Fotos desconocidas descubren la Barcelona oculta

El libro 'Barcelona Fotos (Prohibidas)' muestra una ciudad sórdida, combativa, transgresora, divertida, lejos del modelo idílico del turismo

El que quiere presentar Barcelona a sus amistades suele decir que hay muchas ciudades para descubrir. Pero cambiando algunas letras de su toponimia nos describen mejor la capital catalana, como Madcelona o Badcelona, para dar una idea que no todo es bonito, amable y con retrato de postal. Como en una muñeca rusa, hay una Barcelona oculta. Y no es del gusto de todo el mundo.

Ese juego de palabras es el que utiliza el escritor Rodrigo Fresán en el libro Barcelona. Fotos (Prohibidas), editado por La Fábrica y el Ayuntamiento de Barcelona. Una selección de 122 instantáneas, realizada por 39 fotógrafos, lleva a un viaje que puede ser sórdido, incómodo, pero también divertido, sorprendente y hasta tierno.

Es que el concepto de prohibido no necesariamente significa censura. Como define Ricardo Feriche, comisario a cargo de la selección, esta es una selección de “imágenes políticamente incorrectas, irreverentes, robadas, furtivas, que en algunos casos vulneran una cierta intimidad y nos convierte en voyeurs”.

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Un joven pandillero posa con una pistola. Foto: Lluís Artús.

El dilema de la autocensura

Algunas tomas tuvieron auto censura como la imagen del (entonces) rey Juan Carlos participando de unas maniobras navales, y sonríe con una casual pistola de bengala sobre su nuca. Su autor, Julián Martín Cuesta, la guardó porque su empleador, la agencia EFE, hubiera puesto el grito en el cielo.

O la toma de Robert Ramos en los Juegos Olímpicos de 1992, donde la flecha en llamas pasa de largo por el pebetero, y desmonta la idílica anécdota del encendido más famosa de la llama olímpica.

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Si la flecha pasó de largo, ¿cómo se encendió el pebetero olímpico? Foto: Robert Ramos.

La historia que se repite

Las cargas policiales de los años ’70 tienen un inquietante paralelismo con los choques el 1 de Octubre, mientras que diferentes tomas de manifestaciones recuerdan el carácter combativo que cada tanto explota en Barcelona.

Otras fotos son hallazgos gracias al paso del tiempo, como la del abrazo entre Iñaki Urdangarín y Fèlix Millet en 2005 (por Xavier Beltrán), que 13 años después cobra otro significado por la deriva marcada por el camino de la estafa.

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El rey Juan Carlos asiste a unas maniobras navales en Barcelona. Foto: Julián Martín Cuesta.

Encontrar el momento ideal

En Barcelona. Fotos (Prohibidas) queda marcado a fuego que el buen fotógrafo es el que se está en el momento justo. Es posible, como las dolorosas primeras imágenes del atentado en Las Ramblas de David Armengou y Marcela Miret.

Pero también es el que se gana la confianza de los modelos, para posar aún sabiendo que pueden poner en riesgo su integridad personal o legal. Es así como Lluís Artús logra que un joven pandillero pose con una pistola automática. O Mariona Giner, que con paciencia de araña logra un cruce de miradas de ternura y amor entre cuatro presidiarias en la cárcel de Wad Ras.

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Manifestación por la unidad de España en plaza Sant Jaume. Foto: Samuel Aranda.

Ser invisible

El buen fotógrafo es el que logra ser invisible, para captar imágenes de dos adolescentes robando un beso, como lo logra Txema Salvans (algo impensable en la actualidad con la histeria de los derechos de imagen), o estar en el sórdido cuarto con una prostituta antes o después de terminar su trabajo, como lo logra Pep Cuntíes.

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Los últimos que quedan en la Noche de Sant Joan. Foto: Julio Carbó.

El listado de personajes que desfila por estas páginas es largo. Veamos como los presenta Fresán: “asaltantes de bancos sitiados por policías, manifestantes bajo palos, prostitutas ofreciendo lo suyo al costado del camino, vendedores de top manta a la fuga, visitantes borrachos, desalojados y durmientes en la calle, nudistas y gays, hombres y mujeres haciendo sus necesidades (todas) en las aceras, banderas al viento y estandartes en llamas, finales de fiesta, reyes y políticos, culos y tetas, punks y reggaetoneros, parques y paseos, euforias y resacas, antiguas calaveras desenterradas y el reguero de muertos recién hechos que deja tras de sí un terrorista”.

Esta es Barcelona. O mejor dicho, Madcelona.

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Cruce de miradas entre internas de la cárcel de mujeres Wad-Ras. Foto: Mariona Giner.

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