Graz, la ciudad que se conjuga en futuro

Austriaca de estética italiana, la fisionomía que luce Graz se debe a una integración arquitectónica lúcida y sin estridencias

Graz suena a saxo clandestino, al tañer de las campanas, al discurrir de los tranvías, al pedaleo de los estudiantes de camino a la universidad y a la briosa agua del Mur. La Unesco, además de declarar Patrimonio de la Humanidad el centro histórico de Graz, honra a la urbe austriaca con el título de ‘Ciudad del Diseño’ por su visión de futuro. Una mirada que se traduce en una actitud y una expresión a través del diseño consciente, entendiendo cuál es su entorno y valor.

El río divide en dos la ciudad. En la orilla occidental se asienta la ciudad nueva, en la oriental lo hace la vieja. Esta última se extiende a los pies de la colina Scholssberg, de 473 metros de altura. Una broma para un alpinista adicto al verticalidad y la falta de oxígeno, pero un excelente mirador al que asomarse y contemplar la ciudad para un turista.

Ambas orillas se conectan en Murinsel. Una isla artificial, con forma de ostra, provista de dos pasarelas que comunican la histórica y la nueva Graz y que alberga un café y un anfiteatro. Una cita a la deriva.

Graz es una ciudad austriaca de estética italiana

Murinsel conecta las dos orillas de Graz. Foto Gerhard Bögner Pixabay

Murinsel conecta las dos orillas de Graz. Foto: Gerhard Bögner | Pixabay.

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Graz refinada y coqueta

Graz es una ciudad austriaca que luce como una italiana. Basta con un corto paseo por su medieval casco antiguo para darse cuenta de su refinamiento y coquetería. Edificios suntuosos de fachadas artísticas que se proyectan desde un suelo de marca, Murnockerl, que es como se denominan a los cantos redondos, por el vigor del agua del río Mur, que se utilizan para empedrar los patios interiores y las calles de Graz.

Sporgasse, una de esas calles empedradas, es una de las vías de acceso a la colina Scholssberg. En el interior de la misma durante la II Guerra Mundial se construyó un sistema de galerías de 6,3 kilómetros de largo y 20 entradas, como refugio antiaéreo para unas 40.000 personas. En la actualidad algunas de esas galerías se siguen usando o para ir a Schlossbergplatz y Karmeliterplatz o para acceder al ascensor que atraviesa la colina o para ir a una sala habilitada para actividades subterráneas.

En la cima de la colina se encontraba el castillo que da nombre a la ciudad, Gradec, que significa “pequeño castillo”. Llegó a ser una imponente fortaleza renacentista, a tenor de los planos que se han conservado. Tanto debió serlo que Napoleón tuvo que conquistar Viena para que Graz cediera.

La Torre del Reloj es uno de los siÌmbolos de la ciudad. Foto Werner Krug Turismo de Graz

La Torre del Reloj es uno de los siÌmbolos de la ciudad. Foto: Werner Krug | Turismo de Graz.

De aquella gloriosa fortaleza, y por iniciativa y fondos vecinales, sólo quedan el campanario y la torre del Reloj, el ícono de Graz, el imán más vendido en las tiendas de recuerdos. Una antigua torre medieval de defensa de 28 metros que hoy da las horas y en la que destaca un corredor de madera que servía para vigilar y avisar de posibles incendios.

Igual las vistas no son tan privilegiadas como las de ese corredor, pero desde lo alto de colina se divisan las montañas de alrededor y un mar de tejados en el que hay que afinar la vista para distinguir una azotea acristalada de unos grandes almacenes. Una cívica transgresión de acero dentro del casco histórico, obra del arquitecto español Nieto Sobejano. En Graz lo antiguo y lo moderno conviven sin estridencias, como si un pincha discos de Ibiza crea su música sobre una suite de Bach.

