Nueva Orleans fue española. Y su recuerdo sigue vivo

Fue fundada por franceses, hace 220 años que es estadounidense, pero por cuatro décadas Nueva Orleans fue española. Y allí hay más huellas de las esperadas

¿Es correcto llamar Barrio Francés al rincón más popular, intenso e histórico de Nueva Orleans? Quizás lo correcto sería denominarlo Barrio Latino, porque a pesar de la fuerte herencia gala en sus comidas, expresiones y costumbres los españoles dejaron una importante huella en la capital de Louisiana.

De mano en mano

Este estado, así como aquella ciudad colonial, fue uno de los peones en el ajedrez de las potencias europeas. Pertenecía a la corona de Francia pero pasó a manos de España en 1763, en un tratado secreto tras la Guerra de los Siete Años.

Así siguió hasta 1803, cuando fue devuelta al gobierno francés (con Napoleón a la cabeza), para que meses más tarde sea entregada a los jóvenes Estados Unidos, quienes compraron 2,14 millones de kilómetros cuadrados del imperio colonial francés.

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Esta historia se puede conocer en detalle en el Museo-Cabildo Estatal de Louisiana, uno de los edificios barrocos con toques neo renacentistas francés que dejó la administración española mientras estuvo a cargo de la ciudad.

El antiguo cabildo de Louisiana. Foto Wikipedia

El antiguo cabildo de Louisiana. Foto Wikipedia

La influencia en la ciudad vieja

De hecho, cuando se camina por las calles del Barrio Francés y se ven esas casas de dos plantas de rejas elegantemente elaboradas, con sus galerías y patios interiores, uno recuerda que no hay ninguna ciudad francesa que se le parezca; pero sí tiene un aire que recuerda a la Habana vieja, a la zona colonial de Santo Domingo o a las residencias coloniales murallas adentro de Cartagena de Indias.

Los edificios de estilo español del Barrio Francés se construyeron tras dos incendios que destruyeron el 80% de las casas de la ciudad

La razón de estas huellas hispánicas tiene origen en dos tragedias: en 1788 un incendio destruyó el 80 de las viviendas de Nueva Orleans. Y en 1794 sucedió otro, también voraz.

Para evitar nuevas catástrofes el Cabildo ordenó que las viviendas abandonen la madera y se construyan en adobe y ladrillo, con balcones bajo arcos, rejas de arabescos, pasajes que puedan servir de cortafuegos y patios que estén fuera de miradas indiscretas, como correspondía a la celosa privacidad de los Borbones.

Nueva Orleans Foto Mary Hammel Unsplash

El estilo español en el Barrio Francés. Foto: Mary Hammel – Unsplash

Calles con historia española

Precisamente esta familia real, que gobernó Francia hasta la Revolución y que ya tenía una rama en la corona española, bautizó a su calle más importante, Bourbon Street.

Un mosaico con el escudo de la Casa Real recuerda a residentes y visitantes “Cuando Nueva Orleans fue la capital de la provincia española Luisiana, 1762-1803, esta calle tuvo el nombre de ‘Calle de Borbón’”.

Pero no es la única: al caminar por la cuadrícula del Barrio Francés se descubren las calles de Magazine Street (cuyo nombre anterior era ‘de Almazon’, por el almacén donde se guardaban las cargas de tabaco), Miró (por el gobernador Esteban Rodríguez Miró), Gálvez (de Bernardo de Gálvez, otro gobernador) y Ulloa (por el geógrafo Fernando de Ulloa), entre otras.

Otras cerámica similares recuerdan que aquella calle era el Camino Real, que esa esa otra era la Calle de San Luis y que más allá se encuentra la Calle de San Felipe.

Calle D Borbon Mosiac

Hasta aquí llegó la mano de los Borbones.

Recuerdos en la arquitectura

Como correspondía con las leyes urbanísticas españolas, la plaza principal acogía al poder eclesiástico y político. Esta era la actual Jackson Square, antes conocida como Plaza de Armas.

Por ello al lado del Cabildo se encuentra la Catedral de San Luis de Nueva Orleans. Su diseño de planta y las líneas principales mantienen una estética española, pero quedó desdibujada con la instalación de las cúpulas neogóticas que rematan las tres torres.

El Presbístero y el Cabildo, así como parte de la Catedral, son algunos de los edificios con influencias españolas

Y al otro lado del templo se encuentra el Presbístero, un edificio de estética neo renacentista, con nueve arcos en sus dos plantas rematada en una pequeña cúpula.

Este se levanta en una antigua residencia de los monjes capuchinos, pero a pesar de su nombre religioso, fue creado como centro de actividades comerciales, hasta que en 1834 se instaló la Corte de Louisiana. Desde 1911 está integrado al museo que se encuentra en el Cabildo.

Plaza epsañola

Escudos de las provincias en la Plaza Española.

Hay otro punto que tiene una importante huella ibérica, pero es más moderna. Se trata de la Plaza Española (Spanish Square), junto al río Mississippi, que fue un regalo del país a la ciudad para conmemorar los lazos en común.

La fuente central despliega los escudos de todas las provincias españolas, y el lugar es sede permanente de festejos y actividades culturales.

Celos en la identidad

Los residentes franceses fueron muy celosos de su identidad en los 40 años en que los españoles estuvieron al frente del gobierno de la ciudad y el estado, por ello siguieron hablando en su lengua combinada con expresiones aportadas por los esclavos, que derivó en el creole.

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Esta influencia persistió en la cocina, que mezcla influencias europeas, caribeñas, africanas y del sur de EEUU.

Flamenco Lola's Foto Neworleans.com

Espectáculo de flamenco en el restaurante español Lola’s. Foto: Neworleans.com

Pero en las calles de Nueva Orleans hay varios restaurantes que, con un toque de modernidad, ofrecen un generoso despliegue de platos ibéricos, desde jamón a paellas pasando por cocidos y tortillas.

San Fermín made in USA

Y una ciudad tan amante de los carnavales y el desmadre no se podía perder la oportunidad de tener su versión de San Fermín. Desde hace una década en la primera semana de julio residentes y visitantes se reúnen en el Barrio Francés, todos con la camiseta blanca y el pañuelo rojo reglamentario, y empiezan a correr a toda velocidad.

 

La surrealista ‘Carrera de los toros’ de Nueva Orleans

Claro, aquí no hay (ni habrá) toros, sino chicas con bates de plástico y cascos con cuernos falsos que van persiguiendo a los participantes. Para algunos es una escena surrealista y bizarra, pero para otros es una señal que las huellas españolas siguen presentes en Nueva Orleans.

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