Friburgo, la ciudad para los que creen haberlo visto todo en Alemania

Perla desconocida a los pies de la Selva Negra, en 2020 Friburgo cumple 900 años con el galardón de ser una de las ciudades más ecológicas del mundo

La región de Friburgo ocupa el rincón suroeste de Alemania. Dominada por los Alpes y la Selva Negra, es difícil abstraerse del espectáculo natural que la rodea. Sin embargo, y precisamente por su espléndido paisaje, su capital ha pasado casi desapercibida para el turismo. Y no porque no merezca la pena. Ahora que preferimos los destinos menos aglomerados es el momento de dejarse enamorar por Friburgo de Brisgovia.

Esta coqueta ciudad de pasado medieval, que no hay que confundir con la Friburgo de Suiza, volvió a mostrar su belleza histórica tras la Segunda Guerra Mundial, con una imponente restauración que devolvió la grandeza por la que fue la favorita de nobles y comerciantes. Pero se equivocan quienes piensen que se ha convertido en una especie de parque temático de aquella época.

De ambiente estudiantil y totalmente comprometida con la sostenibilidad ambiental (ha sido reconocida como Green City), Friburgo es una ciudad chispeante y divertida

Dinámica y comprometida, Friburgo es uno de los adalides del movimiento medioambiental de Alemania, lo que le ha valido el título de Green City. Eso, junto al ambiente estudiantil, la convierte en uno de los destinos más interesantes y divertidos del país teutón.

Vista de la ciudad de Friburgo. Foto Francesco Carovillano | GNTB.

La aguja de la catedral domina el skyline de Friburgo. Foto: Francesco Carovillano | GNTB.

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Palacetes y mosaicos

Lo normal es que la visita a Friburgo de Brisgovia se focalice sobre todo en su parte histórica. No es para menos. Fundada en el siglo XIII por los duques de Zähringen, perteneció a los Habsburgo austriacos hasta 1805. Cruce de caminos entre regiones y mercado, no es de extrañar que muchas familias nobles la eligieran para tener allí un palacete, en lo que supone una de las mejores muestras de fachadas de alta alcurnia de la región.

Basta un paseo por sus calles para comprobarlo. De hecho, las propias calles son también muestra de este antiguo poderío comercial y político, en tanto que muchas estaban adoquinadas con guijarros formando mosaicos y, encima, jalonada por pequeños riachuelos.

Los canales alimentados por las aguas del río Dreisam fluyen a lo largo de muchas callejuelas del centro histórico y son un verdadero imán para manos y pies

No hay quien deja de comparar a Friburgo con Venecia por estos mini canales que la atraviesan. Perfectos para refrescarse si la visitamos en un día de calor, no solo se crearon para formar una buena red de abastecimiento de agua, sino también como pequeños cortafuegos que evitaran destrozos mayores en los barrios de casas de madera.

Pequeños canales discurren por las calles de Firburgo. Foto Getty Images

Pequeños canales discurren por las calles de Firburgo. Foto: Getty Images.

Estas acequias, que corren a los lados de las calles adoquinadas como si fueran desagües, se llaman Bächle y son uno de los símbolos de la ciudad. Llevan ahí desde el siglo XII y no les falta una leyenda; la que dice que, si un soltero mete el pie por descuido en uno de ellos, tiene que casarse con un chico o una chica de Friburgo o se quedará para siempre sin pareja.

Un mirador a 116 m de altura

La plaza de la Catedral es el epicentro de las visitas, y no es para menos. Obviamente destaca el templo, y más concretamente su aguja de 116 metros de altura. El campanario, al que se puede subir (al contrario que la zona de culto, que es gratuita, aquí hay que pagar entrada), es el mejor lugar desde el que ver una panorámica completa de Friburgo. Además, llaman la atención sus vidrieras, que son las originales de la época medieval, lo cual parece imposible siendo como es una de las ciudades más bombardeadas ya en la Primera Guerra Mundial.

Pero, además del templo, en la plaza nos encontramos los antiguos almacenes de Lienhart Müller, del siglo XVI, de un llamativo rojo oscuro, con torres, escudos, ornamentación dorada y esculturas de Hans Sixt von Staufen; la Biblioteca Municipal y un hermoso mercadillo de productos de proximidad en el que comprar todo tipo de comida y bebida; además de otros centros comerciales y galerías.

Terrazas en la plaza de la Catedral   Turismo de Friburgo

Terrazas en la plaza de la Catedral. Foto: Turismo de Friburgo.

Antes de adentrarnos en el mercadillo, podemos hacer una parada en el Sams Café. Lo mejor es quedarnos en la terraza, y no porque no sea acogedor su coqueto interior de diseño contemporáneo, sino porque, desde fuera podremos tomar un cappuccino o un spritz mientras disfrutamos del ambiente del mercado, el ir y venir de gente a la catedral y, sobre todo, de las vistas de la plaza.

