Siguiendo en dos ruedas las huellas del Muro de Berlín

Los restos del Muro de Berlín, así como las torres de vigilancia y los puntos de control se pueden visitar con un recorrido concebido para las bicicletas

La planicie en que se encuentra Berlín la convierten en una ciudad ideal para andar en bicicleta. Bien los saben los lugareños, que usan las dos ruedas casi más que sus pies. Y los restos de tristemente famoso Muro, que dividió la ciudad como una cicatriz durante 28 años, también se pueden descubrir pedaleando varias horas.

Cuando el Muro cayó el 9 de noviembre de 1989 los berlineses querían borrar cualquier registro de su nefasta presencia lo más rápido posible. El gobierno local, que trabajaba a toda máquina para desmantelarlo, tuvo que intervenir para rescatar las placas de ladrillo y hormigón que todavía quedaban en pie antes de que los martillos de los vecinos se encargaran de reducirlo a escombros.

Excursiones con poco esfuerzo

Las excursiones de bicicleta duran unas cuatro horas, y hay una multitud de empresas que las ofrecen. Son tours guiados por una persona que habla inglés (y si se busca, también castellano), y los rodados circulan, en un 95%, por las bicisendas que cruzan la ciudad desde todos los puntos cardinales.

Pero hay un trayecto alternativo más largo, de 160 kilómetros, que realiza un recorrido circular por la ciudad siguiendo la antigua línea del Muro.

En su mayor parte la ruta transcurre por los ‘caminos de aduana’ del sector occidental, así como por los ‘caminos de patrulla’ (Kolonnenweg) que las tropas de la República Democrática de Alemania usaba para patrullar.

Berliner Mauerweg Brandenburger Tor
Las excursiones suelen salir desde la Puerta de Brandenburgo.

Recorrido por el centro

Los recorridos más sencillos suelen partir de la Puerta de Brandenburgo, donde a pocos metros de sus columnas se encuentran tramos del muro con explicaciones, y en el piso se descubre una línea recta que permite intuir por donde pasaba la pared divisoria.

El Checkpoint Charlie, el punto de control más famoso, cuenta con un museo privado de la Guerra Fría y los métodos (muchos infortunados) para cruzar de un sector al otro. A unos cinco kilómetros, junto al río Spree, se encuentra uno de los sectores más largos que sobrevivieron: un kilómetro de la pared que, actualmente, conserva una muy recomendada muestra de grafitis, para no olvidar que Berlín es (y fue siempre) una de las mecas artísticas de Europa.

El recorrido también sigue por Treptower Park, que alberga más de 5.000 tumbas de soldados soviéticos que cayeron en la Batalla de Berlín. Cuando se llega, no dejen de mirar la propaganda estalinsta que rodea a este monumento bélico.

El memorial

Hacia el norte, el Memorial del Muro de Berlín ofrece la recreación más precisa de la pared y la parafernalia de vigilancia que se desplegaba: torres, alambradas de púas, campo de minas y focos. Su centro de interpretación describe cómo se construyó la pared y el impacto en la vida cotidiana de la ciudad durante tres décadas.

Quien quiera un pantallazo rápido del Muro, puede finalizar la excursión de cuatro horas y seguir conociendo Berlín. Pero los amantes de los paseos en bicicleta pueden prolongar el recorrido por la línea que dejó por barrios y bosques.

El recorrido más largo

Cuando fue concebido, el Camino del Muro se dividió en 14 secciones de 11 a 33 kilómetros de largo. Los recorridos actuales siguen sus huellas, en un circuito que se terminó de diseñar en 2009 con un coste de 10 millones de euros.

Berliner Mauerweg Gedenkstaette Berliner Mauer
Varias partes del Muro se transformaron en parques urbanos.

Cada tramo está bien conectado por transporte público, y muchos buses permiten subir la bici, por lo que los sectores se pueden recorrer en varios días sin sacrificar comodidad.

Además de los 40 kilómetros por Berlín, el circuito se adentra en los bosques de Kladow y Wansee. Cada tanto hay señales indicativas, pero también se puede percibir por donde pasaba el Muro, porque en su lugar hay hileras de pinos sembrados que, ligeramente, destacan del resto de la vegetación.

También se puede conocer el puente Glienicke, donde se intercambiaban prisioneros y espías (quien haya visto la película de Steven Spielberg lo recordará).

Y si se trata de descansar, cabe recordar que a dos kilómetros de cualquier punto del recorrido hay un biergarten (cervecería al aire libre). Porque además de empaparse de la historia, también hay que relajarse un poco.

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