Palma: la joya modernista del Mediterráneo

Grandes residencias, edificios públicos como el parlamento y fachadas de comercios mantienen el sello del modernismo, un estilo arquitectónico que echó raíces en la capital de las Baleares

Fachada-de-La-Caixa

El modernismo también dejó su huella en Palma de Mallorca. Es cierto que no tuvo la repercusión de la que presumen Barcelona y en menor medida Alcoy y otras ciudades del litoral mediterráneo, pero grandes arquitectos como Antoni Gaudí o Lluis Domènech i Muntaner han aportado su talento a la ciudad, que se sumaron a las creaciones de profesionales locales como Jaume Alenyar, Francesc Roca y Gaspar Bennàssar.

Las construcciones modernistas se concentran en tres puntos: en el centro (sobre todo en el barrio de San Nicolás), en Santa Catalina y en el Terreno.

En el casco histórico de Palma se puede realizar un paseo de unas tres horas buscando los mejores ejemplos del modernismo, en edificios que despliegan su belleza de cerámicos de colores, flores impresas en los vidrios y las rocas, ricas ornamentaciones y carteles que mantienen su elegancia un siglo después.

El antiguo círculo

Un buen punto de partida es el actual parlamento de las Baleares, en el antiguo Círculo Mallorquín.

En un edificio construido en 1852 el arquitecto Miquel Madorell i Rius en 1913 se encargó de darle una rica ornamentación, como aún se ve en el escudo de la entrada que gravita en torno a las letras de la institución, y en su fastuosa escalera de la calle Conquistador.

Interior del parlamento balear. Foto Parlamento de las Islas Baleares

En el interior se conservan frescos alegóricos, típico del estilo noucentista, y hay que tener en cuenta la Sala de Cortesía, decorada con una bonita chimenea modernista.

En el centro, así como en los barrios de Santa Catalina y El Terreno se concentra el patrimonio modernista de Palma de Mallorca

A pocos pasos está la casa de Can Corbella, con un toque de estilo neomudéjar y con columnas de madera que sobresalen en la fachada, donde brillan las vidrieras de colores de la planta baja.

Por las calles del centro

Al caminar hacia San Nicolás se llega al Edificio Paraires. Diseñado por Francesc Roca destaca sus balcones ubicados en la esquina, en una estructura con un buen gusto en la combinación de vidrio, piedra y hierro en los balcones.

Detalle del Edificio Paraire

Subiendo por el Carrer de Paraires se arriba a otra casa creada por este arquitecto, Can Roca, donde la cerámica de los balcones presentan un variado despliegue cromático.

El arquitecto Francesc Roca fue uno de los que más aporto a la divulgación del modernismo en Palma

De regreso al Paseo del Borne, frente a la plaza del Mercado, basta girar un poco la cabeza para descubrir a Can Casasayas y a la Pensión Menorquina, edificios que fueron diseñados y construidos por Francesc Roca de manera simultánea y que se supone que tenían que estar unidos por un paso aéreo, opción que al final fue descartada.

Can Casasaya y la Pensión Menorquina. Foto Tjerd Wiersma Flickr

Los edificios presumen de plasticidad y dinamismo, con arcos parabólicos en las aberturas. Sin embargo su ornamentación es austera, aunque si se mira con atención se pueden distinguir hojas de plantas y mariposas.

El Gran Hotel

El Gran Hotel fue uno de los primeros edificios modernistas de la ciudad. Diseñado por Lluis Domènech, su fachada abundan en decoraciones inspiradas en la naturaleza, con cerámicas policromadas y detalles de hierro forjado.

El edificio pertenece a la Fundació La Caixa, y se puede visitar para contemplar su rico interior. Allí hay una muestra permanente de Hermenegildo Anglada Camarasa, uno de los pintores modernistas más importantes de principios del siglo XIX.

El Gran Hotel, actual sede de Fundació La Caixa

Este edificio se encuentra frente a la Plaza Weyler, donde también se puede ver el exterior de una pastelería que alojó al antiguo Forn del Teatre.

En su terraza, al lado de una recargada pero elegante ornamentación de madera en verde, rojo y ocre, se pueden probar algunas de las mejores ensaimadas de la isla.

Diálogo de estilos

Otro bonito diálogo modernista se da entre los almacenes El Águila y Can Forteza Rey. El primer edificio presenta una variante austríaca llamada secesión concebida por Gaspar Benàzar y Jaume Alenyà, como se ve en su arco de medio punto y la geometría de la fachada con cerámicas verdes y rojas, que presenta grandes aberturas para permitir un generoso paso de luz.

La planta baja del inmueble comparte el uso de hierro forjado con Can Forteza Rey, inmueble que tiene una influencia de la Casa Battló diseñada por Gaudí.

Can Forteza Rey, junto a El Águila. Foto Santiago López-Pastor

Desde la calle se ve la abundante decoración de los balcones y miradores, donde se confunden motivos animales, florales y mitológicos, como dos dragones.

La técnica de la musivaria (la colocación de fragmentos de azulejos de manera irregular) decora tanto la fachada como el interior de la residencia, donde se encuentra un arco que tiene innegables ecos de la arquitectura de Gaudí.

Las huellas de Gaudí

Y hablando de este arquitecto, hay que recordar que reformó el interior de la catedral de Palma, quién reordenó la ubicación de los coros y retablos, además de abrir nuevos ventanales, para que el espacio gane en luminosidad y amplitud de espacios.

Gaudí y su discípulo Josep Maria Jujol diseñaron un elegante baldaquino de 35 lámparas ubicado encima del altar, realizado en madera, hierro, vidrio y pintura al temple.

Baldaquino diseñado por Gaudí y Jujol

Fuera del centro, otros ejemplos del modernismo son la ferretería La Central, las residencias de Can Pujol y Can Palmer y el Hostal Cuba, todos ellos en el barrio de Santa Catalina; y el edificio de Can Quetglas y la Villa Schembri en el barrio del Terreno.

Por más que pasen los años, estas interesantes muestras del modernismo siguen más vivas que nunca.

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