El perfecto país de cuento existe. Y es este

Inexpugnables fortalezas, coquetos palacetes, suntuosas mansiones y rotundos bastiones se cuentan entre los más de 2.000 castillos de la República Checa

Testigos de la Historia y las historias de sus propietarios; góticos, renacentistas, barrocos y neoclásicos; rodeados de espectaculares jardines o laberintos; decorados con objetos suntuosos o guardianes de misterios y leyendas, los más de 2.000 castillos de la República Checa podrían ser escenarios en los que enmarcar cualquier cuento infantil.

De hecho, muchos de ellos han reescrito su historia para alojar el rodaje de famosas películas y series de televisión.

Si cada castillo tiene su rey o su reina, en República Checa -con nada menos que 2.000 palacios- será fácil encontrar el nuestro

Son los casos del castillo Pernštejn, testigo del rodaje de Van Helsing, con Hugh Jackman, el Palacio Arzobispal de Kroměříž, donde Miloš Forman dio forma a Amadeus, el Castillo KonopištÄ›, donde se grabó El ilusionista, el palacio de Frýdlant, que acogió las aventuras distópicas de Orlando Bloom y Cara Delevingne en la serie Carnival Row, o el castillo Bouzov, que forma parte de los escenarios de El joven Indiana Jones.

Foto de PernsÌŒtejn. Foto: CzechTourism.

El castillo de PernsÌŒtejn es un entramado de estilos goÌtico tardiÌo, barroco y neoclaÌsico. Foto: CzechTourism.

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Un país de cuento

Dicen que cada castillo tiene un rey o una reina. En los de la República Checa podemos ser cualquiera de nosotros. En su mapa cuajado de palacios –más de 200 visitables-, seremos mucho más que espectadores. Los hay transformados en hoteles o exquisitos restaurantes, los que guardan tesoros, los que proponen visitas nocturnas, nos invitan a conocer antiguas destilerías o a darnos un baño relajante en su propio manantial.

Dicen que cada castillo en la República Checa tiene su propia Dama Blanca que, con sus apariciones, trae suerte -buena o mala- al luyar

También los hay que guardan tesoros, como el Castillo Kynžvart. El lugar de descanso preferido del conocido canciller Metternich cuenta en su museo con exvotos del Cid Campeador y el manuscrito Comedia famosa de la reyna Maria, que se cree de puño y letra de Lope de Vega.

Ninguno de los palacios checos estaría completo sin su leyenda de la Dama Blanca. Por ejemplo, en el castillo de Rožmberk, en Bohemia del Sur, se dice que ronda el fantasma de la princesa Perchta, que vivía en siglo XV y fue entregada en matrimonio a cambio de dinero a un príncipe viejo de cuya crueldad no se libraría hasta su muerte. Desde entonces se aparece sonriente, y trae la buena suerte, o con guantes negros, presagio de malos augurios e, incluso, la muerte.

KarlsÌŒtejn. Foto CzechTourism.

El castillo de KarlsÌŒtejn fue fundado por Carlos IV, rey de Bohemia y emperador del Sacro Imperio Romano. Foto CzechTourism.

Destinos exclusivos

En la colección de castillos del país se cuentan algunos de los más bellos e imponentes del mundo. Es el caso de ÄŒeský Krumlov, en Bohemia del sur. Se trata de un precioso rincón en sí mismo, Patrimonio Mundial de la Unesco, que data del siglo XIII aunque alcanzó su cénit arquitectónico en el siglo XVII, cuando se convirtió en uno de los castillos barrocos más bellos y espectaculares de Europa.

El de Litomyšl, en la región de Pardubice, cuenta con uno de los teatros más antiguos del país, de 1797, pero también con un exquisito conjunto de decoraciones teatrales.

Otro en la lista de imprescindibles es el Palacio Lednice. Integrado en el Recinto Lednice-Valtice, protegido por la Unesco, y rodeado de hermosísimos jardines, sus lujosos salones han visto bailar a nobles y aristócratas durante siglos.

En el corazón vitivinícola checo, el castillo de Valtice es una perla barroca que encierra un tesoro muy especial, el Salón Nacional del Vino. Durante todo este año, además, muestra una colección de los 100 mejores vinos del país, seleccionados en una competición en la que participaron casi 2.400 vinos.

