Siete islas de Croacia para perderse esta Semana Santa

Escaparse al Adriático no solo es una buena idea por su cercanía, sino también por disfrutar de rincones únicos como sus islas

Apenas unas horas nos separan de Croacia en avión, un destino relativamente cercano que, en primavera, se vuelve más apetecible si cabe. Las islas del Adriático, que en esta época del año aún no empezaron a llenarse de turistas, se convierten en una escapada de primer orden para aquellos que quieran disfrutar del mar, de playas hermosas casi desiertas y de la historia que encierran las ciudades y pueblos de estos territorios tan ligados históricamente a los nobles venecianos.

Hvar, ŠÄ‡edro, Vis, Rab, Cres y Losinj, Dugi Otok y Pag o cómo disfrutar de islas paradisíacas práctiamente sin gente (y a pocas horas de avión)

1. Hvar

Es la isla más extensa del Adriático y es un lugar idílico presidido por un pequeño pueblo que mira al mar y cuyas marinas están siempre llenas de pequeños barcos de recreo. A su alrededor se encuentran pequeños bosques, con un sotobosque rico en romero y lavanda, y sus aguas cristalinas hacen que zambullirse directamente desde el barco en ellas sea un planazo.

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Puerto de Hvar. Foto: Luka Esenko – Turismo de Croacia.

El encanto de Hvar reside en que, en apenas un poco de espacio, tenemos un buen númeo de edificios de la Edad Moderna, con ejemplos renacentistas y góticos dejados por siglos de dominación veneciana. La Fortaleza, el Teatro Antiguo o el Convento de los Franciscanos son algunos de los lugares que no hay que dejar de visitar, casi tanto como perderse por su naturaleza llena de pinares o las muchas islitas que hay a su alrededor y que son solo accesibles por mar.

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2. Sćedro.

Esta isla, que parece haber sido dibujada sobre el mar por su silueta orgánica y cubista, es toda una maravilla para los sentidos.

A dos kilómetros de Hvar, es un parque natural cuya costa está llena de cuevas pequeñas y calas solitarias. Fue famosa en el siglo I a.C. por ser el lugar de una batalla entre Pompeyo y César y hoy es perfecta para hacer senderismo y caminarla de un lado a otro.

Scédro, Croacia.
Scédro, Croacia.

Veremos un monasterio dominico abandonado, un pequeño restaurante en una de las calas o bahías coquetas de aguas cristalinas y arena con pequeños guijarros. El paisaje no puede ser más bucólico.

3. Vis

Parece una isla en la que el tiempo se detuvo y jamás nadie puso de nuevo el reloj en marcha.

Se debe, en parte, a que entre 1950 y 1989 la isla de Vis fue una base naval del ejército yugoslavo y, por tanto, inaccesible. Hoy, sin embargo, sus dos pequeños pueblos, Vis y Komiza, acogen coquetos rincones en los que relajarse.

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Costa de Vis. Foto: Ivo Pervan – Turismo de Croacia.

Se hizo popular al ser elegida como escenario de la segunda parte de la película Mamma Mia y es de las más alejadas de la costa continental. Navegar entre sus calas es casi obligado, y eso incluye acercarse a Bisevo, un pequeño islote donde se encuentra la Cueva Azul, el fenómeno de refracción más emocionante del Adriático.

4. Rab 

Bienvenidos a la isla preferida del Adriático por los amantes del naturismo. La playa más famosa para practicarlo es la de Kandarola aunque, como es imaginable, no será por multitud de calas a lo largo de la costa que, como en el resto de islas croatas, es bastante sinuosa.

Eduardo VIII la eligió como lugar para enamorar de nuevo a Wallis Simpson en 1936 tras su matrimonio, y fueron ellos los que la popularizaron como lugar de baño nudista.

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Rab. Foto: Ivo BioÄina – Turismo de Croacia.

Pero Rab es también donde encontraremos un pueblito homónimo con calles laberínticas, miradores y cuatro campanarios que le dan un aire diferente y recogido. Todo el alrededor está plagado de islas diminutas y desiertas, por lo que la aventura está servida.

5. Cres y Losinj

Formaban una única isla en la antigüedad, pero los romanos las separaron mediante una obra de ingeniería única en la época.

Hoy se encuentran unidas por el puente de Osor y Cres es la preferida para los que aman unas vacaciones tranquilas disfrutando de la naturaleza.

Llama la atención el contraste entre la zona sur, más desértica, y la norte, con muchos bosques. Las caminatas siempre desembocan en el lago Vransko, de agua dulce y con 68 metros de profundidad.

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Cres. Foto: Zoran Jelaca – Turismo de Croacia.

La capital de la isla cuenta con sus palacios venecianos e iglesias de la época, destacando la Torre del Reloj, desde donde parte un pasadizo hasta la iglesia de Santa María. Cres también es famosa por su población de buitres (de varios tipos y todos protegidos, como los muchos delfines que nadan en sus aguas) y no podemos abandonarla sin probar su tradicional carne de cordero.

6. Dugi Otok 

También conocida como la Isla Larga, tiene 45 kilómetros de largo y hasta cuatro de ancho en algunas zonas, por lo que es de las más extensas de las islas dálmatas.

Sin embargo, aunque posee hermosas playas familiares y zonas nudistas preservadas, destaca especialmente por el Parque Natural de Telascica, en el extremo sur de la misma, que preside el lago salado, una extensión de agua de nada menos que dos kilómetros de longitud cuyas aguas están tres grados más calientes que el Adriático que lo rodea y del que la tradición dice que posee propiedades medicinales.

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Dugi Otok. Foto: Domagoj Sever – Turismo de Croacia.

La zona está libre de carreteras, por lo que solo se puede recorrer andando o en barco. Salvo excepciones, las playas allí son de rocas y piedras.

7. Pag

Muchos comparan a Pag con Irlanda por la costa de acantilados que la rodea, con impactantes cortes verticales en sus más de 300 kilómetros de largo. El culpable de esculpir esa belleza es el llamado ‘bura’, el fuerte viento que la azota.

Su capital es la antigua ciudad romana de Pagus y se encuentra a los pies de una bahía. Las calles cuentan con bonitos ejemplos de palacios y casas de los siglos XVI y XVII, destacando el llamado Palacio del Conde, también de estilo veneciano.

Pag, Croacia.
Pag, Croacia.

Es una de las islas croatas con más restos del Imperio Romano como, por ejemplo, el acueducto subterráneo existente en el pueblo de Novalja. También es famosa por ser donde más fiestas y clubes hay.

El encaje es la manufactura tradicional de esta isla, donde lo habitual es comer pescado salado y, de postre, galletas elaboradas por las monjas de los conventos de los pueblos.

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