Flevoland: la tierra que estaba bajo el agua

Flevoland no existía: la construcción de un dique y el drenaje hicieron posible el asentamiento de la vida urbana y agrícola sobre pólderes en este rincón de los Países Bajos

Land Art, Flevoland. Foto: Visit ©Flevoland.

Un tercio de la superficie que ocupan los Países Bajos se encuentra bajo el nivel del mar. Esa condición subacuática ha marcado la relación centenaria y única que los neerlandeses tienen con el agua.

Desde hace mucho tiempo saben que la supervivencia no es una cuestión de lucha, sino de domesticar esa líquida fuerza de la naturaleza. Resiliencia que aprendieron, y de la que hoy sacan provecho, instalados en montículos hechos por el hombre que se elevaban sobre el agua. El control y la gestión que hacen del agua se traducen en un patrimonio hidráulico que el país presume como si de una pintura de Vicent van Gogh se tratara.

A los icónicos molinos de viento hay que sumar diques, estaciones de bombeo, esclusas y pólderes. Sobre estos últimos terrenos ganados al mar y después de desecarlos se asienta Flevoland, la provincia más joven de los Países Bajos.

Flevoland se asienta sobre terrenos ganados al mar. Foto: Nathalie Paak | Visit Flevoland.

El origen de Flevoland

La historia de Flevoland se remonta casi siete décadas atrás y está ligada a la figura de Cornelis Lely, un ingeniero que pensó cómo podía solucionar el problema de las inundaciones que constantemente sufría su localidad natal de Zuiderzee.

Cornelis Lely proyectó la construcción de un dique que transformaría el mar interior del Zuiderzee en un lago para así contener el agua y proteger de sus envites a las localidades costeras

El plan que puso en marcha fue la construcción de un dique que transformó el mar interior del Zuiderzee en un lago, el IJseelmeer, para contener el agua y proteger a las localidades costeras. El dique en cuestión se llama Afsluitdijk, un muro de 32 kilómetros de largo que, además de contener, une la provincia oriental de Frisia con el occidente del país.

Esta obra hidráulica permitió drenar la zona, recuperar tierra para dedicarla al cultivo, el asentamiento y la reubicación de la población. En esa zona de pólderes, en la que ya no se han vuelto a repetir las inundaciones históricas, es donde desde 1985 se asienta la provincia de Flevoland.

Pier + Horizon4, Landart. Foto: ©Visit Flevoland.

Flevoland

Flevoland, en ocasiones, recuerda a la zona aledaña al Canal de Panamá. Con tanta agua alrededor es inevitable que el tráfico marítimo incida en el rodado. En las carreteras, los atascos los provocan los puentes levadizos cuando se abren para dejar pasar a los veleros y otras embarcaciones, que lo hacen por medio de esclusas, más pequeñas que las del canal del país centroamericano.

Desperdigadas por la provincia hay cinco estaciones de bombeo que se encargan de regular la subida y bajada de los niveles de agua. Es la imagen cotidiana de la provincia. Si se quiere entender un poco mejor y con más profundidad qué es y cómo funciona Flevoland, así como la relación de los Países Bajos con el agua, es recomendable una visita a los museos de Batavialand, en Lelystad, y al de Zuiderzee, en Enkhuizen, y a la isla de Schokland.

Isla de Schokland

Schokland es una isla rodeada de tierra y un monumento arqueológico en el pólder de Noordoost. También está declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.

También es una isla cuya cronología es más amplia que sus dimensiones. Sus cuatro kilómetros de largo y entre trescientos y quinientos metros de ancho estuvieron habitados desde tiempos prehistóricos hasta 1942, año en el que se vacío de agua el mar interior de Zuiderzee. En la construcción de este pólder trabajaron muchos soldados que combatieron en la II Guerra Mundial y sus familias.

Arquitectura de vanguardia en The Wave (Almere). Foto: Almere Urban Skateboarder | Visit Flevoland.

A lo largo de todo ese tiempo en la isla se han ido sucediendo poblaciones de cazadores recolectores, pescadores, granjeros y agricultores. Los schokkers, como se denominaban a sus habitantes, donde más seguros estaban era sobre los puntos elevados de la isla, montículos que ellos mismos hacían. Para protegerse de las crecidas del mar y de las tormentas construyeron empalizadas.

Ese peligro constante de ser engullidos por el mar y la pobreza de la tierra hizo que las autoridades ordenasen a los habitantes que abandonaran la isla. A partir de ese momento se puso en marcha la operación de desecado que hizo que saliera a la luz un patrimonio arqueológico tan rico como inesperado. Una mezcla de restos propios del fondo marino con aperos de labranza. De aquella isla que fue Schokland queda el paisaje, la iglesia y la casa del farero.

Las ciudades de Flevoland

Lelystad es la capital de la provincia de Flevoland, una ciudad que honra con su nombre a Cornelis Lely, el ingeniero que planeo la construcción de un gran dique que amansara los envites del mar: un milagroso proyecto que convirtió el agua en tierra cultivable.

La otra ciudad de Flevoland es Almere. Una urbe, entre dos y cinco metros por debajo del nivel del mar, en un pólder, diseñada por un amplio abanico de arquitectos reconocidos a nivel internacional: Rem Koolhaas, Herman Hertzberger y Liesbeth van der Pol.

La Défense (Almere). Foto: ©Visit Flevoland.

Por ser un lugar de reciente construcción su historia no se remonta más allá de 1976. Las calles están a estrenar y en ellas se suceden atrevidos edificios: La Ciudadela, inspirada en las fortalezas medievales, la Nueva Biblioteca, un centro triangular en el que los libros están colocados en estantes de supermercado, el complejo de oficinas de La Défense, y los icónicos The Wave y Side by Side, dos edificios residenciales a orillas del lago Weer.

Fuera del centro urbano se encuentran los tres edificios rojos de Regenboogbuurt, una de las imágenes de postal de Almere y de Flevoland. A estas construcciones hay que sumar algunos datos que dicen lo que es Almere: algo menos del 60% de su población son menores de cuarenta años de edad. Tiene más de 440 kilómetros de ciclo vías, una superficie de 248,77 kilómetros cuadrados, de los que el 47,6% es agua. Hasta la fecha el 20% de la población ha nacido en Almere.

Land Art

En Flevoland, una provincia en la que se vive mientras se construye, el arte se ha colado entre la maquinaria de construcción. La iniciativa se conoce como Land Art, un proyecto artístico que ha hecho posible que se instalen nueve obras de arte en diferentes puntos de esta provincia que antes era agua.

Land Art Exposure. Foto: Claire Droppert | ©Visit Flevoland.

Entre ellas, piezas tan dispares y relacionadas con el entorno como un nivelador que mide el nivel del agua, un jardín del amor y del fuego, un observatorio (mejor verlo desde el aire) o la reproducción de unos pequeños muelles en el Zuiderzee.

Destaca Markermerr, la escultura de un hombre encuclillas asomándose al Markermerr, un lago artificial al sur de otro, el IJmeer, ambos separados por el dique en el que se acomoda esta figura de 26 metros de alto de acero galvanizado y hormigón. Un gran hombre transparente al que se puede atisbar desde mucha distancia. Para su construcción, el artista Antony Gormley se valió de las estructuras metálicas de unas torres de alta tensión. No fue fácil anclar esta escultura en un entorno llano, rodeado de agua, en el que tanto sopla el viento.

Observatorium, Landart. Foto: @Visit Flevoland.

Flevoland es una provincia y una frontera nueva. Un pulso ganado al mar con ingenio y paciencia.

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