobre un coche de caballos.

 

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