El fascinante viaje en moto por el Béarn, Navarra y el País Vasco

Son 275 kilómetros de un camino serpenteante, desde las alturas del puerto de Somport hasta la hermosa Hondarribia. Paisajes, gastronomía y el encanto de los pueblos para descubrir en dos ruedas

La ruta entre el Béarn y el País Vasco despliega su encanto. Foto Rental Motorcycle

Antes de que la nieve complique las carreteras y los pasos por los puertos de la montaña, con ese aire fresco de las tardes de otoño y con el paisaje que cambia de colores, estos meses son ideales para salir a la carretera en coche, autocaravana o moto.

De los tres medios de transporte elegimos este último, para ofrecer una experiencia distinta con un juego a doble banda entre Francia y España, entre el Béarn, Navarra y el País Vasco.

Para ello recurrimos al experto Pedro Pardo y su libro España en moto (Anaya Touring), una de las tantas guías que ha publicado sobre cómo recorrer el país (y otras regiones) en dos ruedas.

Entre el Béarn y Navarra

La ruta elegida transcurre por 275 kilómetros entre el puerto de Somport, del otro lado de los Pirineos, y la hermosa villa medieval de Hondarribia, junto al río Bidasoa y a pocos kilómetros del Cantábrico.

Caminos serpentantes entre bosques y valles. Foto Pedro Pardo

Es “una ruta que discurre por los sombreados valles bearneses y una Navarra que se muestra soleada y alegre, para descender, finalmente hasta la línea litoral en Hondarribia”, describe el autor.

La primera parte de la ruta “discurre por los sombreados valles bearneses y una Navarra que se muestra soleada y alegre”

Eso sí, advierte: no es un viaje para ir rápido, hay mucha carretera de montaña con el firme irregular, “los escasos arcenes colonizados por la vegetación, sin rastro de pintura, trazados en tiempos en los que se usaban asnos para decidir por donde construir la calzada”. Pues allá vamos.

Un viaje para disfrutar en calma. Foto Pedro Pardo

Por los valles y pueblos del Béarn

El puerto de Somport se encuentra a 1.640 metros en la cordillera divisoria entre España y Francia. Es cuestión de realizar un arco por diferentes carreteras secundarias, con un primer tramo en paralelo al río Aspe, por un paisaje montañés y agrícola hermoso, a pesar que hay que estar sumamente atento a las dificultades de la carretera.

Tras pasar por los bonitos pueblos de Etsaut, Arette, Escot y Larrau se asciende hasta el puerto de Larrau, a 1.573 metros, donde basta cruzarlo para comprobar que se ha cambiado de región y país.

La llegada a Ochagavía marca el final de la primera etapa. Aquí vale la pena estirar las piernas y recorrer este pueblo, uno de los más pintorescos del Pirineo navarro.

Cerca de Roncesvalles. Foto Pedro Pardo

Caseríos y el aire rural de Navarra

La segunda etapa transita por Navarra hasta regresar, aunque sea brevemente, al territorio francés.

La NA 140, a lo largo de 60 km, une Ochagavía y Burguete, en un “precioso recorrido” con aires a montaña rusa, cruzando pueblitos altonavarros, con aspiraciones turísticas pero sin aires -por suerte- de masificación.

Roncesvalles es el punto alfa del Camino de Santiago, con interesantes monumentos históricos y un gran despliegue de servicios para peregrinos.

Un poco más adelante, desde el puerto de Ibañeta, el camino desciende entre el desfiladero de Roncesvalles con unas cuantas vueltas, hasta que se arriba a Saint-Jean-Pie-de-Port.

Esta localidad marcaba el inicio del Camino Francés a Santiago, con sus interesantes murallas, iglesias como la de Notre Dame du Bout du Pont y un famoso puente medieval.

Parada en St-Jean-Pied-de-Port. Foto Pedro Pardo

Por fin el Cantábrico

En la tercera, camino al Cantábrico, los Pirineos van atenuando su altura, donde las poderosas rocas son reemplazadas por colinas tapizadas de helechos, aunque hay que fijar la atención en la carretera y en su regular estado.

En la tercera, camino al Cantábrico, los Pirineos van atenuando su altura

Los caseríos se suceden por la N121 B,como si fueran un juego de reflejos, y aunque tenga toda la estética vasca, técnicamente se ha regresado a Navarra.

Llegando a un pueblo de Navarra. Foto Pedro Pardo

Dantxainera marca otro paso a Francia, donde el camino vuelve a ser poco menos que presentable, aunque luego mejora camino a Hondarribia, bordeando la cara occidental de los Pirineos con un paisaje cada vez más industrializado.

En el viaje se pasa por el recomendado pueblo de Bera, de identidad profundamente vasca y, como premio al viaje, la bonita Hondarribia; con sus calles empedradas, sus balcones llenos de geranios, con las tabernas de cara al Bidasoa y con la satisfacción del viaje realizado.

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