Soportújar: las brujas viven en la Alpujarra granadina

Entre los pliegues montañosos de la Alpujarra de Granada, un pueblo parece haber sucumbido a los encantamientos de brujas y seres de otro mundo

Un encantador pueblo de casas blancas. Foto Miguel Ossorio – Flickr

Quizás fue el destino, o una poderosa fuerza de otra dimensión, el que provocó que tuviera la suerte de visitar Soportújar la víspera de la noche de Halloween y con una niebla tan densa que me había obligado a adivinar parte de las cerradas y peligrosas curvas que tuve que afrontar en la tortuosa carretera que lleva al pueblo desde Granada.

Así, tras salir de la carretera nacional tomando un desvío a la izquierda, parte de un pueblo de casas blancas emergió de la niebla como por arte de magia.

Desde la lejanía, Soportújar no me parecía diferente a otras localidades de las montañas granadinas. Sus casas de fachadas encaladas apenas resaltaban contra el blanco apagado de la niebla, y estaban dispuestas sobre la ladera de un pequeño cerro, con la típica distribución escalonada de las poblaciones surgidas en tiempos de dominación morisca.

Sin embargo, al acercarme y adentrarme en su laberinto de calles sinuosas y estrechas, me di cuenta de que allí había algo más. Una energía ancestral que parecía emanar de cada casa y cada oscura esquina.

Soportújar y las brujas: ¿leyenda o historia?

Y es que, hasta el siglo XVI, Soportújar era un lugar corriente. Allí habitaban aún un nutrido grupo de familias moriscas que intentaban vivir en paz tras la Reconquista cristiana de la península ibérica. En aquella época, el nombre de la población era Soborcoxar, que significaba “lugar de soportales” (término que apoya la teoría de que el lugar ya estaba poblado en tiempos romanos, amantes de estas estructuras urbanas).

Monumento a las brujas de Sóportujar. Foto Miguel Ossorio – Flickr

Sin embargo, tras el decreto de expulsión de los moriscos ordenado por Felipe II, Soportújar tuvo que ser repoblado con familias cristianas. Y es aquí donde aparece la controversia sobre el origen de las leyendas de brujería.

Los historiadores achacan a la repoblación del pueblo con familias cristianas llegadas de Galicia las leyendas de brujas en torno a Soportújar

Los libros hablan de familias de la zona (Jaén, Castilla La Vieja, Granada, Montilla, etc.), pero otros historiadores defienden que también llegaron cristianos procedentes de Galicia, atribuyéndoles a ellos la aparición de los mitos y leyendas sobre brujas, aquelarres, pócimas, encantamientos, sortilegios y demás historias tenebrosas.

Unas calles con huellas de brujería

Sea como fuere su origen, lo cierto es que en Soportújar existe ese ambiente de superstición, esoterismo y lugar de fantasía. Y con tantos iconos, negocios esotéricos, estatuas, murales y figuras dedicadas a la brujería, es imposible abstraerte de ello.

Primero me encontré, en la rampa de acceso al pueblo, una escultura gigante de la cabeza de Baba Yaga, con sus grandes ojos azules, boca desdentada y ralo pelo blanco. Según cuenta la leyenda, Baba Yaga es una anciana con poderes sobrenaturales que vive en las profundidades de los bosques rusos, en una casa asentada sobre patas de gallina y rodeada de arboledas y cráneos brillantes de humanos.

El agua de la fuente que custodia un enorme dragón es, según las leyendas, afrodisíaca y potenciaba la fertilidad

Es capaz tanto de ayudar a los niños extraviados como de comérselos. Por ello, le miré y le regalé una sonrisa. No fuera que estuviera hambrienta.

Vistas de Soportújar. Foto Jaime Pérez | Flickr

Algo más arriba, pude contemplar la casa de Baba Yaga, con sus largas patas de gallina y ubicada junto a la fuente del chorro, que encierra un acertijo que tendrás que resolver si quieres salir de allí vivo.

También salieron indemnes Hansel y Gretel de una casita de chocolate muy parecida a la que se encuentra una calle más arriba de la casa de Baba Yaga.

