Explora África sin salir de Bruselas: así es el barrio de Matongé

Con motivo de la reapertura del Museo de África de Bruselas nos zambullimos en uno de los barrios más diversos y animados de la ciudad

El pasado colonial de Bélgica, encarnado en el proyecto que el rey Leopoldo II soñó para el Congo, tejió un vínculo entre sus pueblos que aún hoy es visible en uno de los barrios más vibrantes y animados de la ciudad: Matongé.

Su nombre, que tiene su origen en uno de los barrios más importantes de Kinshasa (Leopoldville en tiempos de la colonización), la capital de la República Democrática del Congo, no es casualidad.

El corazón del barrio está en las galerías d’Ixelles, con sus comercios y murales llenos de color que hablan de paz y convivencia

Allí se instalaron, en la Maison Africaine, los estudiantes congoleses que llegaban a la ciudad desde mediados del siglo XX y, alrededor de esta residencia de 120 habitaciones con puertas y ventanas pintadas de azul comenzó a desarrollarse todo un vecindario.

MatongeÌ. Foto Turismo de Bruselas.
Barrio de MatongeÌ. Foto: Jean-Paul Remy | Turismo de Bruselas.

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Un barrio africano

Peluquerías, restaurantes, boutiques, tiendas de envíos, agencias de viaje o iglesias comenzaron a instalarse a su alrededor, originando lo que después se denominaría Matongé o Matongué, inicialmente en el municipio de Ixelles pero hoy absorbido por la ciudad.

Alrededor de 30.000 congoleses (60.000 africanos) viven hoy en Bruselas y sus alrededores que tienen en Matongé el punto de encuentro de su comunidad

Alrededor de 60.000 africanos, 30.000 de ellos congoleses, viven en Bruselas y sus alrededores. Aunque este barrio no es exactamente residencial, sí que es el epicentro de la actividad comercial y de ocio de esta comunidad, que acude a realizar sus compras o simplemente a tomar algo y divertirse.

Chaussee de Wavre

La avenida Chaussee de Wavre es la arteria principal del barrio africano de Bruselas. Siempre animada, está llena de comercios locales donde encontrar desde los tejidos y trajes más codiciados de la moda africana como Vlisco a complementos, comestibles y otros productos típicos, desde frutas y verduras exóticas como yuca, ñame, plátano macho y chiles a especias que nos sorprenden con sus aromas.

Galerias Ixelles. Foto: Turismo de Bruselas.
Galerias d’Ixelles. Foto: Jean-Paul Remy | Turismo de Bruselas.

En esta calle merece una parada la Galerie d’Ixelles, con sus paredes pintadas con murales que hablan de paz, de África y de reconciliación. A través de los escaparates podemos quedarnos atrapados por la habilidad de hombres y mujeres que crean maravillosos peinados a velocidades imposibles mientras la música nos envuelve en ritmos africanos.

También en esta calle se ocultaba, tras una puerta anodina con el número 70, una discoteca que en los años setenta frecuentaron más o menos de incógnito todo tipo de personajes de la alta sociedad, cautivados por el ambiente de libertad que se respiraba.

Especialidades africanas

Además de disfrutar de una película de autor en autor en Cinéma Vendôme, una antigua sala que aún proyecta películas independientes, debemos aprovechar para sentarnos en alguna de sus terrazas y, por supuesto, degustar sus especialidades.

Cinema Vendome. Foto Turismo de Bruselas.
Cinéma Vendôme. Foto: Jean-Paul Remy | Turismo de Bruselas.

Es cierto que muchos de los antiguos restaurantes auténticamente africanos están siendo sustituidos por establecimientos indios y paquistaníes, entre otros, pero aún podemos encontrar lugares auténticos en la Rue Longue Vie como L’Horologe du Sud.

De decoración sencilla y sin pretensiones, sirven excelentes cócteles y sabrosos platos como el moambé de pollo (también de pescado o ternera), un plato típico congoleño de pollo en salsa de crema de nuez de palma (o cacahuetes), tomate, cebolla y chile que se sirve con arroz blanco, plátanos machos horneados y saka saka (hojas de yuca troceadas y hervidas que pueden ser sustituidas por espinacas).

Además, el lugar acoge música en directo los viernes y acoge todo tipo de eventos y encuentros que celebran la cultura africana, la vida del barrio y todo tipo de intercambios y actividades culturales, sociales y artísticas.

De hecho, es fácil encontrar en la misma calle otros bares que ofrecen música en directo, lo que convierte a esta calle en epicentro de ocio nocturno del barrio.

Alrededores de la iglesia de San Bonifacio. Foto: Turismo de Bruselas.
Alrededores de la iglesia de San Bonifacio. Foto: Jena-Paul Remy | Turismo de Bruselas.

San Bonifacio

Al final de la calle y en el límite de la zona africana encontramos la iglesia de San Bonifacio, que se abre a una plaza llena de vida con coquetas tiendas y agradables terrazas como L’Athénée, con sus características sillas de colores, e ideal para tomar un café o una cerveza al sol; Stam Café, especializado en hamburguesas y zumos frescos; y L’Ultime, una brasserie belga.

Museo de África

Para ahondar más en el vínculo entre Bélgica y África y, más concretamente El Congo, nos desplazamos al Museo de África, en Tervuren (a unos 20 km de Bruselas), que recientemente ha reabierto sus puertas tras cinco años de trabajos de remodelación y un nuevo objetivo: el de buscar la reconciliación con su pasado colonial mediante, la revisión de un museo que nació precisamente para glorificarlo.

Museo de AÌfrica desde el nuevo centro de visitantes. Foto:  Jo Van de Vijver.
Museo de AÌfrica desde el nuevo centro de visitantes. Foto: Jo Van de Vijver.

Ordenado construir por Leopoldo II, que nunca lo vio terminado, abrió sus puertas en 1910 y desde 1958 no había experimentado ninguna renovación. La actual, que ha costado 66 millones de euros, ha incluido la construcción de un nuevo edificio y su conexión subterránea con el antiguo palacio.

Sin embargo, lo más complicado, el gran problema, explicaron a Cerodosbé responsables del museo, “fue cambiar el concepto de un museo colonial a uno contemporáneo”.

‘Descolonizar’ el museo

Para dotar a la mayor colección sobre África del mundo, con más de 120.000 piezas, de una mirada crítica al papel de Bélgica como potencia colonial se trabajó con expertos y representantes de la comunidad africana.

Museo de AÌfrica. Foto: Jo Van de Vijver.
El museo ha incorporado obras de artistas africanos contemporáneos como esta de Aimé Mpane. Foto: Jo Van de Vijver | Museo de AÌfrica.

Como resultado, se retiraron muchas de las piezas de la exposición, como las que aluden al mito del africano salvaje y primitivo (por ejemplo, la estatua del hombre leopardo) o al papel del rey Leopoldo II, y se han añadido obras de artistas africanos contemporáneos y visiones críticas con el colonialismo.

También se han incorporado 180 pantallas con contenidos multimedia e interactivos que buscan hacer accesibles los contenidos y modernizar la experiencia del museo, que busca ahora a través de sus salas abordar temas que van desde la historia de África Central y la época colonial, a la vida y arte africanos en la actualidad.

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