Las Palmas, escapada perfecta para tiempos atípicos

Del hiperactivo puerto a la placidez de Vegueta, Las Palmas es una ciudad reinventada a golpe de innovación cultural y gastronómica

La escapada que necesitamos. Foto Hotel Santa Catalina.

A algo más de dos horas de avión desde la Península, Las Palmas supone uno de los destinos posibles para este otoño-invierno tan atípico. Más allá del ‘sol y playa’ que, por supuesto, sigue constituyendo el principal reclamo de la isla, lo cierto es que la capital grancanaria es una ciudad vibrante, que apuesta por la cultura, por el ocio de calidad, por la innovación culinaria y por espacios alternativos de encuentro.

De hecho, esta urbe, que con sus casi 400.000 habitantes es la más poblada del archipiélago canario, ha cambiado de una forma radical en los últimos años. Ha ayudado mucho el empuje económico de su puerto, transformado en uno de los principales lugares para la reparación de plataformas petrolíferas: cuando uno se aproxima a la ciudad por la autovía que la conecta desde el aeropuerto isleño impresiona la concentración de estas complejas construcciones

El corazón de Vegueta

Contrasta mucho esta imagen tan industrial con la placidez que desprenden las calles y plazuelas de su principal barrio histórico: Vegueta. El lugar donde los conquistadores castellanos comenzaron la fundación de Las Palmas en 1478 es hoy una zona prácticamente peatonal donde se concentran sus monumentos más relevantes. A saber: la Catedral de Santa Ana, con la plaza homónima donde también están las antiguas Casas Consistoriales; la Casa de Colón, que es la antigua residencia del Gobernador, a la que se han unido otros edificios nobles y donde se recrea la epopeya del Descubrimiento; o el Museo Canario, cada vez más interactivo y didáctico y que muestra como una joya (lo que es) su impresionante colección de cráneos de cromañones nativos.

Casa de Colón, en Vegueta. Foto: Tony Hernández.

Pero no todo es tradición en Vegueta: también está aquí el Centro Atlántico de Arte Moderno, CAAM, un lugar sorprendente, pues al traspasar el umbral de su pórtico clásico se penetra en una vanguardista construcción, muy del siglo XXI, escenario ideal para las originales exposiciones de arte actual que promueve la institución.

Inesperados resultan también los artículos de producción canaria que se venden en la tienda Galería Vegueta (Colón, 12). Desde luego lo son los zapatos de Pisaverde, todos diferentes, coloristas y muy divertidos. Suponen un souvenir original y de calidad que no deja indiferente a nadie.  

En el límite de este barrio histórico destaca el bonito edificio del Mercado de Vegueta. Pese a que ha escapado (más o menos) a la transformadora tendencia en este tipo de centros culinarios, ofrece puestos tan irresistibles como los de Jose y Alicia, donde se venden frutas y verduras llegados de los lugares más insospechados del planeta. Por supuesto, también hay negocios más clásicos, entre los que destacan las pescaderías, lugar ideal para echarle un ojo a la rica fauna submarina que rodea el archipiélago, o el puesto de las hierbas canarias: para cocinar y para sanar.

CAAM. Foto: LPAVisit.

Comida y sobremesa

Muy próximo, ya en el vecino barrio de Triana, está otra referencia culinaria de la ciudad actual: el restaurante La Butaca de Betty, buen ejemplo de la secular fusión cultural que forma parte del ADN canario.

En el edifico histórico donde se encuentra, su trío de propietarios ha creado un ambiente informal, colorista y divertido donde se sirve una acertada evolución de la cocina tradicional canaria aderezada con toques americanos y orientales (como su cocinera, que es filipina).

El resultado son platos tan seductores como el carpaccimi (ni carpaccio ni sashimi, por el grosor intermedio del corte del pescado) de atún rojo; el kilawen filipino de mercado, muy parecido al ceviche aunque con matices de sabor diferentes; o el cochino negro glaseado, cocinado a baja temperatura durante horas y servido con batata canaria crujiente.