Lednice Valtice Area. Foto CzechTourism

Área de Lednice-Valtice. Foto: CzechTourism.

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Vivir como un rey

No hay nada para sentirse como un rey que vivir como ellos lo hacían: entre los palacios convertidos en espectaculares alojamientos se cuentan el Chateau Mcely, en el pintoresco pueblo bohemio de Mcely, a solo una hora de Praga. Se trata de un eco-castillo de 24 habitaciones con un premiado restaurante y uno de los mejores spas de todo el país.

Una de las mecas gastronómicas de Bohemia Central es el castillo Zamek RatmÄ•Å™ice gracias a su restaurante Sequoia, que además ofrece una bucólica terraza que se asoma al estanque del castillo. Y en VysoÄina nos espera el Chateau Herálec, un romántico hotel de cinco estrellas que alberga exposiciones de arte y un maravilloso spa con la firma de L’Occitane.

En VysoÄina, el Chateau HostaÄov y el Chateau Dukovany, con habitaciones decoradas con frescos, son ideales para relajarse y disfrutar de la legendaria hospitalidad morava.

Más al sur, el Chateau de Frontiere, de comienzos del siglo XIX, reabrió como hotel en 2018, al igual que el castillo de ValeÄ, en Pokoje, que tiene su origen a finales del siglo XIII y fue abierto al público, ya como hotel de lujo, en 2013.

Litomysl ZaÌmek. Foto CzechTourism

Litomysl ZaÌmek. Foto: CzechTourism.

Dentro de Praga, la ‘ciudad de las cien torres’ -aunque son muchas más- merece la pena alojarse en algunos como el Chateau St Havel y el Chateau Clara Futura, de estilo renacentista, rodeado de relajantes jardines y habitaciones de decoración contemporánea.

Y, por supuesto, los de Karlovy Vary, el destino de spa más famoso de Europa, donde sentirse mimado como un rey en espectaculares establecimientos como el Chateau Kynšperk y el Chateau Lužec, que el mismo rey Carlos IV ordenó construir en el siglo XIV como refugio de caza personal, y que en 2010 se transformó en un elegante hotel que conserva el ambiente de caza de su época dorada.

Abiertos todo el año

Aunque la mayoría de los castillos checos abren al público entre abril y octubre para proteger el patrimonio, cada vez podemos encontrar palacios abiertos durante todo el año. Por supuesto, el castillo de Praga, icono de la ciudad y el monumento más grande del mundo inscrito en la lista de la Unesco, con sus 70.000 m2.

En las proximidades de la capital hay que visitar el castillo Karlštejn, fundado en 1348 por Carlos IV, rey de Bohemia y emperador del Sacro Imperio Romano, como su residencia privada y lugar para salvaguardar sus tesoros reales. Hoy, su Capilla de Santa Cruz sigue asombrando con su joya, la solemne pintura del Maestro Theodoric.

Konopiště. Foto CzechTourism

Konopiště. Foto: CzechTourism.

No dejará de sorprendernos el castillo Hluboká nad Vltavou, a los pies del río Vltava, construido a mediados del siglo XVII y remodelado dos siglos después en estilo barroco inspirándose en el castillo inglés de Windsor.

¿Una curiosidad para terminar?

Mejor dos: por un lado, el castillo Bítov, una antigua fortaleza morava del siglo VIII y que perteneció a comienzos del siglo XX a un excéntrico millonario que recibía el apodo de Casanova de Bítov. Aficionado a la taxidermia, sus dependencias incluyen una enorme colección de perros disecados, arsenal, destilería de cerveza y prisión con su correspondiente cámara de tortura.

La segunda, más amable, tiene que ver con Alfons Mucha, el padre del modernismo, que residió durante 18 años en el Chateau Zbiroh, el castillo aristocrático más antiguo del país, ubicado en Bohemia Central, y donde creo muchas de sus obras, entre ellas la inmortal Épica eslava.

BiÌtov. Foto CzechTourism

El castillo de BiÌtov tiene su propia prisión y fábrica de cerveza. Foto: CzechTourism.

 

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