La nostalgia de la era comunista atrapa a la gastronomía de Berlín

Dirigidos a nostálgicos del ayer y curiosos de hoy en Berlín hay varios restaurantes que ofrecen cocinas de países socialistas o que homenajean al comunismo

Die Tagung (El encuentro) es un bar de Berlín que hubiera sido el sueño de los que anhelaban el paraíso comunista en la Tierra. Es como un Hard Rock del socialismo del siglo XX, un sitio donde la ironía se confunde con el homenaje a este sistema político, que curiosamente, tiene eco en muchos restaurantes de la capital alemana.

En este bar el visitante se encuentra con un busto de Lenin en la entrada. Con una escasa iluminación de luces rojas, el lugar tiene un aire clandestino que a más de un habitante de la zona Este de la ciudad le recordará a un cuartel de la Stasi.

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Además de la parafernalia de propaganda socialista hay antiguos menús (de cuando la cerveza se ofrecía a 0,07 marcos), fotos de dirigentes del bloque del Telón de Acero, una hoz y un martillo de neón, y de fondo suena música ochentera, aunque –paradojas de aquel férreo sistema- lo que más se escucha es a Bruce Springteen y The Beach Boys.

La presencia de la ‘ostalgie’

Según reseña The Wall Street Journal en Berlín abundan los bares que, o bien rinden homenaje al comunismo o que ofrecen las comidas tradicionales de Vietnam, Corea del Norte y Cuba.

Hay residentes que tiene ‘ostalgie’, un juego de palabras que sintetiza la nostalgia por la forma de vida en el Este de Berlín

Estas propuestas apuntan a saciar el sentimiento de ostalgie de un buen número de residentes de Berlín.

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Un busto de Berlín recibe en Die Tangung.

El término es un juego de palabras entre nostalgia y Osten (Este), y no necesariamente significa el anhelo de un sistema que trajo represión y pobreza, sino en recuperar pequeños detalles que hacían la vida un poco más alegre, como era la comida de los trabajadores de los países comunistas que aterrizaban en la ciudad.

También atrae a miles de jóvenes cuyas referencias del comunismo solo la pueden encontrar en los libros de historia y en los relatos de sus padres.

“El comunismo está cada vez más lejano de la realidad actual, por eso se convierte en algo cada vez más exótico y absurdo”, explica a ese medio Alice Weinreb, profesora de la Universidad de Loyola, en Chicago, y especializada en la cultura gastronómica de Alemania.

Los platos del país más hermético

Uno de estos sitios es Arirang Bulgogi. Ubicado cerca del checkpoint de Barnholmer Strasse para cruzar el Muro, según el WSJ se sirve la mejor cocina de Corea del Norte fuera de las fronteras del hermético país. El local apenas tiene decoración, y nada distrae la atención del potente bulgogi, una barbacoa de carne molida que los mismos comensales se preparan en sus platos.

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Otras opciones de la gastronomía de aquel país son las tripas de vaca con salsa kimchi (elaborada con fermentos de vegetales y especias) o las morcillas con hígado de cerdo.

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Platos típicos de Corea del Norte en Arirang Bulgogi.

La cocina del Este

Un fragmento de casi dos kilómetros del Muro de Berlín, llamado East Side Gallery, es un museo de arte urbano al aire libre. No muy lejos de allí se encuentra el restaurante ruso Datscha, que ofrece el plato obreros y granjeros, una preparación tan liviana para el bolsillo como pesada para el estómago.

En el restaurante Datscha se pueden comer abundantes platos típicos de Rusia a precios muy bajos

Este brunch nostálgico de los Urales presenta salmón marinado, panqueques de patatas, caviar de salmón, huevos revueltos y generosas raciones de pan.

Otros platos también contundentes son Recuerdos de Rusia, Un inglés en Moscú y Auténticamente ruso, donde los chupitos de vodka corren como el agua.

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Datscha está decorada como una casa rusa de los años ’70.

En tanto Breslau es un local de comidas rápidas de cocina polaca, donde se ofrecen cinco opciones de pierogi (bolas de masa hervidas) que se consumen en mesas de picnic en el exterior, además de empanadillas con patatas, chucrut y salmón.

Influencias de Vietnam

En Berlín hay una importante comunidad de 20.000 personas de origen vietnamita, cuya mayor presencia se concentra en el centro Dong Xuan, donde unos 300 comercios y restaurantes se apiñan en cuatro manzanas. Allí se pueden encontrar empleados de tiendas, abogados, manicuras, que recorren los supermercados que parecen teletransportados de Hanoi (si hasta tienen estanques con peces vivos a la venta).

En los restaurantes de esta mini-Vietnam abundan los rollos de cerdo frito, los fideos de cilantro y el pudín de maíz dulce.

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Monsieur Vuong, el restaurante vietnamita de moda de Berlín.

Otras opciones se encuentran en Monsieur Vuong, en el barrio de Scheunenviertel, antes hogar de inmigrantes judíos de los países del Este y ahora paraíso de hipsters. Ese restaurante vietnamita despliega una gran variedad de tés de jengibre y limón, y si bien su menú cambia periódicamente, siempre gira en torno a la sopa de fideos con carne, el pollo y los pinchos.

Recuerdos de la revolución cubana

El restaurante cubano La Casa Buena Vista ofrece habanos Cohiba, que el cliente guarda (no se permite fumar) para otra ocasión mientras mira el menú llena de referencias a la historia reciente de la isla, como es el caso de 1955, en referencia al año en que se conocieron Fidel Castro y el Che Guevara.

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Cocina cubana con referencias revolucionarias en La Casa Buena Vista.

Pero no es extraño que los propietarios del restaurante decidan ignorar el pedido del comensal y desplieguen una gran bandeja con carnes a la brasa, yuca frita y boniato. Suena como una auténtica imposición de la burocracia socialista, pero en este caso, el cambio vale la pena.

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