Ouarzazate, el tesoro de Marruecos que ya ha descubierto Hollywood

La ciudad, al sur del país, es una gran desconocida que oculta enclaves sorprendentes, olores peculiares, sabores atrayentes y un estilo de vida anclado en el pasado.

Ouarzazate es algo más que un nombre difícil de pronunciar. Conocida como La puerta del desierto es una ciudad, ubicada al sur de Marruecos, que esconde –como si de un cofre se tratase– gratas sorpresas en su interior.

Con el dirham como sistema de pago, un aeropuerto propio y la amabilidad de los lugareños es un destino que ya eligen españoles y europeos. Sólo en la primera mitad de este año, la llegada de turistas españoles ha crecido más de un 60% y este porcentaje crece hasta el 70% cuando se trata de pernoctaciones.

El color tierra tiñe la mayoría de sus paisajes, con ese tono rojizo que ofrece el adobe –mezcla de barro y paja– que se utiliza para las casas más humildes y también para las kasbah –que son como mini ciudades o pueblos amurallados–. Es un enclave todavía desconocido para muchos que, sin embargo, sí ha descubierto la industria cinematográfica de Hollyood.

Set de rodaje

Ouarzazate ha sido escenario de grandes éxitos. Gladiator luchó sobre sus tierras y Lawrance de Arabia las anduvo. Incluso Ouarzazate es testigo de algunas historias de Astérix y Obélix y de Juego de Tronos. Porque Marruecos es algo más que Marrakech, Casablanca o Rabat.

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Es un país más extenso. «Ouarzazate es el Marruecos más desconocido, pero seguramente también el más auténtico», explica con conocimiento de causa el director para España de la oficina nacional marroquí de turismo, Mohamed Sofi.

Lo que no hay que perderse

Unos días de estancia en la zona dan tiempo para visitar algunas de las kasbah más impresionantes –como la de Ait Ben Haddou, Patrimonio Mundial de la Humanidad, o la de Taourirt– que, aunque están hechas de materiales muy sensibles al clima y la meteorología, son grandes joyas. Parecen escenarios de carton piedra hechos para alguna película que, sin embargo, son muy auténticos.

La hospitalidad de los habitantes –que hablan bereber y algo de francés– permite, incluso, poder visitar por dentro algunas de las casas de las familias que habitan, muy humildemente, en estos recintos fortificados. «La arquitectura del adobe no tiene edad porque son construcciones que hay que reforzar contínuamente», explican algunos vecinos a los que no les gusta demasiado que les hagan fotos.

Con apenas unos cazos, grandes piedras que sirven para moler los cereales, unos colchones que dan descanso y unas terrazas que hay que reforzar cada vez que pasan las tormentas, los ciudadanos de Ouarzazate y los pueblos de los alrededores viven tranquilos, ajenos a ese estrés que tanto afecta a los países de otros continentes.

En las callecillas, además, hay pequeños comercios con aceite de argán, de rosas, pañuelos, collares y pendientes que combinan la plata con piedras de varios colores. Los comerciantes ofrecen los productos a los turistas, pero no son tan insistentes como en otros destinos cercanos.

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Vistas que enmudecen

Imprescible es también la visita a las Gargantas del Dadès situada entre dos localidades –Boumalne Dades y Msemrir– que convierte a los turistas que se pasean por ella muy diminutos ante la majestuosidad y grandiosidad de la naturaleza con sus grandes muros de piedra y las aguas que descansan entre ellas.

Los palmerales son, también, impresionantes y domir bajo las estrellas en pleno desierto es otra de las posibilidades que ofrece la zona. Los amantes del senderismo y los que prefieren hacer tracking entre montañas con increíbles vistas desde diferentes perspectivas pueden hacer una parada en Ouarzazate y no decepcionarse.

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Sin embargo, la gente de la ciudad todavía vive como en tiempos pasados. Van a los pozos a por agua, lavan, como pueden, a mano y por la tarde, tras el trabajo, se reúnen para tomar el té –no beben alcohol— en las terrazas de los bares. No importa el frío que haga ni la temperatura del exterior, salen fuera a fumar y a disfrutar de una bebida caliente.

Pero las mujeres no les acompañan. Los bares son para los hombres y los hogares para las mujeres, que se dedican, además de ayudar en los menesteres caseros, al cuidado de los niños y a alimentar a toda la familia.

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Vuelo directo

Y, ahora, con el vuelo directo de Air Europa que conecta Madrid y Ouarzazate, trasladarse a este enclave es cuestión de poco más de una hora, por la diferencia horaria –en Ouarzazate es una hora menos que en España–.

«La apertura de esta línea se buscaba desde hace tiempo para disponer de esta conexión directa a Ouarzazate, que es un destino todavía por descubrir en España. Ahora ya se ofrece al turista otro poducto. Esto ayuda a promover un nuevo destino y el sur de Marruecos, en general, con sus pueblos, los paisajes, las dunas y la gastronomía típica», subraya Sofi.

Porque si Ouarzazate es sinónimo de amabilidad, naturaleza, desierto y aventura también lo es de música y comida. En los bares y restaurantes se puede comer en tallín, probar el cuscús, optar por un cocido de cordero, muy tierno, pollo con salsa dulce, grandes ensaladas con una amplia variedad de verduras y algunas especias, así como algunos dulces deliciosos, pero no excesivamente pesados.

Es posible compensar los largos paseos y las rutas por las zonas montañosas con copiosas y deliciosas comidas. Es la combinación perfecta para salir unos días de la rutina y adentrarse en una cultura cercana pero muy distinta.

Datos básicos para viajar:

Compañía aérea: Air Europa
Duración del vuelo: 2:20 horas desde Madrid
Hoteles recomendados: Berbere PalaceXaluca Dades 
Contacto: Oficina Nacional Marroquí de Turismo (T. 91 541 29 95)
Restaurante destacado: Jardin des Aromes 
Guía:Mohamed (chalala17@yahoo.com)

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