Menorca: la isla donde la cultura se vive al aire libre

Más allá de la belleza de sus calas y playas Menorca cuenta con un valioso patrimonio histórico y cultural, en un viaje desde la Prehistoria hasta el arte contemporáneo que lo descubrimos con Vueling

Si uno tuviera que elegir una cara de Menorca, ¿con cuál se quedaría? ¿La de los tranquilos pueblos de paredes encaladas? ¿La de las tierras y costas que son Reserva de la Biofera? ¿Quizás la de la herencia británica en construcciones y palabras? ¿O la de la gastronomía que sintetiza diferentes tradiciones?

Gracias a las conexiones que Vueling tiene con la isla podemos conocer los encantos de Mahón y Ciutadella, un rincón del Mediterráneo con restos arqueológicos de miles de años, donde las rutas de senderismo permiten descubrir desde solitarios faros hasta calas casi vírgenes; en donde la cultura vive en teatros, nuevos centros de arte y galerías que presumen de tendencias.

La isla de las dos ciudades

Una es señorial y guarda los recuerdos de su antiguo poder. La otra es más moderna, impulsada por razones estratégicas en aquellos años en que Menorca era una codiciada pieza de cambio entre la corona británica y la española. Una mira al este y la otra al oeste. Ellas son Ciutadella y Mahón, las dos mayores ciudades de la isla.

Quizás llame la atención el tamaño de los muros del Castillo de San Nicolás que protegen al puerto de Ciutadella, levantados a instancias de gobernantes como Alfonso III de Aragón para repeler a piratas y posibles invasores.

Antigua plaza fuerte medieval, sus callejuelas empedradas presentan nombres curiosos para el visitante, como Que no passa (que no pasa) o Ses voltes (las arcadas).

Entre tiendas de moda y diseño y plazas con magia como la del Borne y la Esplanada destacan edificios como la catedral gótica de Santa María de Ciutadella, levantada en el siglo XIII sobre los cimientos de una mezquita; y un puerto natural que evita los vientos de la tramontana, y donde los restaurantes ofrecen excelentes pescados.

 

Los británicos, que invadieron la isla a principios de 1700, trasladaron la capitalidad a Mahón, ciudad que cuenta con numerosas huellas de la influencia británica, desde las ventanas bow windows (que derivaron en la palabra boinders) hasta numerosas fortificaciones, como el complejo de la Isla del Rey (donde hace poco se inauguró una moderna galería de arte), el fuerte Malborough y la cercana VillacarlosEs Castell.

La capital cuenta con el puerto natural más grande del Mediterráneo, donde entre barcas de pescadores se concentra un interesante despliegue gastronómico que en los meses de verano se transforman en el paseo más encantador.

El encanto de los pueblos de Menorca

Además de las dos mayores ciudades, la población de Menorca se distribuye entre seis municipios; pequeños núcleos urbanos de casas blancas, siempre con su iglesia como figura dominante, que protegen con celo sus joyas históricas y la belleza de sus costas o la calma de su interior.

Sant Lluís no fue fundado por españoles ni ingleses, sino por franceses, que ocuparon la isla siete años en el siglo XVIII. Se caracteriza por su molino de viento y la animada plaza donde se organiza un mercadillo semanal.

Es Mercadal está en el centro geográfico de la isla, junto al Monte Toro, y es buscado por residentes y visitantes por su excelente gastronomía. Como Sant Lluís, un molino es el símbolo de este pueblo.

Es Migjorn se separó de Es Mercadal en 1989, y a pesar de ser el pueblo más joven es el que atesora el mayor legado folclórico, como se puede ver en su biblioteca municipal.

Llucmaçanes mantiene su identidad agrícola a pesar de la llegada de neo rurales y de visitantes esporádicos. Este es el pueblo con más gegants de las Islas Baleares, que los sacan a bailar en cada fiesta de Sant Gaietà, indican en la Agencia de Estrategia Turística de las Illes Balears.

Ferreries cuenta con una larga tradición de la industria del cuero y la elaboración de calzados, lo que lo convierte en una meca para tener un producto auténtico y de calidad. Su trazado municipal tiene algunas de las playas más bonitas como la Cala Galdana.

Es Castell nació como Georgetown por decisión de los británicos de contar con un baluarte defensivo.

Su influencia se ve en torno a los edificios de la plaza mayor, con su color rojo inglés. Además del encanto de su puerto, cuenta con interesantes miradores del puerto de Mahón.

Fornells conserva su espíritu de puerto de pescadores, como se puede comprobar en los restaurantes que preparan una magnífica caldereta de langosta. Su bahía es reserva marina de Menorca.

