En autocaravana cruzando los Pirineos catalanes de punta a punta

Desde el Cabo de Creus hasta la Vall d’Aran son 550 km de paisajes montañosos ideales para descubrir en otoño antes de que la nieve complique los planes

Las carreteras sinuosas de los Pirineos están esperando. Foto Turismo de Catalunya

Un tercio del territorio de Cataluña están protegidos por reservas y parque naturales. Y la mayor parte de estas tierras se encuentran en los Pirineos. Es un buen argumento para poner en marcha la autocaravana y transitar por carreteras que serpentean entre valles vigilados por macizos rocosos.

El límite norte de la geografía catalana es la cornisa de los Pirineos que nace en el Mediterráneo, en aquel Cabo de Creus que había enamorado a Dalí, y se prolonga en dirección al oeste con picos de hasta 3.000 metros de altura, hasta llegar a ese rincón de habla occitana que es la Vall d’Aran. 

Estamos hablando de hacer 546 kilómetros de punta a punta, con algunos atractivos desvíos, según bajo las sugerencias del libro 80 rutas sobre ruedas – Europa a tu aire (Petit Futé). 

Desde el Baix Empordà a La Garrotxa

El punto de partida es el Baix Empordá, la comarca que mira al Mediterráneo, tierra de excelentes vinos y un rosario de pueblos medievales como el bonito Castelló d’Empúries, y otros que mantienen viva la tradición de la pesca como Roses o el famoso Cadaqués, donde se encuentran una de las casas de Salvador Dalí y que prologa a la belleza agreste del Cabo de Creus, el punto más occidental de la Península. 

La belleza del Cabo de Creus. Foto Turismo de Catalunya

El recorrido sugerido para hacer en autocaravana comprende realizar casi 550 km por el macizo de los Pirineos, desde el Cabo de Creus hasta el Vall d’Aran y bajar al de Boí

La naturaleza de este parque naturales se combina con los cultivos y marismas que se ven en el de los Aiguamolls de L’Empordà o el de las montañas boscosas de L’Albera, uno de los últimos reductos de la tortuga mediterránea.

Figueres y el legado de Dalí en su Teatro-Museo es una visita obligada, y tras tomar la N-260 se llega a Besalú, uno de los pueblos medievales mejor conservados recordado por su icónico puente sobre un afluente del Fluvià. 

De La Garrotxa al corazón de la ‘Cataluña vieja’

Un poco más al norte el vehículos se encuentra rodeado de gigantes dormidos. Es el Parque Natural de la Zona Volcánica de La Garrotxa, donde hay 40 conos de fuego extinguidos o inactivos (y esperemos que por una buena temporada). 

Algunos de ellos, como el Santa Margarida o el Croscat, se pueden visitar para obtener hermosas vistas del valle y de Olot, la principal ciudad de la comarca, dueña de un interesante patrimonio modernista. 

Olot visto desde el volcán Montsacopa. Foto Turismo de La Garrotxa
Olot visto desde el volcán Montsacopa. Foto Turismo de La Garrotxa

En La Garrotxa hay 40 picos de volcanes extinguidos, que ofrecen hermosas vistas de Olot y los valles

Esa misma carretera atraviesa el estrecho valle de Bianya siguiendo las huellas de antiguas calzadas romanas. Al llegar a Ripoll uno se encuentra en el corazón de la Cataluña vieja, donde está enterrado Wilfredo el Velloso, quien inició la dinastía condal que se considera la génesis de la actual comunidad autónoma. 

La cercana Ribes de Freser es la puerta de entrada al valle de Núria, que solo se puede visitar en tren cremallera, pero cuyos paisajes valen la pena descubrir antes de que sea tapizado por la nieve. 

Tanto en este entorno como en el Parque Natural de les Capçaleres del Ter i del Freser despliegan hermosas vistas de los Pirineos con sus bosques y cursos fluviales. 

La N260 se convierte en una serpiente de asfalto que trepa y trepa atravesando bonitos pueblos como los de Castellar d’en Hug, La Pobla de Lillet, Guardiola de Berguedà y Bagà. 

Vista del Santuario del Valle de Núria. Foto Calavfellvalo | Flickr

Desde Ripoll a La Cerdanya

Tras atravesar el tunel del Cadí el viajero y su autocaravana se encuentran en el Parque Natural de Cadí-Moixeró, donde en sus 413 kilómetros cuadrados destacan los muros de roca verticales, el reino del rebco y los bosques de abetos. 

