República Dominicana convierte un galeón hundido en un museo submarino

Un nuevo parque subacuático en aguas de República Dominicana permite explorar los restos del naufragio del buque español Nuestra Señora de Begoña

“Toma solo fotos. Deja solo burbujas”. Es el original eslogan del proyecto Museos Vivos del Mar, una iniciativa que protege y preserva los naufragios históricos y el patrimonio marítimo y que permite acercarse a estos recursos de una forma tan original como el buceo. El último de ellos, en República Dominicana, permite explorar los restos del buque español Nuestra Señora de Begoña, hundido en 1725.

Se trata del quinto de estos museos vivos que promueve la Universidad de Indiana (EEUU) y, como lo anteriores, no solo ofrece una original visión de la historia y el patrimonio cultural en torno a los naufragios históricos, sino que también mantienen y muestran la biología subacuática que ha florecido en torno a ellos.

El quinto Museo Vivo del Mar del Caribe se ubica en las aguas protegidas del Parque Submarino La Caleta, al sur de República Dominicana

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Con la colaboración del gobierno de República Dominicana, que hace pocos días inauguraba su propio museo de patrimonio marítimo, en este caso el Museo de las Atarazanas Reales en la ciudad de Santo Domingo, este quinto Museo Vivo del Mar se ubica en las aguas protegidas del Parque Submarino La Caleta, a unos 20 km de la capital.

Dentro de ese espacio ya existe un atractivo turístico submarino, el barco Hickory, en este caso hundido en 1984 por el Grupo de Investigadores Submarinos (GIS) con el propósito de producir un hábitat seguro para especies amenazadas.

Museo Submarino. Foto: Centro para la Ciencia SubacuaÌtica de la Universidad de Indiana

Museo Submarino. Foto: Centro para la Ciencia SubacuaÌtica de la Universidad de Indiana.

Nuestra Señora de Begoña

El nuevo espacio se articula, según sus datos, so bre los restos del buque Nuestra Señora de Begoña, un galeón español hundido supuestamente durante una tormenta en las aguas de la costa sur República Dominicana.

Mientras que algunos de los artefactos y objetos que portaba el barco fueron trasladados al Museo de las Atarazanas Reales en tierra firme, otros se dejaron en el fondo marino y forman parte de la actual exposición submarina.

Según el Centro de Ciencias Subacuáticas de la universidad, esta inicitiva es fruto del trabajo de 25 años de investigación en el país que buscaba restos de barcos asociados con el segundo viaje de Cristóbal Colón a las Américas.

Según sus promotores, la instalación de museos submarinos en barcos hundidos es una «solución creativa» al problema de los cazadores de tesoros

Museos frente a cazadores de tesoros

Según una de las investigadoras del centro, Tori Galloway, este tipo de museos submarinos constituyen una “solución creativa” al espinoso problema de la búsqueda de tesoros en naufragios (basta mencionar el contencioso que durante años enfrentó a las autoridades españolas con la compañía estadounidense Odyssey en relación al tesoro del buque Nuestra Señora de las Mercedes).

En República Dominicana la búsqueda de tesoros es legal mientras la mitad de los objetos recuperados se entregue al gobierno. Eso desemboca en situaciones paradójicas en las que las autoridades se encuentran con grandes cantidades de objetos que no pueden sobrevivir fuera del agua pero tampoco cuentan con recursos suficientes para conservarlos adecuadamente.

Es aquí donde los investigadores de la Universidad de Indiana resultan de ayuda, explica Galloway. “Con su experticia en arqueología, hábitats subacuáticos y buceo, el equipo de la Universidad de Indiana colocó artefactos -tales como cañones y anclas viejas- nuevamente bajo el agua para crear un simulacro de naufragio.

Museo submarino

Algunos de los objetos encontrados en el barco. Foto: Centro para la Ciencia Subacuática de la Universidad de Indiana.

En este mismo sentido, director del Centro para la Ciencia Subacuática de la Universidad de Indiana, Charles Beeker, señaló que este tipo de centros proporcionan “una alternativa sostenible a la búsqueda de tesoros”. «Los cazadores de tesoros solo pueden venderlos una vez, pero con el modelo de museo vivo, podemos vender historia siempre”.

El objetivo pasa aquí por la protección tanto biológica como arqueológica de los barcos, de modo que los tesoros marítimos se combinan con los hábitats submarinos autóctonos.

Visita al museo

Aunque abierto a todo el mundo, solo se puede acceder a este particular museo buceando. De este modo se aúna el buceo recreativo con el educativo, ya que permite literalmente nadar entre la historia.

Quienes no practiquen el buceo pueden ver muchos de los objetos encontrados en el barco en el citado Museo de las Atarazanas Reales, el museo marítimo nacional del país ubicado en la hermosísima ciudad colonial de Santo Domingo.

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