Kerry: la belleza del anillo mágico de Irlanda

El recorrido circular por la comarca de Kerry atraviesa pueblos encantadores, bosques en silencio y un mar que choca furioso contra los acantilados

Una leyenda irlandesa, esas que mezclan mitos con religión, dice que cuando Dios terminó de crear el mundo se tomó un descanso y apoyó una de sus manos en la costa oeste de Irlanda. Uno de los tramos de la tierra que emergió entre sus dedos, que se aventura en el Atlántico, es conocido como el Anillo de Kerry, uno de los paseos más bonitos que se pueden realizar en la isla esmeralda.

Es cierto que conducir en Irlanda, con el sentido inverso respecto a España, puede ser un agobio; por lo que una interesante alternativa es contratar excursiones en Cork o Limerick, las dos ciudades más importantes de este circuito.

Un anillo para descubrir despacio

El anillo es una vuelta de 270 kilómetros. Pero que la distancia no engañen, porque el camino está lleno de curvas y contracurvas, una serpiente de asfalto que transita por acantilados donde el sol enceguece en el reflejo del mar, que atraviesa pueblos con casas de colores, pubs en medio de la campiña y bosques que atrapan el camino con añejos árboles.

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Lagos de Killarney. Foto: Turismo de Irlanda

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Además este es un viaje para realizar despacio durante una jornada, para realizar cuantas paradas exija el deseo fotográfico. Además en los pueblos siempre hay pubs donde suena la música tradicional, y tampoco hay que dejar pasar los mariscos y otros manjares que despliegan los restaurantes costeros.

Killarney

Un punto de partida puede ser Killarney, que además de una vida social activa (y una fabulosa gastronomía marinera) en sus pubs tiene parajes como la mansión de Muckross House, cuyos jardines son recomendados para recorrer a pie o en bicicleta.

El verde en todas sus gamas se despliega en el Parque Nacional de Killarney, comarca de lagos, cascadas y castillos para descubrir en coche, a pie o en bicicleta

O en todo caso, tenerlo en cuenta para el regreso, porque en el Parque Nacional de Killarney abundan los circuitos para fatigar las piernas en dos ruedas, sobre todo el hermoso sendero que rodea al lago de Muckross.

Cada tanto se descubren antiguos castillos. Foto Andre Ouellet - Unsplash

Cada tanto se descubren antiguos castillos. Foto Andre Ouellet – Unsplash

El chivo que es rey

Durante media hora el coche transita junto a la cordillera de MacGillycuddy’s Reeks, donde se encuentran los tres picos más altos de Irlanda, en un camino donde los árboles y setos están a punto de invadir el asfalto.

Al llegar a Killorgin la estatua de un chivo con una corona da la bienvenida en la avenida central. ¿Y por qué motivo un macho cabrío tiene un vínculo con la realeza?

King Puck foto Neil y Kathy Carey Flickr

La cabra que reina. Foto Neil y Kathy Carey – Flickr

La razón se pierde en las nieblas de la historia, pero se supone que es un festejo celta, y que revive a fines de agosto, cuando un ejemplar es coronado como el Rey Puck, en unos días lleno de música, bailes, whisky y cerveza.

Este lugar es buscado por los amantes del golf para practicar lanzamientos y caminar en un paisaje que solo el Killorgin Golf Club puede ofrecer.

Por el camino costero

Tras dejar esta pequeña ciudad el camino se torna más estrecho por tramos, flanqueado por antiguos muros de piedra rodeados de vegetación. Cada tanto asoma el Atlántico, que baña a la península de Rossbeigh Strand y su larga y tranquila playa, a la que se llega tras dejar atrás el simpático pueblo de Glenbeigh, con su iglesia de piedra, sus casas de colores intensos y sus pubs con terrazas en la acera.

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La playa de Glenbeigh. Foto Turismo de Irlanda

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Si hay tiempo y pasión por el senderismo se puede tomar un desvío en la carretera N72, donde el desfiladero de Dundloe se abre paso en el macizo de MacGillycuddy’s Reeks. Son ocho kilómetros de un trayecto circular, donde se descubren impactantes paisajes montañosos con lagos y verde, mucho verde.