Allí está uno de los picos más emblemáticos de Cataluña, el Pedraforca, que en realidad son dos formaciones unidas por un angosto cuello. 

Tomando la C-16 se arriba a La Cerdanya, una hermosa comarca regada por pueblos de paredes de roca y techos de pizarra, con el sonido de los cencerros de las vacas y la silueta del Prullans, de 1.100 metros de altura, vigilando el valle. 

La Sierra del Cadí desde las vertientes pirenaicas del Alt Urgell. Foto Servicios Editoriales Georama | Turismo de Catalunya

Se sugiere hacer un breve desvío a La Seu d’Urgell, dueña de un valioso patrimonio románico como su catedral. 

La catedral de la Seu d’Urgell es uno de los templos románicos más grandes y mejor conservados que se pueden conocer

Desde La Cerdanya al Vall d’Aran

Claro que no es el único templo en este estilo: otra vez por la N260 se llega a Sort, puerta de bienvenida al Pallars Sobirá, donde las ermitas románicas perdidas en las montañas o en medio de un pueblo de escasos habitantes forman parte del paisaje. 

Esta tierra está atravesada por ríos como el Noguera Pallaresa, meca de los deportes acuáticos como el rafting. 

Subiendo por la L-504 se abre el Parque Natural del Alt Pirineu, el mas grande de Cataluña, que con sus casi 700 kilómetros cuadrados abarca a gran parte de esta comarca y a la vecina Alt Urgell. 

Rafting en el Parque Olimpico del Segre. Foto Rafting Parc

Alli la naturaleza ha regalado maravillas como el estanque de Certascan, de origen glacial, y la monumental Pica d’Estats, que se eleva a los 3.143 metros de altura. 

Estos valles son hogar de 1.500 especies vegetales y animales como el oso pardo, el urogallo, el rebeco y el corzo, entre otros. 

Para conocer un poco mas de la fauna se puede visitar la pequeña villa de Isil, que en Sant Joan protagoniza unas fascinantes fallas con los vecinos bajando por la montaña con leños encendidos. 

El aislamiento del Vall d’Aran ha permitido que esta pequeña comarca conserve el idioma aranés, una variante del occitano

Tras tomar la C-28 se despliega el Vall d’Aran, territorio que por haber estado tanto tiempo aislado ha desarrollado una cultura autóctona única, el único lugar donde se habla el aranés, una variante del occitano. 

El Vall d’Aran cambia de color en otoño. Foto Francesc Tur

Del Vall d’Aran al valle del Boí

Todavía faltan unas semanas para que los centros de esquí como el de Baqueira-Beret se conviertan en un hormiguero de amantes de la nieve, asi que se puede aprovechar el otoño para ver sus bosques como el de Montgarri, el de Baricauba o el valle de Valarties, que tienen el condimento de la belleza de algunas cascadas. 

Más iglesias románicas y el encanto de pequeñas villas como SalardúArties o Vielha dan una imagen de postal. 

El túnel de Vielha, que comunicó a este valle atlántico con el resto de Cataluña, comunica con el Valle de Boí, donde también se encuentran hermosas iglesias románicas representantes del estilo lombardo que hizo mella entre los siglos XI y XII, como se puede ver en los templos de Sant Climent de Taüll, santa Maria de Taüll y Santa Eulália de Erill. 

Senderismo en el lago Llong, dentro del Parc Nacional d’Aigüestortes i Estany de Sant Maurici. Foto Gonzalo Azumendi | Flickr

Boí es el prólogo al Parque Nacional de Aigüestortes i Estany de Sant Maurici, que abarca cuatro comarcas y que cuida un paisaje de valles de alta montaña, picos de 3.000 metros de altura, estanques, humedales y un rico patrimonio de flora y fauna que se puede descubrir transitando su recomendado laberinto de senderos. 

Dónde hacer noche en los Pirineos catalanes

El viaje se puede organizar en las etapas que uno quiera, pero siempre es importante tener en cuenta dónde se puede aparcar la autocaravana para descansar. 

Esta guía recuerda que a lo largo de los Pirineos se puede hacer noche en el área de Besalú, en la Seu, en el Camping Cadaques, en el de Ripollés o en el Camper Park Val d’Aran. 

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