Sant Climent, además de la fama de sus tapas, es dueña de algunos de los yacimientos prehistóricos más valiosos de la isla.

Además de la presencia de sus dos iglesias, Alaior es conocida por el talento de sus maestros pasteleros y heladeros. De hecho aquí nacieron las cremas de La Menorquina.

La larga historia de Menorca

Menorca estuvo habitada desde hace 5.000 años. En sus 700 kilómetros cuadrados se han encontrado más de 1.200 monumentos prehistóricos, muchos de ellos gigantescos megalitos llamados talayots y recintos de taula (grandes rocas que algunas forman letras T), levantados por la cultura talayótica.

El monumento más importante es La Naveta des Tudons, un túmulo funerario de dos cámaras donde se encontraron restos de cien individuos enterrados con ornamentos y recipientes de cerámica.

La Torre d’en Galmés es un yacimiento donde se pueden ver tres talayots y un recinto de taula.

El lugar se remonta al 2200 a.C. y fue ocupado hasta la llegada de los conquistadores medievales en 1287.

Otro importante poblado talayótico es Trepucó, que presenta una superficie de 50.000 metros cuadrados. Además de viviendas y restos de muralla, en el lugar se pueden ver cuatro grandes talayots.

Una isla para recorrer de punta a punta

Hay varios circuitos que permiten explorar los rincones más bonitos de Menorca. Uno es el camino de los faros, un recorrido circular que se puede realizar por etapas, y que lleva a descubrir a estos siete vigías solitarios que con su luz alertan a las embarcaciones.

Los faros que se pueden visitar son el de Ciutadella, el de Cap d´Artrutx, el de Punta Nati (ambos cerca de la antigua capital), el de Cavalleria (que acoge un centro de interpretación), el de Favaritx, el de la Isla del Aire, el de Mahón-Sant Carles.

La ruta por excelencia para los amantes del senderismo es el Camí de Cavalls, que rodea todo el litoral costero menorquín. Su nombre proviene de la orden de Jaume II de que cada residente tenga un caballo y armas para vigilar la isla.

En total este camino tiene 185 kilómetros, que se subdividen en 20 etapas, todas bien señalizadas, que son de una dificultad fácil a media, y con una duración de 2:30 a cuatro horas cada una.

Dado que la mayor parte es un camino pedregoso hay que estar dotado de un buen calzado. En otoño e invierno se puede elegir cualquier orientación, pero en verano es mejor realizarlo de este a oeste para tener el sol sobre las espaldas.

Un camino que proviene de la influencia inglesa es el Camí d’en Kane, que retoma parte del trayecto que había trazado el militar Richard Kane que gobernó la isla entre 1712 y 1717 para unir las comunicaciones entre los fuertes de Ciutadella y Mahón.

Actualmente se puede realizar el trayecto de 3,66 kilómetros, desde las afueras de Es Mercadal hasta el límite de su término municipal, en que el camino queda vedado porque llega a terrenos privados.

Sin embargo este sencillo trayecto permite escuchar a las aves que se encuentran en el sector boscoso declarado Área Natural de Especial Interés y contemplar el paisaje en torno al torrente de Montpalau.

La cultura en Menorca

Hay muchas maneras de descubrir la cultura de la isla. Los amantes de la historia deberían conocer las interesantes piezas del Museo de Menorca, en Mahón y el Municipal de Ciutadella; los mapas de la colección Hernández Sans – Hernández Mora; el Museo Militar de Es Castell; el Convento y Claustro de San Agustín.

En tanto para explorar la particular naturaleza menorquina está la Colección de Ciencias Naturales Carreras Torrent en Ferreries.

La isla ha sido motivo de inspiración para numerosos artistas, muchos residentes permanentes, cuyas obras se pueden ver en galerías como Artara, Argos, Kroma, Encant (todas ellas de Mahón); así como en Art i Joc, Retxa y Vidrart (en Ciutadella).

Hace pocos meses en la Isla del Rey se inauguró el complejo Hauser Wirth, moderno centro de arte con ocho galerías, un centro de exposiciones y un jardín de esculturas.

Otros espacios expositivos son el Claustro del Carme, la sala Es Patí, El Hornabeque, el Centro Xalubinia, el Espai Sant Josep, además de las salas de los ayuntamientos.

En las artes escénicas hay que recordar que el Teatro Principal de Mahón es el teatro de óperas más antiguo de España, con 180 años de historia, donde en su última renovación se ha mantenido el estilo clásico italiano de su sala y fachada.

Ciutadella no se iba a quedar atrás y entre 1873 y 1875 levantó el Teatre des Born, frente a la plaza homónima, que presenta una sencilla fachada neoclásica, y con una sala diseñada con forma de herradura.