Tras las huellas de Astrid Lindgren en Småland

Con 75 libros traducidos a más de 100 idiomas y decenas de millones de copias vendidas, Astrid Lindgren dejó una profunda huella en el mundo. Seguimos sus pasos en su hogar en Småland

Paisaje de casas rojas en Stensjö, Småland. Foto: Tony Töreklint | Imagebank.sweden.se

En la comarca de Småland, en el sureste de Suecia, la llegada del verano es bienvenida con jolgorio y grandes celebraciones. Tras largos meses oscuros y fríos, la luz solar se torna prácticamente sempiterna, emitiendo un calor que invita a disfrutar al aire libre de la gran belleza natural propia de esta parte del mundo. Una exuberante naturaleza protagonizada por bosques, interminables praderas, lagos y riachuelos, y que inspiró a la artista más famosa nacida allí, la escritora Astrid Lindgren.

Astrid vino al mundo, en 1907, en el seno de una familia humilde que habitaba una granja situada en las afueras de la pequeña población de Vimmerby. Con sólidos principios y gran luchadora por los derechos de personas y animales, Astrid tuvo una longeva vida en la que nunca perdió la imaginación y pureza de alma de su niñez. Al morir, dejó tras de sí 75 libros traducidos a más de 100 idiomas y una ristra de famosos personajes encabezados por aquella niña pelirroja de largas trenzas: Pippi Calzaslargas.

El personaje de Pippi sigue siendo muy popular en Suecia. Foto: Tina Stafrén | Imagebank.sweden.se.

Sin duda, Astrid dejó una profunda huella en el mundo. Tanto en el de los niños como en el de los adultos. Una huella que tuve la fortuna de seguir y que me llevó a explorar a fondo la comarca de Småland.

Näs, la granja donde nació Pippi Calzaslargas

Emprendí mi ruta tras los pasos de la escritora en el lugar donde comenzó todo, la granja llamada Näs. Alquilada en 1896 por los abuelos paternos de Astrid, la escritora nació y pasó los primeros años de su vida en ella.

La granja Näs, en la pequeña localidad sueca de Vimmerby, fue la primera inspiración de la escritora, donde se despertó su fascinación por la naturaleza, los animales y las aventuras al aire libre

Näs fue la fuente de inspiración principal de la escritora. Sus juegos con sus hermanos y amigos, la fresca y salvaje naturaleza, la sencilla gente del pueblo de Vimmerby y el día a día de la granja despertaron en ella un amor incondicional por la naturaleza, los animales y las aventuras al aire libre.

La fachada exterior de la casa principal de la granja mantenía la misma apariencia de antaño, con esos tablones de madera rojos y el tejado a juego, mientras que las ventanas y la entrada contrastaban con su color blanco, que relucía bajo el agradable sol estival.

Granja de Näs. Foto: ©Astrid Lindgren Näs.

Astrid se encargó de rehabilitar la antigua granja familiar en 1960, consiguiendo incluso recuperar algunos de los viejos muebles que habían estado allí durante su infancia. Por ello, al visitar su interior sentí como si estuviera viviendo un auténtico viaje en el tiempo.

Mientras recorría las habitaciones, pensaba que de ese ambiente salieron personajes como Pippi, Miguel el Travieso (Emil i Lönneberga) y los niños del Pueblo Ruidoso.

Junto a la casa, los Jardines de Näs se han convertido en un espacio narrativo compuesto por varios ambientes diferentes en los que se intenta recrear un entorno conectado con los sentimientos expresados en las historias de Astrid: esperanza, seguridad, libertad, coraje, melancolía y el puro disfrute de la vida.

Más que recorrer estos jardines con la prisa con la que lo hice, lo ideal es quedarse un rato en cada ambiente, en completo silencio y centrando la atención en las fragancias y sonidos de la naturaleza que te rodea. Quizás la imaginación haga el resto para que no tardes en encontrarte inmerso en alguna de las aventuras de los personajes de Lindgren. O en tus propias aventuras de tu infancia.

Jardines de Näs. Foto: Turismo de Smaland.

Astrid Lindgrens Värld, el mundo de los personajes de Astrid

Mucho menos tranquilo y recogido era el ambiente que se respiraba en el parque temático de El Mundo de Astrid Lindgren, ubicado en Vimmerby.

La jornada era radiante, y ello contribuyó a que, a pesar de ser un día laborable, el parque se encontrase prácticamente lleno. No en vano, tras 40 años de historia, más de medio millón de personas pasa por él cada temporada. Todo un logro, teniendo en cuenta que tan solo está abierto entre junio y agosto, y los fines de semana de septiembre.

Al cruzar la entrada al Astrid Lindgren’s World dejé atrás el mundo ordinario para sumergirme en las páginas de las creaciones de la escritora. 

Foto: Astrid Lindgren’s World.

Allí estaban, entre árboles, los coloridos escenarios de los libros, como Villekulla, el barco delos piratas, el castillo de la historia de ‘Ronja, la hija del bandolero’, el bosque de Matt, Katthult e incluso el tejado de Karlsson. 

Las actuaciones musicales y la representación de coreografías que contaban maravillosas historias se sucedían en una cadena casi interminable, que añadía, con su música, más magia al dulce ambiente de total irrealidad que lo impregnaba todo. 

Para atajar cualquier conato de intento de regreso al mundo real, por las avenidas y senderos del parque no dejaban de pasearse distintos personajes de los libros de Lindgren. Un cartero por aquí, un grupo de niños por allá… No era necesario, ni siquiera, establecer contacto visual con ellos para verme envuelto, sin buscarlo, en una conversación que comenzaba siendo surrealista para convertirse, tras dejar caer mis defensas impuestas por la vida adulta, en un sinfín de risas y maravillosos sinsentidos.

Astrid Lindgrens World en Vimmerby. Foto: Anna Hållams | imagebank.sweden.se

Todo el parque del Mundo de Astrid Lindgren me pareció diseñado para homenajear – y, sobre todo, recordar – una de sus frases más célebres: “Una infancia sin libros, eso no sería infancia. Eso sería como ser excluido del lugar encantado donde puedes ir y encontrar el tipo más raro de alegría”.

La casa de la escritora en Estocolmo

Por último, aproveché la mañana libre que tenía en Estocolmo antes de tomar el avión de regreso a casa, para visitar la casa del número 46 de la calle Dalagatan.

Allí vivió y trabajó Astrid desde 1941 hasta su muerte, en el 2002. Conservado en las mismas condiciones en las que estaba mientras la escritora vivió allí, fue emocionante ver los lugares en los que ella se sentó a escribir libros como Pippi Calzaslargas o Ronja, la hija del ladrón. También desde allí respondió a las decenas de miles de cartas que le llegaron desde todos los rincones del mundo, en una correspondencia que fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.

Casa de Astrid Lingren en Estocolmo Foto: Jann Lipka | Imagebank.sweden.se.

¿Quién consigue que sus cartas sean consideradas Patrimonio de la Humanidad? Solo alguien genuinamente brillante, imaginativa, entregada, buena y luchadora. Solo alguien como Astrid Lindgren.

a.
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