Túnez, de la capital al desierto en un roadtrip de 10 días

Un mar cristalino, un desierto dorado, ciudades de contrastes, historia, cultura, oasis e impactantes montañas: Túnez lo tiene todo

En el norte de África, entre el mar Mediterráneo, el desierto del Sahara, Argelia y Libia se encuentra un país magnético por su encanto y sorprendente por su belleza extrema. Túnez lo tiene todo: un mar azul cristalino, un desierto dorado plagado de dunas, oasis llenos de vegetación y montañas impactantes como la cordillera del Atlas.

Por su historia, exotismo y paisajes, el país se convierte en un destino que atrae cada año a miles de turistas. En época de Covid-19 se posiciona como un país seguro, con una política sanitaria aplaudida debido su eficacia y anticipación. La recorremos en diez días y un roadtrip que nos llevará de la capital al desierto.

Un tercio mediterránea, un tercio europea y un tercio africana, la capital tunecina es el inicio de nuestro viaje

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Primera parada: Túnez (dos días)

La capital tunecina, es, podríamos decir, un tercio mediterránea, un tercio europea y un tercio africana. Esta ciudad tiene algunos de los contrastes más fuertes e interesantes del norte de África. La mezcla de culturas e influencias es clara y un paseo por sus calles lo demuestra.

TuÌnez. Foto Alicia Charlotte Pixabay

TuÌnez. Foto: Alicia Charlotte | Pixabay.

Su medina árabe es similar a las que podemos encontrar en Marruecos, de callejuelas estrechas y laberínticas, pero a su alrededor la abrazan casas de estilo europeo, iglesias y mezquitas. Una de ellas es la mezquita Zaytouna construida en el siglo VIII, a la que se puede acceder para ver el interior de su patio y el Tourbet El Bey, un mausoleo que contiene decenas de tumbas del siglo XVIII. El palacio Dar ben Abdallah es el más importante de la medina y supone un verdadero ejemplo para hacerse una idea de cómo solía vivir la gente adinerada en el siglo XIX.

Túnez es también un lugar interesante para descubrir museos, como el Bardo: construido en uno de los mejores palacios del país y en el que se encuentra una de las mayores colecciones de mosaicos romanos del mundo. Y no puede faltar una visita a Cartago, donde se encuentras las ruinas de una de las ciudades más importantes de todo el imperio romano. Todas ellas, incluyendo el anfiteatro, Byrsa Hill y el Santuario de Tophet, están ubicadas en una colina desde donde se puede ver prácticamente toda la ciudad.

Segunda parada: Kairouan (un día)

Kairouan o Kairuán, Patrimonio de la Humanidad por la Unesco desde 1988, es una de las cuatro ciudades santas del Islam junto a La Meca, Medina y Jerusalem. De ahí que los lugares más interesantes para ver sean edificios religiosos como la Gran Mezquita, cuya fundación data del año 670 y es considerada el gran santuario más antiguo del occidente musulmán; la Mezquita de las Tres Puertas, cuya fachada esculpida es la más antigua que existe dentro del arte islámico; la Mezquita del Barbero, que alberga la tumba de Abu Zama, compañero de Mahoma que según cuenta la leyenda conservaba tres pelos de la barba de este; y dos mausoleos, el de Sidi Abid y el de Sidi Amor.

Mezquita en Kairouan. Foto: Haythem Gataa | Unsplash.

Mezquita en Kairouan. Foto: Haythem Gataa | Unsplash.

Tercera parada: Tamaghza y Chebika (medio día)

Al llegar a esta zona de Túnez, considerada el oasis de montaña más grande del país, percibimos el contraste de paisajes. La carretera de Kairouan a Tamerza, como también se la conoce, es cada vez más árida. Y a las puertas de la antigua ciudad de Chebika -abandonada después de que en 1969 el río la inundara- se experimenta el efecto del espejismo en medio de un desértico horizonte. Lo más interesante de este oasis es su Gran Cascada, en una estrecha garganta.

[Para leer más: El exótico rincón de Túnez que vive en color azul]

Cuarta parada: Tozeur (medio día)

Habitualmente la visita a Tozeur se hace de la mano de Tamerza y Chebika, pues la distancia que los separa es relativamente corta y en conjunto se pueden visitar los tres lugares en un día. La encontramos haciendo frontera con Argelia y en los límites del gran lado salado de Chott el Jerid, un lago sin agua pero donde se forman las preciosas rosas del desierto.

Chott el Djerid. Foto Nace Skoda Unsplash

Gran lago salado de Chott el Djerid. Foto: Nace Skoda | Unsplash.

Tozeur es la parada anterior a llegar al desierto del Sáhara y es una de las zonas más conocidas para los amantes de Star Wars, pues cerca de allí se encuentran tres de los escenarios de la saga: Mos Espa, la Granja de los Lars y el Cañón. También es un lugar conocido por la ruta que hace el tren Lézard Rouge, un ferrocarril de la época del protectorado francés con el que fue obsequiado el rey de Túnez y que en la actualidad se utiliza para hacer el recorrido del desfiladero del Selja, entre Metlaoui y Redeyef.

