Toscana: las pequeñas joyas escondidas de la Costa Etrusca

Al sur de Livorno, sobre el mar Tirreno, se despliega un rosario de pequeñas ciudades costeras soñadas para olvidarse del mundo

Siglos antes de que Roma conquiste el mundo desde la región de Toscana la civilización etrusca se expandió por el centro de la península itálica. Su herencia cultural bautiza a una de las costas más bonitas del país, donde se despliegan pequeños pueblos frente a las aguas claras del Mar Tirreno.

La Costa Etrusca es la franja de 85 km que va desde Livorno hasta Piombino, zona de calas y playas de arenas finas, ideales para practicar deportes náuticos en sus agua y senderismo entre los bosques, o simplemente desconectar para dejar que el tiempo pase sin prisas.

Una serpiente de asfalto entre los acantilados

La Via Aurelia es el camino que permite descubrirla, con sus curvas y precipicios, con los acantilados esculpidos para dar paso a la cinta de asfalto, en un recorrido que recuerda al viaje de Vittorio Gassman y Jean-Louis Trintignant en Il Sorpasso.

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Pero la costa es mucho más que un paseo al borde del mar. Los pueblos interiores como Suvereto con su fortaleza en ruinas y sus almenas en la murallas, Sassetta y su equilibrio en un promontorio rocoso, y las estrechas calles de Guardistallo y Montescudaio también valen una visita.

La agreste costa de Castiglioncello. Foto Visit Tuscany

La agreste costa de Castiglioncello. Foto Visit Tuscany

Pero para eso hay tiempo. La idea es poner en marcha el coche y estar preparado para recibir al sol que se refleja entre las aguas del Mar Tirreno en cada curva.

Meca de surfistas, inspiración de artistas

La primera parada es Castiglioncello, a un lado de la Via Aurelia. Paraíso de los surfistas por las intrépidas olas que bañan la costa, sobre todo en sitios como Rocky Point (un homenaje al original de Hawái), es llamada con poca originalidad ‘la perla del Tirreno’.

Las costas cercanas a Castiglioncello sirvieron de inspiración a los artistas del movimiento ‘macchiaioli’, surgido en Florencia en la segunda mitad del siglo XIX

Entre sus acantilados de rocas rojas que resguardan calas y bahías, pinares que sirvieron de inspiración a poetas y a pintores del movimiento macchiaioli (manchistas), también se presenta una intensa agenda cultural con los festivales que el Castillo Pasquini organiza cada año con espectáculos de danza, musicales y conferencias.

Castillo Pasquini en Castiglioncello Foto Visit Tuscany

El castillo de Pasquini, en Castiglioncello. Foto Visit Tuscany

El lugar conserva una importante herencia de la cultura etrusca, que se descubre en el Museo Arqueológico Nacional de Rosignano Solvay. Allí se presentan los restos hallados en las necrópolis de Castiglioncello, Castelnuovo de la Misericordia y Vada, donde también se desenterraron restos de un importante puerto construido en la primera mitad del siglo I.

Playas para recordar

Ya que hablamos de Vada, hay que destacar sus playas de arenas blancas, divididas entre balnearios públicos y privados rodeados de grandes pinares. Este color se obtiene por la presencia de materiales calcáreos, apreciados por la industria de la cercana Solvay, y le da una estética que se confunde con el Caribe.

Foco de la navegación en la Costa Etrusca desde tiempo inmemoriales, en el centro de la ciudad, en la Plaza Garibaldi, se levanta una torre renacentista construida para alertar de la presencia de piratas sarracenos.

Sus aguas claras son buscadas por los amantes del buceo, en sitios como Rada Sarraceno, el Pinar de Pietra Bianca, los Molino a Fuoco y el Mazzanta, donde si hay suerte se pueden ver en el fondo del mar ánforas y jarrones de terracota, como los que se hallaron en numerosas ocasiones en la cercana localidad de San Gaetano.

Vada Foto Visit Tuscany

Parece el Caribe pero es la playa de Vada. Foto Visit Tuscany

Historia y relax

Este paisaje de aguas transparentes y arenas finas se repite en el siguiente punto, Marina di Cecina, sitio muy apreciado por el turismo internacional, y con bosques buscados por los que quieren fatigar las piernas por los senderos para recorrer con bicicleta de montaña.

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La villa de Cecina cuenta con otro museo, el Guerrazzi, con un patrimonio de objetos etruscos y romanos. Para conocer más en detalle el desarrollo de esta última civilización está el asentamiento de Villa San Vicenzino, descubierto en las décadas de los ’70 y ’80.

Playas de Marina di Cecina Foto Visit Tuscany

Playas de Marina di Cecina Foto Visit Tuscany

Así como Vada tuvo que defenderse de las incursiones de piratas, también Bibbona creció en torno a una muralla del siglo XVIII para proteger la Costa Etrusca.

Muchas de estas villas crecieron en torno a sólidas fortalezas y torres de vigilancia construidas para frenar las incursiones de piratas

En la costa, Marina di Bibbona cuenta con playas de arena de largas extensiones y pinares, como los que se encuentra en el Matorral de Magone, donde la frondosa vegetación de la costa toscana sirve de marco a una quincena de senderos para practicar ciclismo, equitación y senderismo.

Fortalezas y murallas

La belleza de estas costas se repite en Marina di Castagneto, prólogo de la villa de Castagneto Carducci, con un fuerte militar renacentista que fue esencial para proteger a los pueblos toscanos.

Encanto en la villa medieval de Bibbona

Encanto en la villa medieval de Bibbona

Un patrimonio similar es la torre de defensa de San Vicenzo, del siglo XIV, que se divisa desde el enjambre de embarcaciones deportivas que cada año conquista la rada de la costa, que aprovechan las aguas calmas y las playas.

Pero uno de los puntos más impactantes de esta costa es el Golfo de Baratti, que debido a la abundante presencia de hierro, presenta arenas de color negro y plateado, que incluso brillan bajo el sol.

El lugar es otra meca de los deportes acuáticos, como snorkel y submarinismo, además de la navegación a vela.

Fuerte de Castagneto Carducci Foto Visit Tuscany

Fuerte de Castagneto Carducci. Foto Visit Tuscany

Huellas antiguas y medievales

Como en tantos otros sitios de esta costa, las huellas de los etruscos se descubren en el parque arqueológico de 80 hectáreas y en la necrópolis de San Cerbone, la única que esta cultura construyó junto al mar.

La cercana villa medieval de Populonia, con su muralla, esconde un encantador paraje de calles empedradas, coquetos comercios y un vecino monasterio benedictino, el de San Quirico, que hay que descubrirlo en medio del bosque.

Fortaleza ante el Golfo de Baratti Foto Pxfuel

Fortaleza ante el Golfo de Baratti Foto Pxfuel

En todos estos parajes la comida marinera ya justifica la visita, con platos de mariscos y pescados como la sopa cacciucco, o preparaciones de la tierra como la famosa sopa de verduras y los vinos toscanos, con marcas como Bolgheri o Sassicacia; delicias que dan el placer que faltaba a los que se animan a recorrer la sinuosa carretera de la Costa Etrusca.

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