Perlas de la historia

Una media hora más de vuelta en la N70 se llega a Cahersiveen, que es similar a los pueblos del oeste irlandés, pero que tiene la particularidad de ser una de las comunas más occidentales de Europa. Regalos de la geografía.

Barracas de Cahersiveen. Foto Robert Linsdell

Barracas de Cahersiveen. Foto Robert Linsdell

Allí hay tesoros históricos como un fuerte de piedra del siglo VII, el castillo de Ballycarbery del siglo XV y los barracones de Cahersiveen, un imponente edificio blanco con aires medievales que desentona con el paisaje.

El anillo secundario

Un poco más adelante el Anillo de Kerry se desvía hacia el sur, y es el punto en que hay que tomar una decisión: tras el pueblo de Ohermong sale un desvío de la R565 hacia el este, en una hermosa carretera secundaria que transita por la campiña de un verde intenso rodeada por el Atlántico.

El anillo de Skelling es un desvío circular por el extremo oeste de la comarca de Kerry, donde las carreteras secundarias transitan por tramos de belleza agreste

A lo lejos se ve la isla de Valentia, y el mar ha esculpido vertiginosos acantilados como los de Kerry Cliffs Portmagee, que valen la pena conocer.

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Ballinskelligs, ideal para los apasionados por la astronomía. Foto: Turismo de Irlanda

Mar adentro está la isla de Skelling, que pocos conocían pero que ahora es famosa por ser una localización clave de las nuevas entregas de Star Wars.

Este recorrido secundario, llamado Anillo de las Skelling, termina en Waterville. Pero a partir de aquí comienza un camino de giros y más giros, donde el paisaje se intercala entre los acantilados, el mar, los campos y los miradores en que el viento no da tregua.

El sur de la península

Si uno pasa un par de días por esta zona cabe recordar que este rincón de Irlanda es una Reserva Internacional de Cielo Oscuro, y una de las tres de ‘nivel oro’, asegura la oficina de turismo del país. O sea, un deleite para los apasionados por la astronomía.

Uno de los lugares más recomendados de la cara sur del Anillo de Kerry es la playa de Derrynane, esos sitios que parecen creados para desconectar y contemplar la naturaleza agreste.

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Paisajes de Derrynane. Foto: Turismo de Irlanda

Si se le quiere dar un toque más romántico se puede conocer la residencia del político Daniel O’Connell, la Derrynane House, donde uno puede tomar un café irlandés (o sea, con whisky) en los antiguos establos.

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En Whitestrand uno se despide del tramo costero de la carretera, que se desvía al interior de la campiña hacia Sneem. Hacia la izquierda un desvío conduce a las ruinas de la fortaleza de Staigue, un sistema de defensa circular de piedras que llegan hasta los cinco metros de alto y un grosor de cuatro metros, que se creen construidos en los siglos IV y III a.C.

Encanto pueblerino

Sneem es uno de los pueblos más bonitos que se encuentran en este rincón de Irlanda, con sus fachadas de color azul, verde, rosa o amarillo, y con la pequeña trama dividida por un pequeño río, que se puede recorrer rápidamente en una caminata.

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Las casas pintadas de Sneem. Foto: Turismo de Irlanda

Tras retomar el viaje se ve como el camino, que flanquea la bahía de Kenmare, abandona su indecisión de curvas, y en que el bosque lo convierte en un bonito túnel verde.

Cada tanto algún pub o restaurante emerge para ofrecer deliciosas comidas en base a mariscos, y en Kenmare se puede recorrer su pequeño centro para explorar tiendas de antigüedades, librerías con encanto y tiendas donde comprar los jerseys elaborados según la ancestral tradición de las islas Aran.

El fin del paseo

El tramo final del Anillo de Kerry conduce a puertos de montaña que presentan paisajes para contemplar con calma, como los que se encuentran en torno al desfiladero de Moll’s Gap, desde donde se divisan lagos, ríos y las bahías del Atlántico que conquistan la tierra.

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Cascadas en los jardines de Kells Bay. Foto Turismo de Irlanda

Al llegar al punto de partida se atraviesa el Parque Nacional de Killarney, donde cada tanto se descubre alguna cascada y castillos de historia centenaria.

Seguramente nadie tendrá fuerzas para caminar los hermosos paisajes de este parque. Es una buena razón para hacer noche en el pueblo de Killarney y dejarlo para el otro día.

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