El Sendero Azul: la belleza agreste de Gran Canaria resumida en siete kilómetros

Las últimas semanas de otoño son ideales para transitar por este sendero que bordea los acantilados de la franja norte de la isla canaria, todo un museo al aire libre para los amantes de la naturaleza

Paisaje de El Confital. Foto Juan Fco. Marreno-Flickr

Hay un rincón de la isla de Gran Canaria donde se puede caminar sobre el mar en las cabezas. No es que uno realice un paseo submarino, sino que cuando se transita por el Sendero Azul se puede conocer, gracias a los acantilados que flanquean esta vía, cómo la geología fue moldeada por la acción del Atlántico.

Este es uno de los atractivos de este camin, que recorre siete kilómetros de la costa norte de Gran Canaria, un balcón sobre el mar dotado de una gran belleza, que gracias a las suaves temperaturas del otoño insular se puede recorrer sin problemas.

La evolución geológica de la isla

El trayecto une la Bahía de Confital con la Playa de Las Canteras, parte del municipio de Las Palmas de Gran Canaria, que permite conocer la rica naturaleza y su evolución histórica gracias a 15 paneles explicativos que hay en el camino.

El Rincón desde la Bahía de El Confital. Foto Juan Fco. Marreno | Flickr

Poco después de empezar a caminar, tras dejar atrás la escultura de nueve metros El Atlante, se ve cómo el tiempo ha dejado su huella en los acantilados.

En la zona de El Rincón se percibe en las trazas negras con toda claridad cómo las coladas volcánicas han dado origen al Roque Nublo.

Una línea de rocas amarillas evidencia cómo el mar estaba a un nivel 100 metros superior hace cuatro millones de años.

Las espléndidas olas de El Confital. Foto Bengt Nyman | Flickr

Meca del surf

Sea la época que sea, en estas playas se ve a surfistas domando las olas. Aquí el pionero Ulises Betancor comenzó a fabricar tablas artesanales en la década del ’60 y desde ese entonces estas costas se han convertido en una de las mecas de este deporte.

Ulises Betancor comenzó a fabricar tablas de surf en los ’60, y las playas bajo el Sendero Azul se convirtieron en una de las mecas de este deporte acuático

Así se ve en la gran cantidad de escuelas y centros de surf que reciben a aficionados y expertos en cualquier momento del año, incluso en otoño e invierno, lejos del aluvión turístico.

Alfredo Kraus cantando al Atlántico. Foto El Coleccionista de Instantes – Flickr

Homenaje a Alfredo Kraus

El camino sigue y una construcción llama la atención de los senderistas: se trata del auditorio Alfredo Kraus, un merecido homenaje al tenor grancanario que se extiende con la escultura de su figura.

Estamos en el paraje conocido como Cícer, acrónimo de la sociedad alemana Compañía Insular Colonial Electricidad y Riesgos SA., antigua propietaria de las instalaciones industriales, donde el arquitecto Óscar Tusquets diseñó este edificio cuyo color claro contrasta con el color más oscuro de las arenas.

Refugio de biodiversidad marina

Aunque sea otoño, cada tanto se ve la boya flotante, naranja intenso, de algún submarinista que está explorando estas aguas.

En temporada veraniega es un deleite para los amantes del snorkel, pero con la llegada del frío es imperativo usar traje de neopreno.

Auditorio Alfredo Kraus. Foto El Coleccionista de Instantes – Flickr

En las costas de Gran Canaria se concentra una rica biodiversidad marina, sobre todo en los corales y arrecifes

Pero tal como se precisa en los paneles, este rincón del Atlántico canario concentra una rica biodiversidad en pocos kilómetros cuadrados, donde se despliegan arrecifes, cuevas marinas, plataformas de roca; y ya en pleno mar abierto, especies como tortugas, delfines y un gran número de peces.

Recuerdos de Moby Dick

Los carpinteros de la zona, o en todo caso sus herederos, recuerdan que en 1956 aquí se filmó la versión de Moby Dick dirigida por John Huston.

La memoria sigue viva porque estos artesanos de la madera fueron requeridos para construir una maqueta a tamaño natural del cachalote blanco que obsesionaba al capitán Ahab (interpretado por Gregory Peck).

Ver cachalotes de verdad es muy difícil, pero rocuales, con seis especies catalogadas como de presencia constante, es más sencillo.

La rica biodiversidad de esta franja grancanaria persiste en el Paseo de Las Canteras, hasta que el caminante llega a la zona de La Puntilla.

Ahí se entra en la Bahía del Confital y el Área Marina de la Isleta, que están protegidas por la Red Natura 2000.

Playa de Las Canteras. Foto Bengt Nyman-Flickr

La zona de El Confital

Al acercarse a El Confital alguien recuerda que el nombre remite a la acumulación de pequeñas rocas que están revestidas por algas rojas y coralináceas conocidas como rodolitos.

Al morir se descoloran y cambian al tono blanco, y la imaginación popular recordó que se parecen a los confites de repostería.

Las rocas de El Confital, revestidas de corales blancos recuerdan a los confites de repostería. De ahí su nombre

A un lado se eleva la montaña del Confital, donde en las Cuevas de los Canarios se encontraron restos de una civilización nativa que tenían factorías de pescado, estructuras defensivas y salinas, y en donde se hallaron numerosos restos de cerámicas y otros utensilios.

Se trata de 20 cavidades que recuerdan la abundante riqueza que se puede encontrar en cualquier rincón de Gran Canaria, ya sea de la generosa naturaleza forjada por la furia de los volcanes o de la larga historia que ha bañado sus costas.

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