Para la sobremesa se puede pasear la Calle Mayor del barrio, escaparate decimonónico y modernista reconvertido en muestrario de todo tipo de franquicias de moda y complementos, pero donde sobreviven negocios tan auténticos como Guirlache. Esta confitería lleva más de 40 años seduciendo a canariones y visitantes con sus helados, pasteles y tartas, a partir de productos sin procesado industrial ni químicos añadidos. Es prodigioso el manejo del chocolate (sobre todo el blanco) en sus creaciones, muy cercanas en concepto a la escuela catalana de alta repostería.

Y esto por lo que Guirlache lleva 40 años seduciendo a sus clientes (y a todo el que entra a su local).

Las Palmas es Galdós

También en Triana está uno de los negocios más nuevos de Las Palmas: la enoteca Vinófilos, con su impresionante muestrario de vinos canarios, nacionales e internacionales, su apartado de espumosos y el de cervezas artesanas y de importación. Aparte de la venta de estas bebidas, la tienda ofrece también catas, degustaciones e, incluso, un agradable picoteo rodeados hasta el techo de botellas de vino.

De paseo por el barrio salen al encuentro lugares tan relevantes como la Casa-Museo de Benito Pérez Galdós, en la que el célebre escritor vivió hasta el momento en que se trasladó a Tenerife para cursar sus estudios de Bachillerato. Aquí se conservan muchas de sus pertenencias, recopiladas en diferentes instituciones del resto del país, y se organizan exposiciones y charlas literarias.

Antes de dejar Triana, merece la pena entrar en dos tiendas empeñadas en poner en valor el trabajo de los creadores locales: el showroom de Fedac, Fundación para el Estudio y Desarrollo de la Artesanía Canaria, donde muestran sus creativas y elaboradas propuestas algunos de los mejores artesanos locales; y la colorista The Market Las Palmas, distribuida en varios corners ocupados por marcas de moda, complementos y decoración, varias de ellas de origen canario.

The Market. Foto: Alfredo García Reyes.

De tarde (y de noche)

Una tarde-noche perfecta en Las Palmas debería pasar por disfrutar de los nuevos espacios al aire libre diseñados para algunos de sus principales hoteles: azoteas y terrazas se han transformado en agradables zonas chill out.

Las hay más recoletas, como la del Hotel Veintiuno, alojamiento solo para adultos situado en uno de los palacios del barrio de Vegueta. Desde ella se disfruta de una de las mejores visiones de conjunto de la Catedral de Santa Ana.

Bastante mayor es el rooftop del recién reformado Santa Catalina, A Royal Hideaway Hotel. Un espacio con piscina, camas balinesas y varias mesas con sombrilla que durante el día está reservado a los clientes más exclusivos del hotel pero que, al llegar la tarde, se convierte en uno de los lugares abiertos más deseables para los habitantes de la ciudad y los que la visitan. Y lo es por el buen gusto con que está montado, pero también por las vistas al puerto y por sus cócteles, presentados de una forma realmente escenográfica e impactante.

Al caer la tarde se impone el paseo por los tejados a través de terrazas como la del Hotel Veintiuno. Foto: LPAVisit.

Mirada al mar

Por último, sería imperdonable una escapada a Las Palmas sin hacerle una visita a la emblemática playa de Las Canteras. Lo del baño en cualquier época del año está muy bien; lo de contemplar sus impactantes atardeceres, también. Pero no menos interesante es cenar en algunas de las terrazas de sus restaurantes y tomar algo después.

Por ejemplo, en una de sus construcciones más emblemáticas, La Casa Roja, ahora ocupada por una de las delegaciones del restaurante O’Sole Mio (Luis Morote, 57). Allí, spritz en mano, con vistas al océano y a los volcanes que conforman la península de La Isleta uno es consciente de que, pase lo que pase este otoño-invierno, la opción de pasar un fin de semana, o algunos días más, en esta atractiva ciudad que es hoy Las Palmas de Gran Canaria, es algo más que recomendable.

Playa de Las Canteras. Foto: LPAvisit.

a.
Ahora en portada