Por qué hay que ver Santa Sofía antes de que sea demasiado tarde

La intención del gobierno turco de reconvertir Santa Sofía en una mezquita pone en peligro su rico patrimonio histórico y limitaría las visitas

Es el símbolo por excelencia de Estambul, como lo fue de la antigua Bizancio desde que su gigantesca estructura se convirtió en una representación del poder y la riqueza del Imperio Romano de Oriente. Santa Sofía vive una de sus horas más difíciles en las últimas décadas, por la intención del gobierno turco de recuperarla como centro de culto para el islam.

Preocupación en el mundo

La intención de la administración de Recep Tayyip Erdogan cuenta con el respaldo de las fuerzas políticas afines y hasta de la justicia, además del apoyo de la mayoría de la población.

[Para leer más: Estambul: una ciudad, mil caras]

Pero diversos organismos como la Unesco, entidades religiosas como el Vaticano y gobiernos que van desde el de EEUU hasta el de Grecia alertan de la cortina de hierro que descendería sobre su patrimonio cultural y la incertidumbre en torno a sus mosaicos y otras representaciones religiosas.

Foto Fabio Achilli Flickr

Santa Sofía fue catedral, mezquita, museo…y ahora volvería ser templo islámico. Foto DavideP Flickr

 

El símbolo del poder bizantino

El edificio fue construido por el emperador Justiniano I en el año 532, el tercer templo levantado tras dos incendios previos. Pero esta vez fue la mejor representación de la riqueza del imperio bizantino, con un domo central que se eleva a 55 metros, la cúpula más grande del mundo durante 1.000 años hasta que se construyó la Basílica de San Pedro.

Durante 1.000 años la cúpula de Santa Sofía fue la más grande del mundo, la representación del poder del Imperio Bizantino

Los mosaicos, relicarios y toda clase de elementos de la iconografía ortodoxa, muchos de ellos ricamente decorados con oro y piedras preciosas, eran el fastuoso marco de las ceremonias imperiales y que demostraban al mundo que Bizancio era tanto o más poderosa que Roma. Hasta que llegó la decadencia.

La reconversión a mezquita

Gran parte de esta riqueza incalculable desapareció cuando Mehmed II pudo derribar las murallas bizantinas y reconvirtió la catedral ortodoxa en una mezquita, a la vez que Bizancio se convertía en Estambul.

Foto Angel de los Rios Flickr

El majestuoso interior del edificio. Foto: Ángel de los Ríos-Flickr

O sea, más o menos lo mismo que pasó en Córdoba, Tenochtitlán y donde quiera que una civilización ocupaba el lugar de otra.

[Para leer más: Estambul abre los brazos a la nueva torre de Gálata]

Los mosaicos de santos y emperadores quedaron cubiertos de cal y el edificio fue dotado de grandes medallones con la elegante caligrafía árabe. Su paso estuvo vedado a los que no eran musulmanes, que se tenían que conformar con ver el edificio desde lejos, al que se le habían añadido cuatro minaretes de 82 metros de alto.

La belleza de su diseño fue fuente de inspiración para otros templos del mundo islámico, entre ellas la cercana y no menos hermosa Mezquita Azul.

La apertura al mundo

Pero Santa Sofía se abrió al mundo en el siglo XX. La revolución liderada por Mustafa Kemal Atatürk confirmó su carácter secular y la convirtió en un museo en 1935. Como tal, se podía ver a los mosaicos como el de los emperadores Constantino y Zoe adorando a Cristo a poca distancia de molduras con versículos del Corán escritos en árabe.

Más que nunca, Santa Sofía representó un puente entre culturas, religiones y civilizaciones.

Foto Allalbe Flickr

Santa Sofía era el símbolo del poder bizantino. Foto Allalbe-Flickr

La presión religiosa

Desde que Erdogan llegó al poder crecieron las presiones de grupos religiosos de volver a usar el templo, y cada tanto había alguna muestra de apertura: organización de jornadas de rezo, el llamado a la oración desde el minarete, etcétera.

Desde que Santa Sofía se abrió como museo el mundo pudo contemplar la belleza de su decoración y la convivencia de diferentes símbolos religiosos

Las autoridades turcas aseguran que se preservará el patrimonio histórico del templo, pero la incógnita es de qué manera ocultarán las figuras religiosas cristianas que chocan con la prohibición del islam de decorar con representaciones humanas.

Mihrab Foto DavideP Flickr

Los 500 años en que fue mezquita le dotaron de una rica decoración, como la de este ‘mihrab’ Foto: Davide P.-Flickr

Limitaciones a las visitas

Una opción, indican en Ankara, sería cubrir los mosaicos con cortinillas, o que un juego de luces las oculten en la oscuridad durante las horas de rezo.

Como sucede con otras mezquitas de Turquía, durante los cinco servicios de rezo -que duran 90 minutos- el lugar tiene que estar abierto solo para los creyentes.

El sector central del edificio quedaría reservado para funciones religiosas, y no será posible estar en el punto central del domo, el mejor sitio para contemplar la majestuosidad de Santa Sofía; que al contrario de lo que mucha gente piensa, no fue dedicado a una religiosa de ese nombre sino que es la palabra griega de sabiduría. Es un lugar demasiado importante como para que sea asignado a una sola figura.

a.
Ahora en portada