Detrás de este centinela en forma de colina hay dos modernas construcciones que ilustran lo bien que funciona la apuesta por lo ecléctico en Graz: los invernaderos del Jardín Botánico y La Casa de la Música y del Teatro. El primero son tres cilindros parabólicos inclinados de vidrio acrílico que penetran uno en el otro. En su interior y gracias a su orientación crecen exuberantes plantas de cuatro zonas climáticas diferentes. El segundo es un edificio que parece insuflado de aire y que flota, además de iluminarse por la noche, como si cambiara de ropa para estar elegante para la ocasión.

Los modernos invernaderos del JardiÌn BotaÌnico. Foto Harry Schiffer Turismo de Graz

Los modernos invernaderos del JardiÌn BotaÌnico. Foto: Harry Schiffer | Turismo de Graz.

De paseo por Sachstraβe

Si se ha subido andando a la cima de la colina se puede bajar a pie también, peldaño a peldaño por unas escaleras, en el ascensor transparente que la atraviesa o en un funicular. Todas esas alternativas dan a parar a la Schlossbergplatz, perpendicular a la emblemática Sachstraβe. Calle en la que se encuentran un gran número de patios interiores que más que escondidos pasan desapercibidos para los visitantes, entretenidos con las tiendas de arte y antigüedades que se suceden en la misma calle.

Graz es la ciudad no italiana con más patios interiores con soportales. Los más célebres, prologados por encantadoras callejuelas, son el patio Landhaushof, una obra maestra del renacimiento italiano, tanto que el sitio parece un palacio veneciano, y los patios Generalihof y Herzoghof. Aunque suelen emocionar más los que aparecen al final de una calle sin mucho misterio.

Patios como el de Landhaus deparan agradables sorpresas. Foto Harry Schiffer Turismo de Graz.

Patios como el de Landhaus deparan agradables sorpresas. Foto: Harry Schiffer | Turismo de Graz.

Ciudad o clase magistral de arquitectura

Graz es un entramado de rincones tímidos con palacetes ornamentados, edificios de fachadas coloreadas y estucadas, como el Ayuntamiento y la casa Luegg, y recoletas plazoletas, que dan vida a un encantador y muy conservado centro histórico, en el que uno siente estar en una clase de arte y arquitectura en vez de haciendo turismo.

En cada esquina hay un hermoso edificio construido en un estilo diferente al anterior. Los hay góticos, como la Catedral, templo que nos recuerda que Graz fue una ciudad imperial pues en su mausoleo están los restos del emperador Fernando II. También barrocos, renacentistas y art nouveau, como la casa Gemaltes.

Y también museos, como el Joanneum, otros de los iconos de Graz. Es el más viejo  y el segundo en tamaño de Austria. Un complejo que, además de un museo que exhibe un panorama de la ciencia, el arte y la cultura, alberga tres históricos edificios de diferentes épocas. La entrada, en forma de cono invertido de vidrio, es un excelente ejemplo de como la arquitectura propone soluciones prácticas, creativas y de buen gusto sin dañar el equilibrio que rodea al espacio.

Joanneum. Foto Harry Schiffer Turismo de Graz.

Joanneum. Foto: Harry Schiffer | Turismo de Graz.

El otro museo emblemático de la ciudad se encuentra en la orilla occidental del Mur, a la que se puede llegar paseando junto al río y cruzando el puente Erzherzog-Johann. La Casa del Arte o Kunsthaus es el diseño arquitectónico más irreverente y descarado del centro urbano de Graz.

Parece una criatura llegada de otro planeta. Una burbuja fluorescente, de forma biomórfica y de aspecto extraterrestre que se conoce popularmente como el “Alien amigo”, por el hecho de que sus arquitectos, los ingleses Peter Cook & Colin Fournier, hicieron posible que en un mismo hábitat tuvieran su espacio las antiguas casas y este retorcido juego de cristal de color azul con ojos, de los que sólo uno apunta a la torre del Reloj, como un homenaje a los antiguos estilos arquitectónicos de la ciudad.

Kunsthaus. Foto Getty Images

Como una criatura llegada de otro planeta, el Kunsthaus. Foto: Getty Images.

Eso es Graz, mucho en poco espacio. Una ciudad que construye belleza a partir de la consciencia y la coherencia.

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