Trucos para descubrir la comida callejera sin caer intoxicado

La comida callejera es casi obligatoria en el Sudeste Asiático, Latinoamérica y el Magreb, pero hay que estar precavido para evitar problemas digestivos

Llegar a Kuala Lumpur, Bogotá o Marrakech y comer en un Mc Donald’s o Subway es casi un crimen contra el sentido común. No es que uno esté en contra de las hamburguesas y los bocatas industriales, pero una de las mejores formas de sumergirse en la cultura de otro país es probar la comida autóctona.

Y la comida callejera brinda una de las mejores oportunidades para conocer de primera mano la cultura gastronómica de un país. Claro que se puede ir a un restaurante y pedir la carta, pero la comida en pequeños puestos o en mercados aporta una explosión de colores, aromas, sabores y vivencias que no tiene igual.

Compartir una mesa con lugareños, cruzar unas palabras con el cocinero (si la barrera del idioma lo permite) y animarse a descubrir nuevos platos solo es posible caminando por las calles.

Pero no todos los estómagos están preparados para los sabores de otras latitudes. En Asia y varios países de Latinoamérica el picante es tan común como la sal en Europa. Además hay que ser precavido con el consumo del agua. Por ello, estos consejos ayudarán a probar la comida callejera sin padecer consecuencias hepáticas o digestivas.

Cuidado con el agua y el hielo

En muchas grandes ciudades el agua corriente no es potable. Por ello, hay que pedir refrescos o agua mineral pero con el tapón cerrado. Si está abierto, hay que devolverlo. Lo mismo sirve para el hielo: si no tenemos forma de saber con qué agua se elaboró, por lo que es mejor aguantar el calor y beber sin él.

Esto también vale para las frutas y verduras: si se cree que fueron lavadas con agua del grifo, mejor evitarlas. O en todo caso, con las frutas, pelarlas antes de consumirlas.

Sigue a las multitudes

Hay un dicho que dice que si un restaurante de carretera está lleno de camiones es que se come bien. No creemos que los transportistas tengan fama de ser grandes gastrónomos, pero el dato sirve para estar atentos cuáles puestos de comida son un éxito entre los locales.

Los guías locales pueden ayudar a diferenciar platos, ingredientes, y a recomendar sitios que no nos timen con el precio.

Si además de los lugareños también se perciben algunos turistas, es un buen signo que delata la popularidad entre los extranjeros, que quizás lo conozcan por recomendaciones.

Eso sí: también conviene pegar una mirada a cuánta gente está despachado: no sea cosa que hay muchos clientes esperando porque el cocinero es lento.

Pregunta a tu guía

En muchas ciudades están de moda los tours gratuitos, aunque las asociaciones de guías acusan de que hay mucho intrusismo en esta actividad. Si se suma a estos paseos, a costa de propinas, conviene preguntarle al guía cuáles son los sitios más recomendados para probar la comida callejera.

hanoi food
Puesto de comida callejera en Hanoi, Vietnam.

Además ayudará a diferenciar alimentos y enseñar palabras clave como “gracias”, “por favor”, “frio”, “caliente”, etcétera; y a saber cuáles son los precios para no ser timados.

Comer despacio

Mucha comida callejera es abundante en frituras y con dosis de picante que emularán a los dragones. Por ello se sugiere que los primeros días se prueben alimentos a la barbacoa, y paulatinamente se pase a platos más tradicionales.

El agua debe solicitarse embotellada y con el tapón cerrado. En lo posible, hay que evitar poner hielo a las bebidas si se desconoce su origen

Para evitar sorpresas desagradables con los condimentos, mejor pedir los platos sin picante. Con “poco picante” significa dosis menores, pero igualmente intolerables para la mayoría de turistas occidentales.

Evitar segundas cocciones

Siempre es mejor pedir alimentos que se elaboran al momento. Desear un platillo expuesto en un escaparate significa que va a volver a pasar por la freidora, y conforme pasan las horas, el aceite está cada vez más quemado.

Mejor al mediodía

Los puestos callejeros reciben sus alimentos por la mañana, por lo que a la noche –sobre todo en países cálidos- su calidad y salubridad pasa a ser dudosa. La recomendación es pedir alimentos frescos, pero no más allá de las 14.00 horas. Y controlar que la conservación sea en refrigeradores.

Por más que una foto de pescados rodeados de hielo quede bonita en Instagram, con el correr de las horas será un producto más peligroso para el consumo.

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