Quinta parada: Douz (dos días)

Este pueblo es considerado la puerta de entrada al Sáhara, el desierto más grande del mundo. Un lugar plagado de dunas que pueden llegar a superar los 100 metros de altura. Fundado por un pueblo nómada, en Douz es posible dormir en hoteles, pero también en las típicas jaimas que utilizaban estos pueblos pero adaptadas, eso sí, a las comodidades del viajero. Y es que, dormir en pleno desierto, en el suelo y escuchando los sonidos de la naturaleza y de los animales que por la noche pueblan su arena es una experiencia espectacular.

El desierto del SaÌhara desde Douz. Foto Sz Marton Unsplash

El desierto del SaÌhara desde Douz. Foto: Sz Marton | Unsplash.

En el pueblo se puede visitar el Museo del Sáhara, que recoge la historia de los pueblos nómadas bereberes que tanta importancia han tenido en toda esta zona.

Sexta parada: Matmata (medio día)

De camino hacia la costa se localiza la ciudad de Matmata, un lugar en el que vale la pena parar para ver las ‘casas trogloditas’, una zona que desde el aire parece un pequeño hormiguero debido a su arquitectura.

Excavadas directamente en la montaña hace más de 3.000 años, estas pequeñas cuevas dan a un patio común a cielo abierto realizadas por poblaciones de bereberes con la intención de protegerse del sofocante calor veraniego el frío invernal de la árida zona en la que se encuentran. Además de eso, también tuvieron una labor defensiva ya que es complicado detectarlas a simple vista sin saber que están ahí.

Casas troglodita de Matmata. Foto LuciÌa DiÌaz Madurga.

Casas troglodita de Matmata. Foto: LuciÌa DiÌaz Madurga.

Séptima parada: Djerba (un día)

Conocida como Los Gelves o Yerba, Djerba se trata de una isla de Túnez de 514 km² de superficie y de una naturaleza salvaje. Está básicamente enfocada al turismo exclusivo y de lujo, aunque existen opciones para que cualquiera pueda disfrutar de una estancia en este paraíso tunecino.

La ciudad más importante es su capital, Houmt Souk, un lugar que destaca sobre todo por las ruinas de la dinastía aglabí y por el complejo Borj El Kebir, conocida como la “fortaleza española” a causa de los enfrentamientos que tuvieron lugar allí en el siglo XVI entre españoles y otomanos.

Pero, sobre todo, en Djerba hay que disfrutar de sus playas de arenas blancas y aguas cristalinas. Y es que esta isla cuenta con más de 100 kilómetros de arenales como los de Sidi Mahrez, El Hachen o la Seguia, consideradas las mejores para disfrutar de este pequeño paraíso.

Isla de Djerba. Foto Discover Tunisia.

Isla de Djerba. Foto: Discover Tunisia.

Octava parada: El Djem (medio día)

Lo más conocido de El Djem, y que sin duda merece una visita, es su mundialmente conocido anfiteatro. Se trata de los restos romanos más impresionantes encontrados en todo el continente africano además del coliseo más grande de África y el tercero más grande del mundo tras los de Roma y Capua. Mandado construir por el procónsul romano Gordiano I en el 238 d.C., se tardaron más de 100 años en levantarlo. Además, el lugar en el que se encuentra fue uno de los lugares estratégicos del impero durante cinco siglos.

El Djem. Foto Pixabay.

El Djem. Foto: Pixabay.

Novena parada: Monastir – Sousse – Hammamet (dos días)

Estas tres ciudades -Monastir, Sousse y Hammamet- son perfectos para descansar al final de un roadtrip por Túnez. Son tres destinos de costa, de esos que sorprenden con playas de aguas cristalinas y arenas finas y blancas, y están muy próximos entre sí, de manera que son muy fácilmente visitables de vuelta a la capital tunecina.

En Monastir no hay que perderse su Ribat, una estructura defensiva islámica construida por los conquistadores árabes durante la conquista musulmana del Magreb. Tampoco la mezquita Bourguiba y su mausoleo, una obra arquitectónica de indudable belleza.

Denominada ‘La Perla de Sahel’, Sousse se identifica por la muralla que le rodea y se caracteriza por la importancia de su herrería y su labor marítima. Es una ciudad pintada de blanco y azul, de bella arquitectura que mezcla elementos del pasado con construcciones más modernas. No hay que dejar de visitar su Gran Mezquita, las catacumbas y el museo arqueológico.

Monastir. Foto Pixabay.

Monastir. Foto: Pixabay.

Desde la década de los 70, Hammamet se convirtió en la ciudad turística tunecina por excelencia y todavía hoy se considera el enclave preferido por los viajeros. A orillas del mar se encuentra la muralla que rodea la ciudad y la kashba, construida durante el siglo XV sobre un fuerte del siglo XII. Es posible que esta sea la ciudad más turística y menos atractiva de visitar, pero desde luego Hammamet es el lugar perfecto para terminar este viaje.

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