La ruta del meridiano que cambió el mundo

La ruta del Meridiano Verde recuerda a la expedición científica que unió Dunkerque con Barcelona en 1791 para establecer el sistema métrico decimal. Sus caminos boscosos invitan a reencontrarse con la naturaleza

Vistas desde el Turó de l’Home. Foto Catalunya.com

La Revolución Francesa no solo pretendió cambiar un sistema político, sino transformar el mundo, si fuera necesario. Impulsada por los ideales de la Ilustración, consideraron que era hora de poner fin al desorden de pesos y medidas entre países, regiones y ciudades.

Al momento de establecer el sistema métrico decimal se estableció en 1791 que el patrón de longitud sería el metro, que equivaldría a la diezmillonésima parte del cuarto de meridiano terrestre.

En teoría sonaba muy bien, pero alguien tenía que salir a medir algún meridiano. Se eligió al que pasaba por París, tomando como punto de inicio del arco la ciudad de Dunkerque, sobre el Canal de la Mancha, y Barcelona como final.

Los geodestas Pierre François André Méchain y Jean Baptiste Joseph Delambre durante dos añosrealizaron un épico trabajo de mediciones, el primero entre esa ciudad costera y Rodez, y el segundo hasta la capital de Cataluña.

Entre 1791 y 1792 Pierre François André Méchain y Jean Baptiste Joseph Delambre viajaron desde Dunkerque a Barcelona realizando mediciones para conocer la longitud exacta del meridiano de París

La historia de sus viajes, las mediciones por triangulación geodésica, y las trabas que tuvo la misión da para un reportaje aparte. Pero ahora hablaremos de senderismo.

Los bosques cambian de color todo el año. Foto Turisme Montseny

El Meridiano Verde

Porque en homenaje a los 200 años de aquella misión científica se creó el circuito del Meridiano Verde, una serie de senderos enlazados que en la parte española comienzan en los Pirineos, en el paraje francés de Banys de la Presta, y finalizan en la playa de Ocata, en el Maresme.

Pero de sus 11 etapas vamos a centrarnos en el último tercio.

En el Parque Natural de Montseny

Desde Barcelona se puede llegar en poco más de una hora hasta Viladrau, al norte del Parque Natural del Montseny, punto de inicio de la octava etapa que lleva al pico de Collformic (de 1.142 mts), cruzando este macizo rocoso.

En el viaje se pasa por punto de interés como la masia de Can Bosc y el santuario de la Mare de Déu de L’Erola; en un sendero de bosques tapizados de castaños, encinas, robles y hayas.

La belleza del Montseny en otoño. Foto Turisme Montseny

Cerca de Collformic se puede visitar la localidad de El Brull, donde a mediados de los ’60 se encontró un poblado ibérico amurallado, que reveló ser uno de los sistemas defensivos mejor conservados.

En total, serán poco más de 12 kilómetros pero como el terreno aumenta de altura sin cesar requiere unas tres horas y media para ser finalizado.

Hacia el pueblo de Cànoves

La siguiente etapa, desde la cima del Collformic, transcurre por el bonito Pla de la Calma hasta el valle de Vallforners, en dirección al pueblo de Cànoves.

Uno de los puntos más curiosos es el gigantesco castaño de Can Cuch, también conocido como la Casa del bosque, y que tiene la fama de ser el árbol más ancho de Cataluña.

El árbol de Can Cuch es tan grande que en los años 60 un carbonero vivió un año y medio en su interior

Cómo será que en los años ’60 un carbonero lo usó de vivienda durante un año y medio.

En este tramo se trata de hacer poco más de 20 km, para lo que se necesitan al menos cuatro horas y media.

La Sala, en Viladrau, cuna del bandolero Serrallonga. Foto Catalunya.com

Hacia La Roca del Vallès

La siguiente etapa, desde Cànoves, acerca a La Roca del Vallès, en un sendero que pasa por L’Ametlletar y bordea la carretera C-231; un trayecto de 15,6 km que requieren casi cuatro horas de caminata.

Aquí ya se deja atrás el Parque de Montseny y se entra en el Parque de la Serralada del Litoral.

Durante la caminata de 20 km y poco menos de cinco horas de esfuerzo, se pasa por masías en medio del bosque como la de Can Planes, la cueva artificial de Pedra Foradada, la ermita románica de Sant Bartomeu de Cabanyes (recomendado mirador panorámico para inmortalizar la excursión) y Sant Mateu, y curiosos monumentos megalíticos como el dolmen de la Roca d’en Toni, que tiene al menos 4.000 años de antigüedad; que servía como sitio funeral de los antiguos pobladores.

Paisaje de Teià. Foto Catalunya.com

Llegando al Mediterráneo

Otro bonito atalaya es el del pico de Turó d’en Baldiri, que se suele usar por los observadores de aves y que permite atrapar hermosas vistas de la costa del Barcelonés y el Maresme, con su litoral tapizado de pueblos y urbanizaciones.

Tras llegar al pueblo de Teiá, un camino acerca hasta Ocata, bañada por el Mediterráneo. El sendero llega a su fin, como lo indica un monolito sobre la playa. Pero el Meridiano Verde sigue su camino invisible hacia el hemisferio sur.

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