Arañas, dragones y gatos negros

Lo que no sé es si los niños que consigan escapar de esa dulce trampa podrán luego despistar a la araña gigante que guarda uno de los callejones contiguos. Cuenta la leyenda que ha atrapado en su tela a muchos incautos que la creían dormida.

Recorrí todos esos lugares con esa típica media sonrisa del que sabe que todo aquello no puede ser más que un montaje decorativo – y estupendamente trabajado – para aportar un gran valor turístico al pueblo, pero que en el fondo siente que hay algo extraño y mágico que flota en el ambiente.

A esa sensación ayudaba mucho el hecho de que las calles estaban atestadas de enigmáticos gatos y gente disfrazada de brujas, esqueletos, zombis, frankensteins, vampiros y demás protagonistas de la cultura popular del terror. Y todos ellos envueltos por una niebla que no me permitía ver más allá de 40 o 50 metros.

Con tantas emociones, quise parar a beber en una fuente custodiada por un enorme dragón. Según me contó un lugareño, esas aguas eran afrodisíacas y potenciaban la fertilidad. Bueno saberlo, pero no me enamoré en Soportújar.

Cerca de ella me topé con un pozo de los deseos y la calle Zanjilla, que con sus 48 centímetros de ancho en su punto más angosto, se jacta de ser una de las más estrechas de España.

Bosque cercano a Sóportujar. Foto Turismo de Andalucía

A pesar de la niebla, me acerqué a los dos miradores más populares de Soportújar: el del Aquelarre (o Era de los Aquelarres) y el del Embrujo.

Aunque no pude disfrutar de las vistas, sé que desde el primero se divisan el valle de Órgiva, las aguas del Mediterráneo e incluso, en los días más claros, la costa africana. Y todo ello acompañado de las esculturas de una calavera, una bruja, un caldero y un gato.

La calle Zanjilla, con 48 centímetros de ancho en su punto más angosto, se jacta de ser una de las más estrechas de España

El Mirador del Embrujo es el lugar más visitado y fotografiado de Soportújar. Se encuentra en la Plaza de Abastos, junto al Ayuntamiento y la iglesia de Santa María la Mayor, un bello templo del siglo XVI que aún conserva trazas de su original estilo mudéjar.

Senderismo y gastronomía en Soportújar

Para reconfortarme del frío y el miedo, pensé que no habría nada mejor que degustar las viandas de la Alpujarra granadina. Elegí la Taberna Romero, situada a un paso de la Plaza de Abastos.

Allí probé el contundente plato alpujarreño, unas berenjenas con miel y unos pestiños de postre. Sin embargo, la carta ofrecía otros apetecibles platos, tanto de carne como vegetarianos.

La comida estuvo deliciosa y la amabilidad de los camareros y la autenticidad del lugar no hicieron más que mejorar la experiencia.

El sendero del GR-7 es ideal para ser recorrido en bicicleta. Foto Turismo de Andalucía

Para digerir mejor la comida, decidí caminar hasta la Cueva del Ojo de Bruja. Se halla antes de la entrada al pueblo y allí descubrí a una bruja trabajando en su nueva poción mágica. La leyenda dice que la grieta situada al fondo de la cueva conduce a otros mundos.

No a otros mundos, sino a una naturaleza exuberante lleva el sendero GR-7 que conecta con la cueva gracias al Puente Encantado.

Este sendero cruza la península ibérica y forma parte del sendero europeo E4 que une lugares tan lejanos como Chipre y Marruecos. Además, posee el honor de ser el primer sendero de gran recorrido que se señalizó en nuestro país. A través de él podrás conocer bellos paisajes de Sierra Nevada y La Alpujarra.

También los amantes de la bicicleta de montaña pueden pasar por Soportújar si siguen la ruta Transnevada, que recorre todo el perímetro del Parque Nacional de Sierra Nevada. Eso sí, si optas por esta opción, quizás no deberías detenerte demasiado tiempo en Soportújar. Las brujas siempre han tenido debilidad por las personas sanas y puras.

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