Tras las huellas de Chopin en Mallorca

El famoso pianista Frédéric Chopin pasó una temporada en la Cartuja de Valldemossa, en Mallorca, recuperándose de su frágil salud. Esta es su historia

Detalle de la Cartuja de Valldemossa. Foto: Zoran Borojevic | Unsplash.

El compositor polaco Frédéric Chopin, uno de los máximos exponentes del Romanticismo, pasó una temporada crucial en la isla de Mallorca. No solo porque aquí le confirmaron el diagnóstico de tuberculosis, la enfermedad que llevaría a la muerte en 1849, sino también porque en aquel invierno, de noviembre de 1838 a febrero de 1839, compuso la mayor parte de sus veinticuatro Preludios, entre ellos el de La gota de agua.

Acompañado por la escritora George Sand, en aquel momento su amante, y los dos hijos de esta, Chopin llegó a Palma el 8 de noviembre de 1838.

Huía del frío parisino que empeoraba su ya débil salud aunque apenas unos meses después volviera a hacer precipitadamente las maletas para marcharse como consecuencia de un agravamiento de la dolencia respiratoria del artista.

Valldemossa. Foto: Daniel Kajuk | Unsplash.

Pese a la brevedad de su estancia, Chopin dejó una impronta imborrable en la isla, especialmente en La Cartuja de Valldemossa, donde residió entre el 15 de diciembre de 1838 y el 11 de febrero de 1839, tal y como Sand recoge en su libro Un invierno en Mallorca.

Chopin, Sand y un invierno en Mallorca

A solo 20 km de la capital y en plena Sierra de Tramuntana, Valldemossa es un pueblo totalmente bucólico, muy alejando a los dramáticos fondos de los cuadros del Romanticismo coetáneos a Chopin.

Entre sus calles empedradas, repletas de flores y macetas, pasearon tanto el compositor como Sand, pero también escritores como Jovellanos, Azorín, Rubén Darío, Miguel de Unamuno, Santiago Rusiñol o Jorge Luis Borges.

Foto: Museo Celda de Frédéric Chopin y George Sand.

Todos pasaron también por La Cartuja, el edificio más representativo de la localidad, de origen real y habitado –fue residencia del rey Sancho I de Mallorca a principios del siglo XIV- y habitado por monjes cartujos (cartoixans) desde 1399 hasta 1835.

La celda que habitaron el compositor y la escritora es hoy uno de los principales reclamos del lugar. No hay que pensar en una lóbrega estancia: descrita por Sand como “de tres habitaciones y un jardín lleno de limoneros”.

Chopin y Sand se alojaron en la celda número 4 de La Cartuja de Valldemossa, donde el artista compuso sus preludios

Chopin describió el lugar en una carta a su amigo Juli Fontana como “una encantadora cartuja enclavada en el país más bello del mundo; el mar, montañas, palmeras, un cementerio, una iglesia de los tiempos de los cruzados, una mezquita en ruinas, olivos milenarios…”.

La esencia de Chopin y un piano Pleyel

Paseando por las dependencias se pueden ver los documentos originales para el alquiler de la celda (número 3, actual celda número 4) y las cuentas de gastos que George Sand y Chopin tuvieron en Mallorca entre las que están el pago a los médicos que atendieron a Chopin y los gastos de transporte de un piano a Valldemossa.

La Cartuja de Valldemossa. Foto: Turismo de Mallorca.

El museo conserva además el original de la Carta de presentación y de crédito que la pareja entregó al banquero Canut en Palma así como una reproducción del dibujo del hijo de George Sand, Maurice, titulado ‘La Celda’ donde se aprecia la posición del campanario y que sirvió al investigador Edouard Ganche para confirmar la celda alquilada.

Además, se expone un piano Pleyel, no exento de controversia, que sería el auténtico instrumento enviado desde París y que Chopin tocó durante su estancia en La Cartuja de Valldemossa.

Colocado en la misma habitación donde el músico lo utilizó para terminar sus Preludios y trabajar en obras como la segunda Balada fa mayor op.38, el tercer Scherzo do sostenido menor op.39 y una de las Polonesas op.40., se conserva íntegramente, sin modificación alguna ni restauración.

Foto: Museo Celda de Frédéric Chopin y George Sand.

En el momento de la partida, el instrumento, que era propiedad del fabricante, monsier Camille Pleyel, se convirtió en un inconveniente más para los artistas, ya que era difícil de transportar -habían sido muchas las dificultades hasta su llegada a Mallorca- y estaba sujeto a tasas aduaneras.

Finalmente, en la víspera del regreso al continente, el matrimonio formado por Bazile Canut y Hélène Choussat de Canut, banqueros de Palma, compraron el piano, liberando así a Chopin y Sand de esta carga.

En relación, el museo conserva la carta original de Chopin enviada a Mallorca para solventar los asuntos de la venta del piano, pero también la llave original de afinación y las llaves originales de las tapas del instrumento.

Foto: Museo Celda de Frédéric Chopin y George Sand.

De vuelta a Francia

El 13 de febrero, Chopin, Sand y los niños embarcaron de vuelta a Barcelona, donde Chopin pasó una semana convaleciente bajo los cuidados del médico del vapor de guerra francés Méléagre.

Tras ocho días de reposo se trasladaron hasta Marsella, donde esperaba el médico personal del músico, el doctor Cauvières.

Desde allí, y tras terminar la revisión de los Preludios, se los envió a su amigo Pleyel para que los publicara a cambio de 1.500 francos.

Foto: Museo Celda de Frédéric Chopin y George Sand.

Rodeado de maravillosos jardines, la esencia de Chopin sigue ligada a Valldemossa y La Cartuja, no solo por el museo y la celda número 4, sino también por el Festival Internacional Chopin, uno de los acontecimientos culturales más reseñables que tiene lugar cada mes de agosto en la localidad.

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