Una tarta de queso y una salchicha extralarga

Podemos aprovechar e ir echando un vistazo a los puestos, tratando de encontrar el más famoso de ellos: el del toldo amarillo, o lo que es lo mismo, el de las tartas de queso de Stefan Linder. Es imposible visitar Friburgo y no probar al menos un poco de las delicias que ofrece en su Stefans Käsekuchen, con más de un sabor y con una presentación envidiable. Claro que, antes, debemos probar en algún otro puesto la Lange Rote, la salchicha de 35 cm. de largo típica de la ciudad.

Mercadillo a los pies de la Catedral   Foto Sam's Caf‚ Friburgo

Mercadillo a los pies de la Catedral Foto: Sam’s Caf‚ Friburgo.

También en la plaza de la Catedral se encuentra el Alte Wache (Münsterplatz, 38), una casa de vinos que también hace las veces de restaurante de diseño, con su propia terraza. Si buscamos un rincón en el que degustar una cena o un almuerzo bien maridado, ese es el lugar donde debemos reservar mesa. Si vamos con prisa, también podemos tapear y tomar una copa de su carta de vinos, que no nos llevará más de media hora.

Friburgo es una ciudad para ser disfrutada tranquilamente, pero, si no podemos pernoctar allí, tampoco tenemos por qué correr. Tras conocer la Münsterplatz, nos dirigimos a la Rathausplatz (plaza del Ayuntamiento). Lo haremos tras atravesar la Kaiser Joseph, una de las calles comerciales más animadas y llenas de cafés, a la que volveremos.

Dos ayuntamientos y una ciudad

Es el momento de visitar, en esta recoleta y arbolada plazuela, el convento dominico de San Martín y no uno, sino dos consistorios. El ayuntamiento antiguo y el moderno están en el mismo lugar. El edificio del primero, formado por varias construcciones del siglo XVI, alberga la Oficina de Turismo. El segundo, del siglo XIX, perteneció a la Universidad y hemos de procurar estar allí a las 12 del mediodía, pues podremos disfrutar de su carrillón.

Ayuntamiento de Friburgo    Foto Turismo de Friburgo

Ayuntamiento de Friburgo. Foto: Turismo de Friburgo.

Alrededor de la estatua del franciscano Berthold Schwarz, uno de los padres de la pólvora, se suceden numerosas terrazas ideales para tomar algo mientras admiramos los diferentes edificios con calma.

Dos que llaman la atención por su sencillez son el Süsses Leben, con banquetas color pastel a su puerta, y el Jiangnan Teehaus, un salón de té oriental con mesitas de madera. Ambos se encuentran en la Franziskanerstrasse. Claro que nuestro favorito es el Fili Café, un poco más alejado de la plaza pero que presume -y puede hacerlo- del mejor café de la ciudad (Gauchstrasse, 1). Un buen lugar también para tomar el aperitivo.

Si queremos aprovechar para hacer alguna compra, lo podemos hacer mientras nos dirigimos a las dos puertas de la antigua muralla que aun están en pie. La de San Martín, que es una torre-campanario de 20 metros de altura con capiteles, no deja indiferente. Por cierto, que en su momento ejerció de presidio para delincuentes deudores.

Puerta de San Mart¡n   Turismo de Friburgo

Puerta de San Martín. Foto: Turismo de Friburgo.

La segunda, la de los Suabos, es del siglo XV y también cuenta con su propio reloj y un diseño propio de los países alpinos. Por cierto, el patrón de Friburgo, San Jorge matando un dragón, la engalana también. En su interior hay un museo de figuras de estaño (10.000 figuras hechas a mano representan importantes acontecimientos históricos de Friburgo y sus alrededores).

Green city

Entre las puertas, las calles Salztrasse y Gerberau, con sus aledañas, están llenas de pequeños cafés y boutiques. Algunas tan sorprendentes como las Lust Auf Gut, una tienda de diseño y vanguardia donde los amantes de la decoración y la moda encontrarán, seguro, más de una pieza de la que enamorarse.

También Blickfang, una pequeña tienda de moda femenina muy chic en la que también sirven café en su pequeña terraza. Mucho más conceptual, también uniendo moda y decoración, tenemos la Hedwig Store, con firmas internacionales como Marimekko.

Además, Friburgo es reconocida por su apuesta por el medio ambiente, de ahí que tenga el sello Green City y sea una de las ciudades consideradas más ecológicas del mundo. Además de diferentes complejos y zonas verdes que se han creado para dotar de áreas sostenibles y no contaminantes, podemos visitar el Green Hotel, en el barrio de Vauban, donde toda la construcción, el mantenimiento y el día a día del complejo es respetuoso con la naturaleza.

Urbanizaci¢n sostenible en Friburgo, la Green City   Foto Turismo de Friburgo

Urbanización sostenible en Friburgo, la Green City. Foto: Turismo de Friburgo.

Son solo algunas pinceladas de las muchas que llenarán nuestra escapada corta a Friburgo. Quedarse con ganas de más será la mejor señal de que hay que volver y de que ha merecido la pena salir de las grandes ciudades alemanas.

a.
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