‘Hierro’: el escondite de la intriga y el secreto

Su aislamiento, reducido tamaño, topografía, clima y el carácter de la gente convierten a El Hierro en un personaje más de un thriller tan pausado como la propia isla en que sucede

Tacoron. Foto: Turismo El Hierro.

El Hierro es la isla más retirada y occidental del volcánico archipiélago canario. También es la más pequeña y la más joven según su edad geológica. Su aislamiento es un reclamo y la promesa de hacer el viaje una aventura. Un lugar más cotidiano que rutinario y faro entre los puertos de Santa Cruz de Tenerife y La Guaria en Venezuela. Es un sitio de paso, un castigo para el forastero. Parece despoblada e intacta, invita a explorarla.

Sin embargo, recibe a las visitas con el morro torcido. El periodista y escritor Juan Cruz, en su libro Viaje a las islas Canarias, publicado por Aguilar, dice que El Hierro está hecha de lava y de luz.

Charco Manso. Foto: Turismo de El Hierro.

Pepe Coira y su hermano Jorge, el primero creador y guionista de Hierro, el segundo director de dicha serie, le han añadido el misterio. Han hecho de esta isla rodeada de un océano azul cobalto y negros acantilados, el escondite de la intriga y el secreto. No basta el soplo de un plano cenital para saber qué pasa en El Hierro.

Isla de misterio

En este thriller lento de dos temporadas que es Hierro Candela Peña interpreta el papel protagonista de una jueza tan incómoda como le parece El Hierro, isla a la que le han trasladado.

Los creadores de la serie explotan de manera hábil e inteligente la ambientación herreña de esta historia tan intensa a nivel psicológico y físico. Una trama que pivota en torno a la jueza Candela Montes (Candela Peña) y Díaz (Darío Grandinetti), propietario de una platanera situada en Tacorón, al sur de la isla, entre la cala del mismo nombre y La Restinga, rodeado de lenguas de lava junto al mar. Un lugar de resistencia. En la ficción un inversor quiere comprar el terreno y convertir el sitio en un resort para ese tipo de turismo que en la isla ni lo hay ni se pretende que lo haya.

Candela Peña en la temporada 2 de Hierro. Foto: Movistar.

Montes y Díaz son dos personajes poderosos. La jueza se impacienta con el silencio de Díaz, personaje mimetizado con la isla sin ser oriundo. Los dos se aíslan para proteger a su gente. Igual que El Hierro ha hecho de su lejanía una coraza, un escudo disuasorio de intrusos. Una isla en la que parecen colisionar el deseo de escapar de ella de los habitantes más jóvenes y las ganas de recorrerla de los turistas que aterrizan en su aeropuerto de juguete o atracan en el Puerto de la Estaca, el único donde pueden hacerlo los buques de pasajeros. Vía de acceso y escape más anónima que la aérea, porque en Hierro pocas veces sus personajes viajan por placer.

«El Hierro es una isla que sospecha del mar, vive de espaldas al océano»

Galo Martín Aparicio

Valverde

El Puerto de la Estaca se encuentra en el noreste de la isla, en un barrio costero del municipio de Valverde. Topónimo con el que también se denomina a la capital herreña. A diferencia del resto de capitales canarias, a Valverde no le baña el océano. Es una ciudad tierra adentro y arriba en la que, como describe Juan Cruz, sus habitantes viven aspirando el aire de las nubes que aquí se solidifica y se convierte en lluvia y humedad.

Valverde. Foto: Turismo de El Hierro.

Son muchas las escenas en las que se ve a los personajes sudar y pasarse un pañuelo para quitarse esas gotas que se escurren por la frente. Sudor fruto del ambiente y de la tensión que emana del juzgado en el que siempre hay algo que pleitear. E investigar.

En esa casa antigua de dos plantas que ocupa el Juzgado, Ángela (Marga Arnau), la secretaria judicial, espolvorea tradiciones y costumbres de su isla natal para que la jueza Montes tome nota de que se encuentra en un lugar aislado con un importante arraigo cultural.

Unas veces de manera evidente y otras de manera sugerente, Hierro introduce elementos identificativos de gran calado para la sociedad herreña. Imágenes poéticas que también muestran el ritmo pausado con el que suceden las cosas en la isla.

En la serie los personajes se convierten en guías que, con ayuda de imágenes a vista de pájaro, muestran al espectador una cinematográfica isla de El Hierro

De sabinas y aguas milagrosas

En la cabecera de la serie se puede ver la sabina, árbol que el viento ha peinado de forma retorcida y que llega a tocar el suelo, como si alguien hubiera apretado el botón de pausa y lo hubiese congelado. Este símbolo de profundas raíces y resiliencia se encuentra en la parte occidental de la isla.

Sabina. Foto: Turismo de El Hierro.

Mucha más presencia y protagonismo tiene en la primera temporada los preparativos y la posterior celebración de la Bajada de la Virgen de los Reyes, patrona de la isla, desde la blanca ermita del mismo nombre, ubicada en un mágico lugar rodeado de árboles, cuevas y cubierta de bruma, la misma que parece confundir a la jueza Montes cada vez que cree entender cómo funciona la isla y piensan los isleños.

Cada cuatro años los herreños honran a la virgen que abasteció de manera milagrosa de agua de lluvia a los habitantes de la isla en una de las peores sequías vividas en El Hierro. Una fiesta popular tan importante que la isla se detiene, sin importarle nada, incluido el caso abierto de la jueza Montes, para su desesperación.

