Islas Aran: el último enclave de la cultura celta

En las Islas Aran, frente a Galway, sus escasos habitantes todavía hablan en gaélico; mientras que las ruinas de asentamientos y monasterios aumentan su ley

El conductor detiene la furgoneta y señala a la capilla, edificada en una elevación del terreno. “Aquí tenemos una de nuestras tres iglesias. Y tenemos seis pubs…o sea, contamos con el doble de pubs que de templos”, dice a los turistas con una carcajada.

Típico humor irlandés.

El hombre se ríe, y sigue lanzando bromas a cada tramo del recorrido. A ambos lados del vehículo, se ve un verde intenso matizado de los grises de las rocas, y en todos los ángulos, el mar, ese mar que todo lo rodea y que golpea con la típica furia del Atlántico en las costas escarpadas y los acantilados.

Las islas más simbólicas para Irlanda

Esta es Inis Mór, la mayor de las tres Islas Aran, un archipiélago tan remoto como fascinante, agreste y cargado de una fuerte historia simbólica para los irlandeses.

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Los acantilados de Dun Ahongasa llegan a los 100 metros de alto. Foto JP Chuet

Los acantilados de Dún Aonghasa llegan a los 100 metros de alto. Foto JP Chuet

Estas islas se sitúan en el extremo oeste de Irlanda, frente a la bahía de Galway. Además de Inis Mór, las otras dos islas son Innis Mellan y Inis Oírr. Los nombre están en gaélico, y no es por un tema de marketing: es que en islas son el único lugar donde esta lengua, el idioma original de Irlanda, es la primera lengua.

Gracias a su aislamiento el gaélico se mantuvo como la lengua más hablada en las Islas Arán

Su relativo aislamiento logró que el gaélico sobreviva en la comunidad rural. Y también fue lo que lo ha salvado de la despoblación y el desastre: cuando a mediados del siglo XIX toda Irlanda se moría de hambre por las malas cosechas de patatas, en las islas fertilizaron los terrenos con piedra y arena, y evitaron que los hongos que arruinaban los sembradíos lleguen a sus huertos.

Las islas cuentan con numerosos testimonios de la cultura celta. Foto: JP Chuet

Las islas cuentan con numerosos testimonios de la cultura celta. Foto: JP Chuet

Siglos de vida dura

En estas islas viven menos de mil personas, habituadas a un clima hostil, de vientos, lloviznas, nevadas y ventiscas permanentes. Son hombres dedicados a la pesca del róbalo y la merluza, para compensar los escasos productos que se pueden extraer de una tierra agreste.

Las mujeres tienen una larga tradición de tejidos, y al día de hoy, en las dos tiendas de souvenirs del poblado de Cill Rónáin, las etiquetas de los jerseys informan de la cantidad de horas dedicadas a su tejido, para poder cotizar su precio.

El gaélico es la primera lengua en las Islas Arán. Foto: JP Chuet

El gaélico es la primera lengua en las Islas Arán. Foto: JP Chuet

El impacto turístico

Sin embargo, la llegada del turismo fue alterando las costumbres de estos isleños remotos. Ya una gran parte se dedica a ofrecer excursiones a los turistas que desembarcan desde Gallway, como el hombre de la carcajada fácil. Otros ofrecen sus casas como alojamiento, para sentir la experiencia de un desafío a la naturaleza.

Huellas celtas

Las islas Aran tienen un gran significado simbólico por la existencia de numerosos restos de las culturas celtas que colonizaron estas tierras. El mayor exponente es el complejo de Dún Aonghasa, una serie de fortalezas concéntricas que se van elevando junto con el terreno.

Por los fuertes vientos atlánticos los árboles crecen de lado. Foto: JP Chuet

Por los fuertes vientos atlánticos los árboles crecen de lado. Foto: JP Chuet

El punto más alto la convertían en un sitio inexpugnable, porque a sus espaldas se encuentra un acantilado de 100 metros, y luego, el Atlántico Norte. No hay más tierra en los próximos 5.000 kilómetros al oeste.

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En las ruinas de estas fortalezas celtas se reunían los líderes políticos de la Irlanda bajo dominio británico, a inicios del siglo XX, para reclamar la independencia que llegaría un par de décadas después.

Al pie del laberinto de rocas, un centro de interpretación permite conocer los secretos de su construcción, pero no puede revelar su mayor enigma: ¿qué pueblo lo construyó y con qué fin?

Los pobladores mantienen costumbres de siglos. Foto: JP Chuet

Los pobladores mantienen costumbres de siglos. Foto: JP Chuet

Excursión por el paisaje agreste

En las costas, cada tanto se puede ver alguna colonia de focas, que por suerte, han dejado de ser cazadas por los lugareños. Las aguas van cambiando de color según la especie de algas que crezca en la zona. Y siempre la espuma, el corolario de esas olas que rompen sin cesar día y noche.

No se sabe qué pueblo construyó la fortaleza concéntrica de Dún Aonghasa, al borde de un acantilado de 200 metros

A lo largo de la isla de Inis Mór se pueden visitar los restos de las ermitas y los antiguos templos cristianos que han quedado como testigos de la historia local. Por allí hay grandes cruces celtas de hasta metro y medio de altura (la gigantesca cruz del pueblo de Cill Rónáin es una reproducción), por aquí las paredes de lo que fue un templo hace más de 500 años, y en aquel lado, un cementerio minúsculo que todavía sigue habilitado para los escasos habitantes de las islas Aran.

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