El rincón de Extremadura detenido en el tiempo

La Sierra de Gata guarda, como si fuera un tesoro oculto, varios pueblos de casas de piedra y una gastronomía que conserva sus gustos tradicionales

En Extremadura, al noroeste de Cáceres, se esconde la Sierra de Gata, un rincón que atesora una gran riqueza de paisajes, con pueblos de casas de piedra que parecen extraídos de una novela de cordel, y con productos regionales que mantienen la tradición gastronómica de varias centurias.

En ese rincón extremeño el castellano convive con ‘a fala’, la lengua local que dependiendo del pueblo se llama valverdeiru (Valverde del Fresno), lagarteiru (Eijas) o mañegu (San Martin de Trevejo). Su origen sería de las migraciones asturleonesas de la reconquista de la Península Ibérica, cuando se repobló el centro y sur con la gente del norte. Si se le añade su estrecha relación con Portugal, se puede entender como a fala se ha mantenido viva de padres a hijos.

Hasta bien entrado el siglo XX, la poca o nula industrialización, la falta de carreteras y los pocos medios educativos y sanitarios, impulsaron el éxodo de la población. Esta situación ha permitido que ese espacio natural se haya conservado sin presencia de industrias contaminantes, convirtiéndola en una auténtica y privilegiada farmacia natural.

Diversos emprendedores presentan productos gastronómicos elaborados con pautas ecológicas

Pequeñas empresas agroalimentarias de emprendedores han sabido darle una vuelta de tuerca a esa situación, y conscientes de que cada vez se busca más los productos ecológicos y naturales, han creado productos excelentes como la miel de Val de Xálima. La escasa contaminación permite que las abejas localicen los mensajes químicos de esas flores para alimentarse y realizar el proceso de polinización en forma totalmente natural.

Otros productos que hemos descubierto, producidos con pautas sostenibles, son los aceites de As Pontis, que puede presumir de conseguir premios en reputados concursos internacionales de aceite de oliva extra virgen ecológico. O los quesos de Us Tres Lugaris, que controlan la trazabilidad de sus productos, y presentan quesos semi curado, curado, en aceite y con pimentón de Jaraiz de la Vera.

Trevejo presenta un solitario castillo y un bonito pueblo de casas de piedra

Uno de los puntos destacados de la Sierra es el solitario castillo de Trevejo que resiste numantinamente los azotes del viento desde el atalaya privilegiada que domina toda la comarca. Pertenece al pueblo homónimo, que ha sido declarado de Interés Turístico por la arquitectura de piedra que le da personalidad.

San Martín de Trevejo, ese es su nombre oficial, cuenta con numerosas casas señoriales que portan el escudo de armas en el frente de piedra, y a las que se accede a la planta noble por las escaleras denominadas poyos de cantería. Su Plaza Mayor presenta varios porches, detrás de los cuales se asoman bares, restaurantes y tiendas con productos regionales, y muchas calles aprovechan las pendientes para que el agua circule por sus callis (hendidura en medio de la calle) y que sea aprovechada por las huertas cercanas.

En las cercanías, destaca el Castañar del Puerto de Santa Clara, que en esta transición del otoño al invierno despliega una abanico de tonos marrones y rojizos, como si fuera un catálogo de colores Pantone.

Las mejores opciones para comer y dormir en la Sierra de Gata

En El Buen Avío hemos descubierto los buenos vinos naturales de Villamiel, así como el excelente aceite de oliva extra virgen de la Hacienda Navas del Rey. Allí se pueden degustar migas extremeñas y tapas con productos de proximidad como el queso de Valverde, el tomate seco y los pimientos asados o las conservas de setas de Navafría. Para acompañarlas, también se puede optar por diversas cervezas artesanas de la comarca. Otra opción, si se llega a Villamiel, es sorprenderse con el excelente cocido extremeño que elaboran en el bar y restaurante El Capricho.

El Hotel A Velha Fábrica, de Valverde del Fresno, es una antigua fábrica textil de mantas reconvertida en un encantador hotel rural. Su interior, de paredes de piedra, se vertebra en un pasillo con columnas de granito, y la sala principal gira en torno a la chimenea, donde la librería y los sofás invitan a leer o extender la sobremesa entre conversaciones.

En San Martín de Trevejo, El Duende de Chafaril brinda un muy recomendado alojamiento en sus diez habitaciones decoradas con un gusto muy exclusivo. Se trata de una antigua casa señorial de 1822, reconvertida en un hotel rural con un spa, un agradecido detalle tras un día realizando excursiones por los bosques y pueblos de los alrededores.

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