Los siete pecados capitales de la gastronomía de Extremadura

Su rica cocina es uno de los mejores motivos para visitar Extremadura. Visitamos sus principales ciudades de la mano de los platos más emblemáticos

La naturaleza fue generosa con Extremadura, al dotarla de campos y tierras fértiles donde la riquezas de sus productos se moldearon en una tradición gastronómica que tiene siglos de historia.

Extremadura es la región de las dehesas y de esos jamones de bellota que son un poema al buen gusto; de los quesos combinados con mieles y dulces elaborados con recetas ancestrales, además de más de cien variedades de cerezas y pecaminosos pimentones.

La herencia romana, las influencias judías, la llegada de alimentos americanos, las costumbres agrícolas y la sofisticación de la alta cocina crearon una sinergia que derivó en una variada gastronomía, que se puede descubrir en siete de sus ciudades, cada una distinta a las otras.

Mezcla de tradiciones

Esta ruta puede empezar por Cáceres, el espejo donde se miraron las tradiciones cristiana, árabe y judía de la cocina. Aquí brillan las tapas de morcilla patatera con miel, el flan del queso Torta de Casar y los dulces basados en almendras y mieles.

En Cáceres confluyen las tradiciones gastronómicas de cristianos, árabes y judíos

Los restaurantes de la plaza Mayor son uno de los mejores escenarios para descubrirlos, y de paso, saber por qué razones Cáceres fue elegida como Capital Española de la Gastronomía en el 2015.

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Tradición y modernidad en la cocina extremeña. Foto: Turismo de Extremadura.

Desde el mercado medieval

El segundo punto bien podría ser Plasencia. Un paseo por su mercado de los martes en la Plaza Mayor, que tiene sus orígenes en la Edad Media, permite comprobar la riqueza agrícola de la región.

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Rodeada de murallas medievales, esta ciudad presenta una interesante tradición de cervecerías artesanales, que tiene mucho que demostrar ante la moda hipster de la rubia bebida.

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El mercado de Plasencia se remonta a la Edad Media. Foto: EFE.

En sus restaurantes de la ciudad vieja, o en la Escuela Municipal de Cocina, se pueden degustar platos autóctonos como el zorongollo (ensalada fría de pimientos), las truchas del Jerte, el queso fresco con miel y diferentes derivados de la cereza.

La patria chica del queso extremeño

Extremadura tiene tres denominación de origen de este producto lácteo, los de la Torta de Casar (con leche de oveja), Ibores (de cabra) y De la Serena (también de oveja).

Pero la reina de los quesos en la comunidad autónoma es la ciudad de Trujillo, donde en mayo se realiza una Feria Nacional que es la perdición para los devotos queseros.

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Dicen los expertos que es mejor comerlo solo, pero tranquilamente se lo puede maridar con vinos locales (como los de la DO Ribera del Guadiana).

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La región tiene tres denominación de origen de quesos. Foto: Turismo de Extremadura.

Trujillo también tiene una interesante tradición de carnes de caza como la moraga (elaborada a la brasa) y las migas.

Sabores de campo

En Coria la tradición agrícola ha moldeado una identidad diferente, que se refleja en el intenso gusto de los guisos con carne de toro de lidia, la paletilla de cordero y el ‘quico’ (morcilla).

En la rica tradición coriana se despliegan platos como los escabeches de peces de agua dulce como la boga, el barbo y la tenca, combinados con las verduras frescas de la Vega del Alagón regadas con el delicado aceite serragatino.

En Coria no hay que dejar pasar al guiso con carne de toro de lidia. Inolvidable

En esta pequeña ciudad hay una buena herencia de dulces como los coquillos, las floretas (fritas, muy populares en Semana Santa) y los elaborados por las monjas franciscanas del Convento de la Madre de Dios, como los mantelinos, que recuerdan al mantel de la Última Cena.

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La carne del toro de lidia consttituye uno de los platos más populares de Coria. Foto: Fitcoria.

Entre España y Portugal

Badajoz, a un paso de la frontera con Portugal, sintetiza las tradiciones luso e hispánica en los fogones. En la Plaza Alta de la ciudad se despliegan bares que compiten por ofrecer la mejor tapa, así como arroces y bacalaos.

Como capital mundial de la dehesa, aquí triunfan los productos de campo como las setas o los espárragos trigueros, las carnes de caza (como perdices, palomas y conejos) y los productos derivados del cerdo, desde embutidos a paletillas.

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La Plaza Alta de Badajoz. Foto: Turismo de Extremadura.

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Una de las tradiciones más bonitas es desayunar una inmensa tostada con aceite extra virgen, jamón ibérico y tomate al aire libre; si es posible, en el parque fluvial que se extiende a lo largo del río Guadania.

Herencia romana

La rica cocina de Mérida le hizo merecedora de ser la Capital Iberoamericana de la Cultura Gastronómica en 2016.

Desde que los romanos la construyeron como capital de la provincia de Lusitania la ciudad tuvo una preferencia por platos fríos como el gazpacho, el ajoblanco, los cojondongos (picadillo de tomate, pimientos, pepino y cebolla) y los zorongollos.

En Mérida hay una interesante variedad de platos fríos, como el popular gazpacho o el ajoblanco

Los fabulosos jamones ibéricos de bellota, las patatas al rebujón, la caldereta extremeña de cordero, la cardincha de paleta de borrego o las berenjenas en vinagre son otras maravillas para descubrir, que se coronan con postres como las perrunillas o las bolas de chicharrones.

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Huellas monumentales de la presencia romana en Mérida. Foto: Turismo de Extremadura.

La meca del jamón

El jamón ibérico de bellota de Extremadura tiene fama mundial, pero si hay que elegir un lugar para degustarlo hay que poner rumbo a Jerez de los Caballeros, que cada año acoge una famosa feria de este elaborado producto.

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JamoÌn ibeÌrico de bellota Dehesa de Extremadura, uno de los platos estrella de la región. Foto: Turismo de Extremadura.

Esta ciudad, de raíces templarias y abundante en conventos e iglesias, cuenta con varios restaurantes especializados en jamones y en derivados del cerdo ibérico, como Villanueva 44 o el Hotel Oasis.

En estos y otro sitios hay que disfrutar de la pluma y el secreto ibérico, así como el arroz a lo cafre (con carne de caza y setas), la perdiz estofada y el caldillo extremeño (elaborado a base de hígado de cerdo frito en manteca con aliños de ajo y pimentón).

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