Explorando Irlanda de lago en lago

El interior de Irlanda despliega una cadena de lagos cargados de leyendas, castillos, pintorescos pueblos y rincones con encanto

Restos de un monasterio en la isla de Devenish. Foto: Turismo de Irlanda del Norte

Las ciudades más importantes de Irlanda, así como gran parte de sus atractivos turísticos, se concentran en el litoral costero.

Pero el interior de la isla esmeralda guarda varios secretos esperando a ser descubiertos, y una de las rutas posibles es explorar el corazón de su geografía de norte a sur a través de sus lagos.

Desde el Ulster

Un punto de partida puede ser Lough Erne, en los condados de Cavan y Fermanagh, en el Ulster.

La tranquila belleza de Lough Erne. Foto: Turismo de Irlanda del Norte
La tranquila belleza de Lough Erne. Foto: Turismo de Irlanda del Norte

Uno de sus atractivos naturales es el capricho que la naturaleza imprimió en las Cuevas de Marble Arch, un laberinto subterráneo de cataratas, ríos y gigantescas cámaras que revelan un mundo oculto de la superficie.

Más hacia el sur, en el paraje de Florence Court, se encuentra una imponente mansión del siglo XVIII de estilo paladina, con su fachada de piedra arenisca rodeada de un frondoso bosque.

Florence Court, una de las tantas grandes mansiones en el centro de Irlanda. Foto: Turismo de Irlanda
Florence Court, una de las tantas grandes mansiones en el centro de Irlanda. Foto: Turismo de Irlanda

El patriarca de los árboles

En medio del follaje está el árbol catalogado como el patriarca de los tejos irlandeses, según indican en la oficina de turismo del país.

Tras pasear por los senderos, la comida tradicional del restaurant Tully Mill ayuda a recuperar fuerzas, con una propuesta gastronómica que se equilibra con la que presenta el cercano local del mediático Neven Maguire, en el MacNean House & Restaurant, en el pueblo de Tuam, a un tiro de piedra del lago Macnean Lower.

Lower Lough Erne

A una media hora en coche subiendo por la carretera Sligo Rd. se llega al extremo sur del Lower Lough Erne, donde el río homónimo lo cruza en un pequeño delta que se inicia con la isla de Devenish.

Restos históricos en la isla de Devenish. Foto: Turismo de Irlanda del Norte
Restos históricos en la isla de Devenish. Foto: Turismo de Irlanda del Norte

Aquí se encuentran los restos de un monasterio del siglo VI saqueado por los vikingos, que se puede ver en el ferry que conduce por el río Erne.

Alrededor del Lower Lough Erne se concentran restos de castillos y fortalezas que muestran la agitada historia de Irlanda

Otros sitios históricos de las cercanías son el castillo de Tully, del que quedan cuatro imponentes paredes tras la destrucción de la rebelión de 1641; o el de Enniskiller, continuamente disputado entre clanes regionales, y luego entre irlandeses e ingleses.

A su alrededor creció un encantador pueblo, y dentro de estos muros grises y sólidos hay un museo que relata la agitada historia local.

Relax de categoría

Si se bordea la margen noreste del lago, por un paisaje de lomas y bosques de gran belleza, se arriba a la Isla de Boa, un lugar cargado de misticismo por las estatuas del cementerio de Caldragh que datan de tiempos celtas.

Atardecer en la Isla de Boa. Foto: Turismo de Irlanda del Norte
Atardecer en la Isla de Boa. Foto: Turismo de Irlanda del Norte

En la pequeña isla de Lusty Beg, a la que se llega en un ferry, espera un acogedor hotel de cuatro estrellas con spa y una selecta cocina que aporta una cuota de exclusividad en el paisaje agreste.

Aguas naranjas

Ahora se trata de girar hacia el suroeste y poner rumbo a dos lagos en los condados de Roscommon y Leitrim: Lough Allen y Lough Key.

En el primero de ellos, cuando se llega a la zona de Cleighran More, sorprenderá que el agua del espejo de agua no es azul, verde o marrón, sino naranja.

La silueta del castillo McDermott. Foto: Turismo de Irlanda

La abundante presencia del hierro le otorga este color surrealista, regalo de la naturaleza que desde tiempos antiguos sirvió como un spa para los celtas, que se relajaban en una de las cuevas de la orilla.

El Lough Key, como los riachos cercanos, son una meca para los pescadores de truchas con mosca. En sus aguas se encuentran un rosario de 32 islas, de la que la más conocida es la que aloja el castillo de McDermott, una fantasmagórica fortaleza que se puede visita si se llega en barco.

El parque forestal de Lough, sobre todo en otoño, es digno de explorar. El sendero que transita por 100 km es una galería de robles, hayas y cedros rojos, donde si hay suerte se puede ver un gamo.

Aquí se puede tener la única oportunidad de caminar entre los árboles, por el Tree Canopy Walk que transita por la copa de los ejemplares centenarios de este rincón de Irlanda.

En el centro de la isla

El viaje continúa hasta el sur hasta el lago Lough Ree, en el centro geográfico de la isla. Divididos por el río Shannon se encuentran dos pueblos, el de Ballyleague y el de Lanesborough, que tienen la presencia que uno espera de un rincón típico de Irlanda, con sus pubs y comercios de colores vivos para contrarrestar el cielo permanentemente gris.

El río Shannon en su camino al Lough Ree. Foto: Turismo de Irlanda
El río Shannon en su camino al Lough Ree. Foto: Turismo de Irlanda

Los pueblos de Ballyleague y el de Lanesborough tienen la estética costumbrista que uno espera encontrar en los pueblos de Irlanda

Esta es una zona de castillos como el de Ratchcline, de iglesias de todas las épocas, de monasterios como el de Saint’s Island, de parajes ideales para pescar y de mercados agrícolas como el de Longford que dan una pincelada costumbrista a la región.

Meca de deportes acuáticos

Al descender por los hermosos parajes que se despliegan en torno al río Shannon se llega al último punto de este viaje, el Lough Derg, el tercero más grande de la isla, cuyas aguas son un popular centro de deportes acuáticos y excursiones lacustres, como los barcos que recorren las costas de los condados de Tipperary y Clare.

Bote para cruzar a Holy Island. Foto: Turismo de Irlanda
Bote para cruzar a Holy Island. Foto: Turismo de Irlanda

En el pueblo de Portumna, además de un castillo de 400 años de sólida presencia, se puede conocer la historia de la hambruna que motivó la inmigración masiva de irlandeses en el siglo XIX.

En la región abundan sitios de importante contenido simbólico: en la Holy Island llegan matrimonios de todo el mundo para renovar sus votos en el antiguo monasterio de San Caimin, mientras que en la localidad de Killaloe se descubre la historia de Brian Boru, uno de los personajes más singulares de la tradición irlandesa.

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