Vacaciones bajo la tierra en la República Checa

El país del centro de Europa reconvierte antiguas minas abandonadas en sorprendentes destinos turísticos

En verano no todo el mundo gusta de tostarse al sol en la playa. De hecho, hay gente que prefiere huir de las aglomeraciones y el agobio del calor estival. Para ellos puede resultar ideal una innovadora propuesta turística que se presenta este año en la República Checa. Se trata de visitar antiguas minas que ya no son explotadas y se han reconvertido en originales destinos turísticos. Es una muestra de la capacidad del sector para transformar lugares abandonados en nuevos centros de interés, que también permiten conocer el pasado histórico de una determinada zona geográfica.

La República Checa tiene una larga tradición como país minero. La actividad extractiva tuvo su máximo esplendor en el siglo XIV, coincidiendo con el reinado de Carlos IV, rey de Bohemia y emperador del Sacro Imperio Romano Germánico. Sin embargo, el paso del tiempo y la evolución de la economía del país hizo inviables muchas explotaciones, que se fueron cerrando desde finales del siglo XIX y a lo largo del siglo XX. Pese a ello, hay un buen número de ciudades checas que conservan viva su tradición minera, como Kutná Hora, Jihlava, Znojmo, Tábor, Pilsen y Ostrava.

El turismo está dando una segunda oportunidad a estas ciudades mineras, al permitir rehabilitar sus antiguas instalaciones y posicionarlas como atractivos destinos. En ellas el visitante puede descubrir una excelente arquitectura, con edificios que fueron construidos gracias a la riqueza que la actividad dio a sus habitantes en las mejores épocas. También puede descubrir la dureza del oficio de los mineros y experimentar sus sensaciones bajo tierra, además de conocer los tesoros numismáticos que se confeccionaron con los minerales extraídos.

Kutná Hora, la ciudad de la plata

En época del rey Carlos IV la ciudad de Kutná Hora fue una de las más ricas del país, ya que allí se encontraba la Tesorería del Reino. Gracias a la plata que se extraía de sus minas, se acuñaba la moneda real denominada “groses de Praga“. Esta riqueza quedó reflejada en la ostentosa arquitectura de muchas de las casas de la ciudad, cuya belleza ha hecho que Kutná Hora sea uno de los doce monumentos protegidos por la UNESCO en la República Checa.

El visitante no debe perderse la iglesia de Santa Bárbara, el colegio jesuita en que actualmente se encuentra la galería Gask, el Museo Checo de la Plata con su espectacular colección de monedas y, sobre todo, la visita guiada por algunos de los túneles de su antigua mina medieval. Ataviado con una casaca minera, un casco y una linterna, se experimenta lo que los mineros sentían bajo tierra hace 700 años.

Paseos a once metros bajo tierra en Jihlava

Otra ciudad que albergó la Tesorería del Reino de Bohemia, gracias a los metales preciosos extraídos de sus minas, fue Jihlava. Además de visitar el Museo de Vysocina, para conocer cómo se explotaba la plata y se acuñaban las monedas del reino, es muy recomendable visitar las entrañas de la ciudad a través del que está considerado como el segundo túnel minero más largo del país, con un recorrido de 25 kilómetros bajo tierra. Lo más espectacular de esa visita es la famosa Galería Iluminada, que en la oscuridad más absoluta a once metros bajo tierra ofrece una peculiar penumbra que nadie sabe si se debe a un efecto sobrenatural o a las pinturas que decoran sus paredes.

Znojmo, la galería subterránea más larga del país

Si se quiere presumir de haber estado en la galería subterránea más larga de la República Checa, hay que visitar la ciudad de Znojmo, en la que fue construída una mina de 30 kilómetros con un recorrido muy complejo. Allí pueden recorrerse los casi mil metros abiertos al público, en una visita que combina el relato de historias de la época con ciertos toques de misterio y terror.

Unas cervezas bajo el subsuelo de Tábor y Pilsen

Si se visita la República Checa no hay que perderse una de sus tradiciones más típicas: beber cerveza. También puede hacerse en los subsuelos de las ciudades de Tábor o Pilsen. En la primera es recomendable visitar las bodegas medievales que conectaban bajo tierra las preciosas casas de la Plaza de Zizkov y en la segunda hay 18 kilómetros de túneles, de los cuáles se pueden visitar unos 800 metros repletos de reliquias de la Edad Media y con un premio final para quienes logren acabar el recorrido: una jarra de cerveza Pilsner Urquel.

 

Ostrava, el Bilbao checo

El mejor ejemplo de la reconversión industrial de la República Checa es sin duda la ciudad de Ostrava. Tras su enorme desarrollo durante el siglo XIX gracias a su planta metalúrgica y a sus minas de carbón y a su decadencia en el siglo XX con el cierre de la antigua fábrica siderúrgica de Vítkovice, ha sabido reinventarse y convertirse en un espectacular centro artístico y cultural que cada año atrae a miles de visitantes.

Allí, lo que en su día fue un alto horno de 71 metros de altura, hoy es una torre inspirada en el atleta Usain Bolt y un avanzado museo dedicado a la ciencia y a la tecnología. Una atracción turística que opta a la lista de monumentos protegidos de la Unesco, y que ha conseguido generar de nuevo riqueza para la ciudad y sus habitantes.

Si se quiere más información de esta clase de turismo en Chequia, se sugiere visitar www.czechtourism.com

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