Volando entre las cúpulas más bonitas de Buenos Aires

Entre los siglos XIX y XX la capital argentina conquistó las alturas, y su cielo se pobló de elegantes cúpulas que perduran en el paisaje urbano

Si uno pudiera convertirse en ave y volar por el cielo de Buenos Aires, no dejaría de mirar una y otra vez las cúpulas que se levantan en el centro de la ciudad, testimonios de los años de riqueza económica de Argentina de fines del siglo XIX y XX, obras maestras de la arquitectura que permanecen como joyas urbanas.

Según el gobierno de la ciudad hay unas 400 cúpulas ornamentales, que se concentran en los barrios de Microcentro, Tribunales y Congreso, sobre todo a lo largo de la parisina Avenida de Mayo (otros dicen que recuerda a la Gran Vía de Madrid).

Crecimiento hacia el cielo

Cuando la capital dejó de ser considerada una gran aldea para aspirar a ser una metrópolis se expandió por donde la Pampa lo permitía. Y también hacia las alturas. La burguesía y los promotores inmobiliarios descubrieron que adosar una cúpula elevaba el precio de las propiedades. Y se lanzaron a diseñarlas.

La cúpula del Congreso, con 80 metros de altura, es una de las más imponentes; pero la más grande es el domo del Banco Nación, frente a la Plaza de Mayo

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Las cúpulas de La Inmobiliaria y el Palacio Barolo. Foto Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires

Si en un principio se restringían a los edificios de las esquinas y de los hoteles, pronto se sumaron las construcciones a mitad de la manzana que no querían ser menos.

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La mayoría fueron construidas en el estilo art-nouveau, imperante en París y fuente de inspiración para los arquitectos porteños y los que llegaron de Europa. Pero también se encuentran ejemplos modernistas, mozárabes y hasta cúpulas con forma de bulbo similar al de las catedrales rusas, como las cinco de la iglesia ortodoxa del barrio de San Telmo.

Desde el Congreso

La más monumental es la cúpula del Congreso, con sus 80 metros de altura y su cobertura de cobre que con el paso del tiempo se tiñó de verde agua.

Foto Nicolas Solop www.buenosairesfotogenica.com

Las cúpulas más bonitas están en el Microcentro de la ciudad. Foto Nicolas Solop-Buenosairesfotogenica.com

Desde la plaza que la prologa, hacia el norte, se ven las aspas de la antigua Confitería El Molino, actualmente cerrada, que con su forma de aguja todavía conserva algunos vitrales de colores.

Si uno gira en 180 grados, en el inicio de la Avenida de Mayo se encuentran dos cúpulas gemelas, separadas por una veintena de metros, del edificio La Inmobiliaria, que a 68 metros de altura están rematadas por dos pináculos de pizarra rojo.

El homenaje a Dante Alighieri

Apenas hay que cruzar la calle San José para toparse con el Palacio Barolo, diseñado por Mario Palanti, con una fachada escalonada que recuerda a un templo hindú y que es coronada por una cúpula de vidrio que funcionó como faro. La idea original era simbolizar al Dios cristiano, porque todo el edificio está lleno de guiños y homenajes a la Divina Comedia de Dante Alighieri.

Con un fin menos místico, este faro sirvió para comunicar resultados de combates de box cuando a mediados de los años ’20 apenas había radios en los hogares porteños.

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Palas Atenea en el edificio del ex diario La Prensa. Foto Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires

A lo largo de la Avenida de Mayo

Descendiendo por la Avenida de Mayo en dirección a la Casa Rosada (Casa de Gobierno) hay que tener cuidado con caminar con la vista levantada hacia las alturas. Así se pueden descubrir otras ornamentaciones como la diosa de la sabiduría Palas Atenea en la actual Casa de la Cultura (ex diario La Prensa), la del mirador de la Galería Güemes con su revestimiento de cerámica, la de la antigua tienda Gath & Chaves y la del Banco Nación.

La cúpula del Palacio Barolo funcionó como faro, y su luz comunicaba los resultados de los combates de boxeo en los años 20

Esta no es una estructura ornamentada y pequeña como las de sus edificios vecinos, sino que es un monumental domo de 56 metros de diámetro y 36 de altura, que los amantes de las estadísticas recuerdan que es la más grande de Sudamérica. Para verla en su esplendor se recomienda entrar al interior del banco y descubrir sus detalles.

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El homenaje a Gaudí. Foto Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires

Guiño a Gaudí

Hay algunas que son pequeñas obras de arte. La de la ochava de Rivadavia y Ayacucho culmina en una estructura con forma de cebolla, rematada con una veleta de hierro. En su interior había un gran telescopio, pero lo más interesante es su homenaje a Gaudí.

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La cúpula tiene más de 950 piezas de vidrio, un recuerdo del trencadís del arquitecto de Reus. También hay réplicas del dragón de hierro que vigila la Finca Güell de Barcelona, un escudo catalán y la frase “No hi ha somnis impossibles” (No hay sueños imposibles).

Las cúpulas que homenajean a los emperadores Francisco José y Sissi.

Las cúpulas que homenajean a los emperadores Francisco José y Sissi.

Otras contienen homenajes que hay que descubrir. En el edificio modernista de Belgrano 601, en el barrio de Montserrat, un sol y una corona rinden pleitesía al emperador austrohúngaro Francisco José y su esposa Isabel (Sissi); rodeados de gigantescos atlantes de cinco metros de altura.

La razón es que los empresarios Wulff y Mihanovich, que financiaron las obras, eran originarios de ese imperio.

Cúpulas de ayer y de hoy

También cabe destacar la cúpula de estilo ‘tambor’ del ex Banco de Boston, recubierta por tejas coloniales rojas. Y hay que encontrarla, entre su fachada ricamente adornada al estilo neoplateresco español.

A menos de un kilómetro hacia el este, en el nuevo barrio de Puerto Madero, grandes rascacielos superan en altura a estos edificios centenarios. Sus cúpulas de vidrio y acero son más frías, impersonales y distantes que estas maravillas de la arquitectura que recuerdan los años en que Buenos Aires aspiraba a ser la hermana lejana de las capitales europeas.

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