Oxford: de la universidad al pub en ‘el cerebro’ de Reino Unido

El solo nombre de Oxford evoca sapiencia y aprendizaje pero también el seductor mundo de una ciudad universitaria. Viajamos a la cuna de la vacuna AstraZeneca para descubrir 'el cerebro' de Reino Unido

Oxford. Foto: Guy Richardson | VisitBritain.

La ciudad de Oxford la componen esos jóvenes que hemos visto en tantas películas inglesas haciendo de las suyas entre solemnes bibliotecas que encierran el saber universal, bebiendo unas cuantas pintas en los acogedores pubs y compitiendo con sus rivales de Cambridge, especialmente en las regatas de remo que se celebran cada primavera en el río Támesis.

Este enclave universitario por excelencia nació en el valle de Támesis poblado por sajones, y conquistado por los normandos en el siglo XI que dejaron su testimonio en el Castillo de Oxford, construido por el Barón normando Roberto d´Ovly y hoy visita absolutamente obligada.

El distintivo de cada College

Su universidad, la más antigua del mundo de habla inglesa, data de principios del siglo XI y se expandió en el XII cuando Enrique II de Inglaterra prohibió terminantemente a los jóvenes ingleses ir a estudiar a la Universidad de Paris.

Puente de los Suspiros, Oxford. Foto: Ugur Akdemir | Unsplash.

De sus casi cuarenta colleges podríamos hablar de Merton, fundado en el siglo XIII y famoso por las espectaculares vidrieras de su fachada y también por su regia biblioteca. Uno de sus profesores fue J.R.R. Tolkien (1892-1937), autor de El señor de los Anillos.

A Magdalen College, donde estudió el poeta Oscar Wilde (1854-1900), le rodea un espeso bosque habitado por ciervos mientras que All Souls tiene la particularidad única de erigir a todos sus integrantes en profesores y miembros del gobierno de la institución.

En la calle High se encuentra Saint Edmund College que tiene a gala ser la entidad académica católica más antigua de Inglaterra.

Foto: Magdalen College.

New College es majestuoso y longevo a pesar de su nombre, pues ya ejercía de escuela universitaria en el siglo XIV. No se pueden dejar de ver los cuatro patios del Trinity College con sus correspondientes jardines y bosques.

Sin embargo, el más imponente de todos los colleges de Oxford, es sin duda Christ Church (1517) pues alberga la Christ Church Cathedral, del siglo XII. Allí, el legendario escritor Lewis Carroll (1832-1898) conoció a Alice Liddell, musa de su obra universal Las aventuras de Alicia en el país de las maravillas.

Christ Church. Foto: Kiyoshi Sakasai | VisitBritain.

En la deliciosa Alice´s Shop se puede comprar algún conejo de la suerte o tetera parlante, mientras se contempla y reconoce algún que otro rincón que sirvió de plató por el que deambulaban los personajes de Harry Potter.

Pese a todo, el más monumental de los colegios universitarios es Hertford College, que se codea con el conjunto arquitectónico del melancólico Puente de los Suspiros y la magnífica Biblioteca Bodleiana.

No hay que perderse tampoco la circular Radcliffe Camera, construida en 1749 en estilo paladiano inglés, vecina del teatro, también redondo, Sheldonian, del siglo XVII, famoso por acoger conciertos y graduaciones y diseñado por Christopher Wren, arquitecto de la Catedral londinense de St. Paul.

Radcliffe Camera. Foto: Agnieszka Mordaunt | Unsplash.

Oxford: la erudición

De estos centros universitarios de los que han salido 48 premios Nobel en diferentes ámbitos y han albergado a estudiantes de la categoría de Thomas Edward Lawrence (Lawrence de Arabia), Stephen Hawking, Benazir Bhutto e incluso gobernantes como el americano Bill Clinton o los británicos Theresa May, Tony Blair, Margaret Thatcher….sin obviar al revoltoso Rowan Atkinson, Mr. Bean.

De la universidad al pub

Los museos tampoco faltan en Oxford. Ashmoelan se precia de ser el primero de los museos públicos del mundo y enseña tesoros de la categoría de los cuadros de Rembrandt, así como el Museo de Historia Natural traslada al visitante a los tiempos de Charles Darwin por su decoración y contenido.

También hay vida fuera de la universidad en Oxford. Foto: Hannah Petersen | Unsplash.

La calle principal High Street se cruza con la medieval y peatonal Cornmarket, que cuenta con un el mercado cubierto, lleno de tiendas coquetas y seductores puestos de comida. De las muchas librerías que se salpican por la ciudad, sobresale la de Blackwell en Broad St. por contener millones de volúmenes.

