Las gemas del art decó de la pampa argentina
En 25 pueblos de la llanura central de Argentina se despliegan más de 60 ayuntamientos, mataderos y cementerios construidos en estilo art decó ¿A qué se debe esa fiebre?
En medio de la llanura pampeana, donde lo más alto que uno puede ver son los eucaliptos, se levanta un puñado de gigantescas construcciones que pueden llegar a los 30 metros.
Su estética, entre el art decó y el funcionalismo, es similar a cruces de tamaño desmesurado, ángeles alados y edificios rematados con elevadas agujas que se encuentran en los pueblos de la región.
Este es el legado de edificios públicos construidos en los años 30 en la provincia de Buenos Aires, en un ramillete de 25 pueblos distantes entre 300 y 600 kilómetros de la capital de Argentina. Y su presencia se debe a un arquitecto siciliano radicado en el país sudamericano: Francisco Salamone.
Entre Roosevelt y Mussolini
En la segunda mitad de la década del ’30 en esa provincia gobernaba Manuel Fresco, un político surgido del fraude, admirador tanto de Roosevelt como de Mussolini y Primo de Rivera, que creía que el Estado debía estar por encima de cualquier voluntad popular.
Entre 1936 y 1940 el arquitecto Salamone diseñó más de 60 edificios públicos de estética art decó en el corazón de la pampa argentina
Con ideas del progreso que oscilaba entre el New Deal y el Estado corporativista dio un cheque en blanco al arquitecto para que diseñe edificios públicos en los pueblos que, menos de un siglo atrás, había surgido como fortines en la conquista de tierras a las tribus nativas.
Explosión de edificios art decó
Los edificios crecieron como setas. En solo cuatro años Salomone diseñó más de 60 obras, una más monumental que la otra.
La mayoría fueron sedes de mataderos, cementerios y ayuntamientos, a los que se sumaron algunos dispensarios, escuelas y mercados municipales.
Algunas de estas estructuras duermen en el olvido, atrapadas por la maleza de la pampa.
Pero otras fueron recuperadas o mantienen su estética y funciones gracias al cuidado de estas pequeñas comunidades bonaerenses, que ven a estas obras como un motivo turístico.
De hecho en la provincia se ha creado el circuito ‘Camino de Salamone’ para poder descubrirlas.
Una estética disonante
Si actualmente la monumentalidad de estas obras impacta al visitante, basta imaginar cómo habría sido en 1938, cuando muchos de estos pueblos de la pampa no superaban el millar de habitantes.
El uso del hormigón permitió a Salamone levantar en tiempo récord la gran cantidad de edificios públicos que llevan su firma
En aquel entonces los únicos estilos eran el de las estaciones ferroviarias de estética inglesa y los palacios municipales de aires neo coloniales o de inspiración neo clásica.
Salamone evitó el uso del hierro y el ladrillo, habitual en estos parajes, y recurrió al hormigón, conocido como ‘la piedra líquida’, lo que le permitió levantar grandes estructuras en tiempo récord.
Una metáfora del poder del Estado
El poder del Estado se representó con altas torres que coronan los ayuntamientos, que en muchos casos superan a los campanarios de las iglesias locales.
Incluso en el despacho del municipio de Laprida, el respaldo del sillón del alcalde imita la torre del edificio comunal, una metáfora del poder “incómoda pero elocuente”, precisa Hugo Kliczkowski.
Muchos de sus edificios fueron adornados con alegorías, como ruedas, engranajes y cuchillos, como se ve en las afiladas formas de la torre del matadero de Coronel Pringles.
Tráiler de la película ‘Invasión Salamone’
Otros mataderos presentan una estética más austera, pero igualmente monumental, con voladizos y torres grises por el paso de tiempo rompen la monotonía de la llanura.
Solemnidad ante la muerte
En los cementerios la solemnidad de las figuras impone un respeto más cercano al temor que la devoción. En el de Azul, una bonita ciudad de la campiña bonaerense, tres grandes letras R.I.P. son custodiadas por un ángel de la muerte de cinco metros de altura.
O en Saldungaray, donde una cruz en la entrada del camposanto es rodeada por un arco de hormigón de 20 metros de diámetro.
Por no olvidar la impactante cruz de Laprida, que se eleva hasta los 33 metros, con un Cristo flanqueado por tres conos de gran altura.
En estos tres municipios se encuentran centros de interpretación de la obra de Salamone, que permiten explorar en profundidad el trabajo de este arquitecto que, en solo cuatro años, cambió la estética de numerosos pueblos de la pampa argentina.