La Toscana aragonesa: la ruta ideal para amantes del ‘slow driving’

Por los paisajes de las comarcas de Matarraña y el Bajo Aragón, al este de Teruel, se encuentra una ruta que sorprende por la calidez de sus pueblos y las maravillas de la naturaleza

Vistas de Valderrobles, en la conocida como Toscana española. Foto: José Luis RDS | Flickr.

Aragón es un territorio para descubrir lentamente. Por carreteras secundarias, trepando por cerros o descendiendo a los valles, hay una gran cantidad de atractivos para ver por medio del ‘slow driving’, o sea la forma de transitar kilómetros sin más prisas que los deseos de vivir nuevas experiencias.

Entre las numerosas rutas que presenta la oficina de Turismo de la comunidad autónoma se encuentra la llamada Ruta de la Toscana Aragonesa, un trayecto de casi 180 kilómetros por el este de Teruel que se sugiere realizar en cuatro etapas.

Estas pueden ser a lo largo de un día, pero si se toman un par de jornadas se puede conocer en profundidad los diversos encantos de las comarcas del Matarraña y el Bajo Aragón.

En una y otra se encuentran pueblos medievales, valles con pozas y ríos, cultivos, olivares, y una geografía de transición entre los áridos paisajes aragoneses y los bosques mediterráneos.

Entre Calaceite y Valderrobles

La primera etapa transcurre entre los pueblos de Calaceite y Valderrobres. El punto de partida es un pueblo con un bonito casco urbano declarado Conjunto Histórico Artístico, con detalles como el ayuntamiento renacentista del siglo XVII, la plaza de España con sus bellos soportales y la iglesia parroquial de la Asunción.

Un rincón de Calaceite. foto Calafellavalo-Flickr

El siguiente destino es Torre del Compte, a la vera del río Matarraña, donde hay varios edificios en piedra sillar, una iglesia gótica y una puerta de la antigua muralla con bonitas vistas al valle.

En estos pueblos del Bajo Aragón y Matarraña se encuentran palacios de los siglos XVI a XVIII, ayuntamientos renacentistas e iglesias barrocas

Más joyas históricas se encuentran en La Fresneda, donde desde la ermita de Santa Bárbara se baja al antiguo castillo, y en el trayecto, se ve al ayuntamiento de estilo renacentista, el palacio de la Encomienda y diversos edificios de los siglos XVI a XVIII que se despliegan a lo largo de la calle mayor y en la plaza central.

El camino a Valderrobles pasa por parajes donde el río Tastavins realiza un bonito salto en una cascada de 20 metros, en parajes llenos de almendros.

Puente de entrada a la villa de Valderrobres. Foto M.Campo – Flickr

El castillo domina la villa que se construyó en la ladera que cae en el Matarraña, donde entre portalones adovelados, balconadas corridas y pavimento de cantos rodados destaca el edificio del gótico aragonés de Santa María La Mayor.

De Valderrobres a Beceite

La arquitectura medieval de portales y edificios construidos en sillares de piedra se repite en Cretas, pueblo sobre una pequeña elevación en la margen derecha del barranco de Calapatá; así como en la villa de Beceite, donde gran parte de sus calles transcurren en una pronunciada pendiente.

Atardecer en Beceite. Foto Ersi Marina Samara – Flickr

Cerca se encuentra la garganta caliza de El Parrizal, con numerosas pozas para refrescarse en verano y hogar de varias especies de fauna autóctona.

Los cañones de roca de los Puertos de Beceite, de gran altitud, se pueden descubrir en una ruta donde hay que transitar por pasarelas para atravesar los puntos más difíciles.

De Beceite a La Cerrollera

El trayecto sigue por el pueblo de Fuentespalda, donde se encuentran interesantes palacios como los de las calles Llana, San Francisco, del Puente y Mayor; y en Peñarroya de Tastavins se sugiere visitar la excelente muestra de arte mudéjar que es el Sanuario de la Virgen de la Fuente.

Calle de Rafáles. Foto Turismo de Aragon

La plaza Mayor y el Ayuntamiento del siglo XVII con la lonja abierta a los portales son los mayores atractivos de Ráfales, en plena zona montañosa entre las cuencas de los ríos Tastavins y Guadalope; donde todavía se encuentra un castillo que conserva parte de su arquitectura original.

En los pueblos del Bajo Aragón se pueden ver las bóvedas del frío, construcciones de piedra realizadas para conservar la nieve y fabricar hielo

En el pueblo siguiente, La Cerrollera, los edificios más interesantes se encuentran alrededor de la plaza de la Constitución, entre ellos la casa-palacio del marqués de Santa Coloma, realizada en el siglo XVI.

Cerca se puede conocer los restos de un campamento de maquis, la guerrilla antifranquista que luchó en estos parajes hasta los años ’50.

Pasarelas sobre El Parrizal. Foto Ana-Flickr

De La Cerrollera a Aguaviva

En la cuarta etapa del viaje, camino a Aguaviva, se llega a La Cañada de Verich, donde se puede ver una de las bóvedas del frío, construcción típica del Bajo Aragón donde se guardaba la nieve para conservar alimentos; y el conjunto de manantiales y lavaderos que es la fuente del Regall.

El pueblo de La Fresneda. Foto Xavi-Flickr

Tomando un desvío se puede visitar Belmonte de San José, uno de los pueblos más bonitos del Bajo Aragón, con sus casas de piedra, sus casones de los siglos XVI y XVII y otra de las bóvedas del frío, que mide 10 metros de altura.

Otra de estas construcciones se encuentra en la cercana La Ginebrosa, donde hay una panadería muy reconocida en estos parajes

Belmonte de San José. Foto Turismo del Bajo Aragon

Y llegamos al destino final, Aguaviva, donde además de la interesante plaza porticada del pueblo hay que recorrer el entorno natural del puente de Cananillas, en que se ve un puente medieval sobre el río Bergantes cerca de varias piscinas naturales.

Si se puede visitar esta villa el 28 de agosto, cuando es la fiesta del Santísimo Misterio, se podrá ver sus calles revestidas de coloridas alfombras de serrín.

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