Si los colleges representan el saber, los pubs centenarios son testimonios de muchas juergas, conversaciones y vivencias de aquellos miles e estudiantes que en ellos bebieron y siguen bebiendo unas cuantas pintas. Entre los más legendarios se encuentran The Bear Inn jactándose de ser el más antiguo de todos, de allá por 1242.

The Eagle and Child es otro clásico en la historia de Oxford, propiedad de St. John´s College, donde se reunían J.R.R. Tolkien y C.S. Lewis en la habitación denominada Rabbit Room para tertuliar sobre sus trabajos literarios.

Foto: Nicholson’s Pub.

The kings Arms es otro de los pubs añejos que se disputan el titulo de antigüedad. Para famosos, Turf Tavern donde Bill Clinton, y la pareja explosiva de Elizabeth Taylor y su reiterativo marido, el también actor, Richard Burton, entre muchos otros, se tomaron más de una copa.

Y para bucólicos The Trout Inn, rodeado de fauna y flora y, sin embargo, a pocos minutos del centro de la ciudad. Deliciosamente elegante, a la antigua usanza, The Duke of Cambridge cuenta con una amplia gama de cocteles ideales para coronar una buena cena. Entre sus seductores brebajes está el Cosmopolitan & Sex on the Beach con toques de martini, crème brûlée, vodka de vainilla y schnapps -aguardientes- batidos con crema.

Foto: The Trout Inn.

The Jam Factory es un lugar vanguardista situado en un bonito enclave que engloba restaurante, bar y galería de arte y ofrece una amplia variación de ales.

Le Manoir aux Quat’Saisons, o la excelencia del campo inglés

Un buen lugar para alojarse en Oxford y, de paso, conocer la campiña inglesa, es Le Manoir aux Quat’Saisons, a 11 kilómetros de la ciudad.

La casona típicamente inglesa con su jardín y huerta en el pintoresco pueblo de Great Milton es el sueño hecho realidad de Raymond Blanc que, reconocido como uno de los mejores chefs del mundo, ha recibido tributos internacionales a esa destreza culinaria que resume en su libro El Sabor de mi Vida.

Le Manoir aux Quat’Saisons. Foto: Belmond.

Si el entorno es absolutamente británico con casas de tejados de paja, pintorescos pubs y caballos galopando por las praderas, la arquitectura de Le Manoir aux Quat’Saisons no desentona y tiene un diseño sobrio y masculino que Raymond ha sabido suavizar en su interior con voluptuosas esculturas femeninas, cuadros suaves y sensuales y la excelencia de los pequeños detalles.

En esta noble casona que haría las delicias de Lewis Carroll, cada habitación es única y no hay un solo rincón que no esté diseñado con esmero: las bañeras panzudas bajo las ventanas biseladas, el coqueto costurero o la botella de oporto sobre la chimenea.

La carta cuenta con las especialidades de la estación y el menú se escogerá en el salón de té, mientras se toma un aperitivo y antes de pasar al comedor al que ventiladores y las flores tropicales le dan un toque colonial.

Le Manoir aux Quat’Saisons. Foto: Belmond.

El chef profesor y hortelano

Una delicada vajilla de porcelana, la mejor selección de vinos y de quesos acompañan al menú de ‘Le Manoir’ que bien podría ser un risotto a la crema con trufa blanca si es la estación invernal o un risotto con esencia de tomate para refrescar el verano, seguido de un confit de salmón con wasabi y salsa de rábano, o una paletilla de cordero horneada en su jugo.

De postre, el suculento Soufflé Franc-Comtois con queso de Comté es perfecto en las cuatro estaciones.

Muchos de los ingredientes de sus platos, se recolectan en el jardín-huerto al que Raymond ha dedicado muchas de sus hectáreas con el fin de conseguir los vegetales más frescos, las especias más variadas y una selección de frutos y flores.

Raymond Blanc. Foto: Belmond.

Por las mañanas el chef se transforma en profesor y con su blanco uniforme y su delantal pasea por el huerto y por los fogones descubriendo a grandes y chicos en su escuela de cocina la importancia de los sentidos en el arte culinario. Un dato: no cree en los menús infantiles pues piensa que desde niños, igual que él, deben aprender y valorar el buen comer.

Por las noches recibe a sus huéspedes, unos vienen de recoger a sus vástagos en la Universidad de Oxford, otros allende los mares y otros, como la Reina Isabel, llegados del Palacio de Buckingham para deleitarse con la gastronomía de Raymond y la hospitalidad de su acogedora manoir.

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