El Hayedo de Tejera Negra: el bosque mágico que no debería estar ahí

En la provincia de Guadalajara se encuentra uno de los bosques de hayas más australes de Europa. Es una afortunada anomalía geográfica que en otoño se tiñe de amarillo y marrón

El otoño el hayedo es un festival de colores. Foto Carmelo Peciña | Flickr

“¿Qué hace un bosque como tú en un sitio como este?”, se supone que la madre naturaleza debería preguntarle al Hayedo de Tejera Negra, uno de los bosques más impactantes que se pueden descubrir este otoño gracias al despliegue cromático que presentan sus gigantescos árboles.

Su presencia en el centro peninsular es una rareza geográfica, porque se supone que las hayas crecen en otras regiones, de valles húmedos y fríos, con una fuerte carga de precipitaciones como los que se ven en el norte de España, sobre todo a lo largo de la cordillera Cantábrica o los Pirineos.

Pero está cerca de Cantalojas, al extremo noreste de la provincia de Guadalajara, dueña de un microclima único que forma parte del Parque Naturaleza de la Sierra Norte de Guadalajara.

Junto con las formaciones de Montejo de la Sierra (Madrid), Riofrío de Riaza (Segovia) y Puertos de Beceite (Tarragona), forma parte del conjunto más austral de este tipo de bosques.

Los rios Lillas y Zarzas cruzan el valle. Foto Carmelo Peciña | Flickr

El impacto visual del otoño

Cuando se llega al lugar tras realizar ocho kilómetros del pueblo de Cantalojas sorprende por el despliegue visual que adquiere en otoño.

Las hayas, que se encuentran en una zona de 400 hectáreas al fondo del valle, se tiñen de amarillo, marrón, de un naranja oscuro allí y de un rojo pálido más allá, que son acompañados por una abundante presencia de robles, pinos silvestres y matorrales de diferentes especies.

El parque cuenta con una zona de hayas de 400 hectáreas. En la parte más inaccesible sobreviven ejemplares de más de 300 años

Por la zona circulan los ríos Lillas y Zarzas, que aportan la humedad necesaria para la formación de este ecosistema, en un entorno rodeado por afiladas crestas rocosas que llegan hasta los 2.000 metros de altura.

El bosque se puede recorrer en dos senderos. Foto Susana Disidier | Flickr

La mayor parte de las haya son jóvenes, nacidas hacia los años ’60 tras una tala a mata rasa. Pero si hay suerte también se pueden encontrar ejemplares de más de 300 años, sobre todo en las partes más inaccesibles.

El cambio cromático de los meses de fríos

Octubre es el mes de mayor despliegue de colores, tras el cambio de verde a marrón de sus hojas, y previo a la caída que se produce hacia noviembre, potenciado por las continuas lluvias otoñales.

Llegando los meses más fríos los troncos blanquecinos contrastan con los musgos y líquenes y con el suelo tapizados de hojas, mientras se percibe el olor a tierra mojada y a setas.

Los robles son los compañeros artísticos más interesantes, con el cambio de verde claro a pardos más amarillentos que las hayas y otros árboles de menor presencia, como los serbales, los arces, los tejos y los abedules.

La Carbonera, testigo de la produccion agrícola de otras décadas. Foto Jesús Pérez Pacheco | Flickr

Senderos para recorrer el hayedo

Para descubrir la magia del Hayedo de Tejera Negra hay dos senderos para realizar a pie. Uno es el de Senda de Carretas, que transita por unos seis kilómetros con un desnivel de 250 metros, que junto al río Lillas sigue los pasos de un antiguo camino rural que transportaba carbón.

Como testigo de esos años hay una carbonera, una pila de troncos cubierta de hojarasca y tierras que se montaba para obtener el combustible sólido.

El camino sigue bajo las hayas hasta la Pradera de Matarredonda, donde se pueden tener hermosas panorámicas de la zona.

Hay dos senderos que permiten sumergirse en el hermoso hayedo, uno de seis kilómetros y otro de 17

El otro camino, más intenso, es la Senda del Robledal, que implica caminar por 17 kilómetros en un trazado de dificultad media.

El río Lillas cruzando el paisaje del hayedo. Foto Wikipedia

En el sendero se atraviesan diferentes ecosistemas como pastizales, robledales, matorrales y pinares en etapa de reproducción, hasta llegar a la formación de hayas. Para regresar se va por pastizales junto al río, por lo que se sugiere llevar calzado para el agua.

Para los que prefieren andar en bicicleta, hay un camino de 21 kilómetros con un tramo paralelo al río Zarzas, ruta circular que también pasa por puntos panorámicos como el Collado del Hornillo.

Un paisaje para quedar deslumbrado. Foto Turismo Castilla-La Mancha

Qué animales se encuentran en el hayedo

Además de la belleza de las hayas encendidas de colores se pueden ver diferentes especies de aves como los petirrojos, chochines, mirlos y las lavanderas, mientras que en los matorrales se ocultan los carboneros, garrapinos, mitos, herrerillos y pinzones.

Más difícil de ver son las águilas culebreras, los gavilanes y los ratoneros.

En cuanto a mamíferos, estos bosques son hogares de jabalíes, corzos, ardillas, lirones, comadrejas, gatos monteses y muchos pero muchos murciélagos.

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