Historias de castillos, mitos y tradiciones en el corazón de Irlanda

Una ruta en zig-zag desde Dublín a Galway, a través de pueblos, mansiones y monasterios cargados de leyendas, historias y encuentros con la Irlanda profunda

Castletown-House Foto Heritatge Ireland

Se dice que la distancia más corta entre dos puntos es una línea recta. Esto es verdad en casi todo el mundo, pero en Irlanda es muy difícil de lograrlo.

Pero no por cuestiones de leyes físicas, sino debido a que los atractivos que se encuentran en una ruta que va de costa a costa en la isla esmeralda obligan a realizar un circuito en permanente zigzag, como el trayecto de Dublín a Galway.

Tres días para hacer menos de 500 km

Son sitios que apenas son mencionados en las guías turísticas, valles y parajes con historias místicas, llena de castillos, templos y monasterios; una región del corazón irlandés con una marcada cultura en torno a los caballos, el whisky y las tradiciones.

El recorrido que sugiere Turismo de Irlanda implica recorrer en coche unos 460 kilómetros, que si se siguen las leyes del slow travel, deberían llevar unos tres o cuatro días. Y se verá que no son suficientes.

La opulencia del terrateniente

Tras salir de la trama urbana de Dublín y entrar en el condado de Kildare se puede visitar la opulenta Castletown House, construida en 1720 por William Connolly, la mayor fortuna de Irlanda.

La fastuosa residencia Castletown House. Foto Wikipedia

Dueño de 40.000 hectáreas de tierras, se decía que necesitaba 240 caballos para que sus recaudadores pudieran llevarles las rentas de medio año hasta su residencia en Castletown.

La gigantesca Castletown House, cerca de Dublín, es la casa de campo más grande de toda Irlanda

Se trata de mansión de campo más grande del país, fiel exponente del estilo palladiano que por suerte está abierta al público.

En el límite de los terrenos de la finca se encuentra una rareza, un granero con forma de espiral. Es el Wonderful Barn, levantado en 1743 para crear fuentes de trabajo en la región.

La tradición ecuestre

En el vecino poblado de Tully se encuentran algunos de los mejores centros de cría de caballos irlandeses.

El fundador de los Establos Nacionales de Irlanda, William Hall Walker, confiaba en la suerte (o desgracia) de un potro según su carta astral.

El moderno hipódromo de The Curragh

Más allá del toque exótico, el hombre apostó fuerte por mejorar las razas equinas y promover las carreras como las que se pueden ver en los legendarios hipódromos de The Curragh, Punchestown y Naas.

Cerca, en Lullymore, vale la pena visitar el Parque de Patrimonio y Descubrimiento, un antiguo retiro monástico reconvertido en una zona de ocio que homenajea a la cultura de la turbera irlandesa, con interesantes ejemplos de la flora y fauna local.

Leyendas y mitos de Irlanda

La segunda jornada de viaje llega cargada de misticismo. Estamos en el condado de Westmeath, donde muchas cosas no son como parecen.

Casa de Lord Belvedere, protagonista de una absurda historia de celos. Foto: Belvedere House.

El mejor ejemplo es la mansión de Belvedere, que a pesar de la elegancia de la finca y la belleza de sus jardines guarda una absurda historia de celos entre hermanos, que culminó con el gigantesco muro que levantó Lord Belvedere para ocultar la residencia de su hermano, que era más grande.

Lord Belvedere construyó un gigantesco muro en medio de la campiña irlandesa para ocultar la residencia de su hermano, que era más grande que la suya

Más historias extrañas circulan en la abadía benedictina de Fore, del siglo VII, que se incendió en 12 oportunidades, y que alberga una serie de sitios absurdos como el molino sin carrera, el agua que fluye cuesta arriba y el árbol que no se quema, entre otras.

El sentir religioso del centro de Irlanda vive en la Catedral de Cristo Rey, en Millingar, con dos chapiteles que se divisan a la distancia y que aloja un museo de recuerdos históricos que datan del siglo XVII.

La Irlanda celta

La mezcla entre historia y mística es más fuerte en la colina de Uisneach, centro geográfico del país.

Festival de Uisneach. Foto Anthony Murphy

En este punto residió la antigua nobleza irlandesa, como se ve en los restos arqueológicos, sitio sagrado para la mitología celta que revive cada mes de mayo con el Festival de Fuego que rinde homenaje, siglos después, a la diosa pagana Ériu.

En placeres más terrenales, hay que conocer los sabores del whisky regional en la destilería de Kilbeggan; que se degustan mientras se conocen las historias en torno al castillo de Athlone, sede de un sangriento levantamiento a fines del siglo XVII.

Destilería de Kilbeggan.

Castillos encantados

En la tercera jornada hay que conocer la silueta tenebrosa del castillo de Charleville, cerca del pueblo de Tullamore. Además de escuchar las historias de fantasmas en su estructura gótica hay que pasear por su bosque de robles, donde reina el más famoso, el King Oak, con varios siglos de presencia.

En la zona hay otra destilería recomendada, la Tullamore D.E.W., donde se elabora un whisky de triple destilación, con triple mezcla y triple maduración.

El telescopio del castillo de Birr convirtió a esta antigua fortaleza en una meca de la ciencia

Otro capítulo de la historia medieval se encuentra en el antiguo monasterio de Clonmacnoise, fundado en el siglo VI donde sobreviven altas cruces celtas, siete iglesias y 700 tumbas; entorno vigilado por dos altas torres de defensa.

Castillo de Birr. Foto Discover Ireland

A media hora en coche se llega al contundente castillo de Birr, hogar del Leviatán. No es un monstruo mitológico, sino el telescopio más grande del mundo de mediados del siglo XIX.

Esta maravilla tecnológica, que sigue en funcionamiento, convirtió a esta antigua fortaleza en una meca de la ciencia. Se lo puede conocer antes o después de un paseo por sus bonitos jardines.

Caballos y tradiciones

A una hora en dirección al oeste, antes de llegar a Loughrea, se termina la jornada con un refuerzo de la cultura ecuestre del país.

Saltos y paseos ecuestres en el Museo del caballo de Dartfield.

Se trata del Museo del caballo de Dartfield, que permite conocer la historia y características de la raza irlandesa y de los ponnies de Connemara.

Incluso allí se pueden practicar actividades como el tiro al plato o paseos con perros pastores.

Porque en Irlanda hay tradiciones que nunca pasan de moda.

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