Lucha canaria

La lucha canaria, en cambio, es más una evocación a la que se recurre en la segunda temporada, y que también es un pequeño tributo a esta disciplina deportiva autóctona de todo el archipiélago.

Las imágenes en las que aparecen los luchadores en el terrero Ramón Méndez, esculpido en la montaña de Joapira, junto a la Iglesia de Nuestra Señora de La Candelaria, funcionan como un analgésico después de una escena de estrés emocional.

Mirador de Jinama. Foto: Turismo de El Hierro.

Esta lucha, en la que las llaves se llaman ‘mañas’, se caracteriza por la habilidad para aprovechar la fuerza del contrario y por no buscar herirlo, sino desequilibrar al oponente hasta hacerle tocar el suelo con cualquier parte de su cuerpo que no sean las plantas de sus pies.

«Cada personaje en Hierro es una geografía, virtud y defecto de la isla»

Galo Martín Aparicio

La pugna tiene lugar en un espacio circular llamado terrero, de arena o tierra batida y de 15 o 17 metros de diámetro. Desde las gradas de este terrero hay una panorámica de los acantilados que rodean el valle de El Golfo.

El Golfo

El Golfo se puede contemplar asomándose al mirador de Jinama, un balcón a 1.230 metros sobre el nivel del mar. Un rincón tan elevado como íntimo en el que la jueza Montes comparte escena con su hijo Nico. Hierro es una historia de criminales y madres.

Antiguamente, en El Golfo se podía caminar por peligrosos senderos que avanzan por encima de las nubes y que bordean el acantilado hasta la ermita de la Peña. Entre medias, en un saliente rocoso, se encuentra el pequeño hotel Punta Grande.

Foto: Movistar.

Estos caminos de tierra rojiza de gran desnivel que se conocen con el nombre de ‘las Mudadas’ eran frecuentados por los cabreros con ayuda de una lanza para descender por los mismos. En este entorno marciano y hostil a los animales no les queda otra que ascender para dar con la poca hierba que crece. La figura del pastor herreño aparece en la segunda temporada interpretado por un personaje tan ágil como hosco.

Roadtrip isleño

Las subidas y bajadas en El Hierro también se pueden hacer y disfrutar circulando por unas carreteras zigzagueantes que hacen las veces de un plano rodado o travelling y en las que apenas hay coches. Serpientes de asfalto que unas veces terminan de manera abrupta en el aire y otras atraviesan montañas gracias a unos túneles que han hecho desaparecer las fronteras naturales del pasado.

A uno de esos túneles da paso el único semáforo de la isla, uno que pone a prueba la paciencia que no suelen tener los forasteros.

En la serie los personajes que llevan tiempo en El Hierro advierten a los recién llegados de cuál es el ritmo del sitio y que no hay manera de acelerarlo. Consejo que hay tiempo de sobra de dar antes de que la luz roja cambie a verde y se pueda atravesar ese túnel de casi un kilómetro de largo que da acceso a El Parador. Una localización en la que tiene lugar una escena que traslada al espectador del nivel del mar a unas cumbres por encima de las nubes.

Punta Grande. Foto: Turismo El Hierro.

Igual que en este alojamiento uno se puede hospedar, también se puede ir a la pizzería Gino´s, en el municipio de Frontera, para degustar comida italiana y hacer terapia con otros que tampoco son del lugar, como hace la jueza Montes, que poco a poco consigue acostumbrarse a la isla y al revés.

Hasta el baño requiere un esfuerzo en El Hierro. Que se lo digan a la jueza Montes, cansada de interrogatorios en los que nadie le dice nada

Lo mismo tienen que hacer los espectadores que no lo sepan, acostumbrarse, hacerse la idea de que en esta isla volcánica y atlántica las playas no son como las de Levante. El Hierro es una isla que sospecha del mar, vive de espaldas al océano. Esa vida de interior inesperada en una isla hizo que los hermanos Coira cambiaran parte de la trama para adaptarla a un lugar más rocoso que acuático.

De espaldas al mar

La única playa de arena blanca de la isla se encuentra en el Parque Rural de Frontera. Una playa situada sobre una plataforma de lava, que debe su formación al oleaje y las corrientes marinas y su color blanquecino a los fragmentos de conchas de moluscos marinos.

El resto son playas oscuras y rocosas, piscinas naturales. La Maceta, en Frontera, otras en la zona de Tacorón y El Verodal. Baños que requieren un esfuerzo, como todo en El Hierro. Que se lo digan a la jueza Montes, cansada de interrogatorios en los que nadie le dice nada.

Roque Bonanza. Foto: Turismo de El Hierro.

Hay más elocuencia en su limpio y visible fondo marino de La Restinga, el punto más al sur de la isla (y de España), que en la silenciosa superficie herreña. El patrimonio acuático del sitio es su biodiversidad, un imán que atrae a buceadores de todo el mundo. Aunque en la serie lo que hay bajo el agua es un cadáver.

El aislamiento, el reducido tamaño, la topografía, el clima y el carácter de la gente convierten a El Hierro en un personaje más de un thriller pausado. Una historia de criminales que lleva por nombre el lugar en el que sucede la serie. Serie que no se puede alargar en el tiempo.

El Hierro, pequeño y en el que todo se sabe, no es el sitio ideal en el que acumular muertos y delincuentes un día tras otro porque la serie perdería un rasgo esencial, la verosimilitud. La misma que transmiten unos personajes convertidos en guías, que con ayuda de imágenes a vista de pájaro intercaladas entre escena y escena, muestran al espectador una cinematográfica isla de El Hierro.

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