Diez grandes obras de arte que sólo puedes ver caminando por Chicago

Grandes firmas del arte del siglo XX como Picasso, Chagall, Miró o Henry Moore han dejado gigantescas obras de arte en las calles y parques de Chicago

El arte se puede descubrir en galerías o museos, pero también en las calles. Y Chicago es una de las ciudades innovadoras en ofrecer obras de talentos contemporáneos al aire libre, con una docena de creaciones de gran formato que se pueden descubrir mientras se camina o pasea en bicicleta por la ciudad.

Este legado se suma a un rico historial de la ciudad vinculado con la cultura, como haber sido sede de Art Basel, la feria de arte más importante del mundo; o contar con edificios de la escuela de Bauhaus en su territorio, como el Instituto de Tecnología de Illinois.

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Estas son diez de las obras más interesantes que se pueden encontrar mientras se pasea por las calles de Chicago.

Nuclear Energy, de Henry Moore

La Universidad de Chicago fue la primera que tuvo un reactor atómico en su sede, y aquí se logró la primera reacción en cadena en 1942.

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Nuclear Energy. Foto: John Lodder-Flickr.

En homenaje a este hito el artista británico Henry Moore creó Nuclear Energy. La escultura de bronce, ubicada en el campus de esta universidad de la Avenida Ellis mide 4,3 metros de alto por 2,4 de ancho.

Moore reconoció que la figura puede percibirse como un hongo atómico, pero también como una calavera o incluso con un aire al interior de una catedral.

Cloud Gate, de Anish Kapoor

El humor popular rebautizó a Cloud Gate, la obra de arte biomórfica de Anish Kapoor, como ‘la judía’. La forma curva y el reflejo de su superficie de acero se convirtieron en uno de los íconos turísticos y culturales más importantes de Chicago.

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Cloud Gate. Foto: John Menard-Flickr.

La forma curvilínea de Cloud Gate es uno de los iconos turísticos de Chicago

Creado en 2006, sus reflejos distorsionados concentran las miradas y los selfies en la plaza AT&T, en el Parque Millenium, en el centro financiero de la ciudad.

Four Seasons, de Marc Chagall

A pocas calles de la ‘judía’, en el cruce de Monroe con Deardborn, en una plaza se encuentra un gigantesco mosaico creado por Marc Chagall.

Con 21 metros de largo, 4,3 metros de alto y tres metros de ancho, la obra fue donada a la ciudad por el magnate Frederick Prince.

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Ubicado en la Chase Tower Plaza, en el distrito Loop, la obra presenta una curiosa mezcla abstracta de animales, personas y escenas urbanas.

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Four Seasons. Foto: Wikipedia.

Flamingo, de Alexander Calder

En 1974, el mismo año en que se inauguró la obra de Chagall Alexander Calder presentó Flamingo, una escultura abstracta de acero de 16 metros de alto de un color rojo intenso, que ocupa el corazón de la Federal Plaza.

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Flamingo. Foto: Wikipedia.

Rodeada de edificios federales como el Kluczynski, diseñado por Mies van der Rohe, la idea de Calder era que con su tono intenso y sus formas curvas la escultura rompa la monotonía de los rascacielos de la zona.

Chicago Picasso, de Pablo Picasso

Cuando se presentó en sociedad en 1967, esta obra de Pablo Picasso –como tantas otras- creó polémica entre vecinos y autoridades de Chicago. Para algunos se veía la cabeza de un babuino, para otros era un insecto gigantesco, y los críticos de arte se ensañaron con la obra en los medios locales.

Picasso regaló su gigantesca escultura a cambio de que no se discuta qué representa

Picasso se apartó de la polémica: dijo que la obra era un regalo a la ciudad y se negó a recibir un dólar por ella, pero dijo que la única condición era que no tenga que explicar qué representa la escultura.

chicago picassoChicago Picasso. Foto: Wikipedia.

Al final la ciudad la aceptó con ganas y la obra abstracta (de 15 metros de alto y un peso de 147 toneladas) ha salido en varias películas filmadas en estas calles.

Chicago, de Joan Miró

A otro artista español, Joan Miró, le encargaron una obra, que se ubicó en la pequeña plaza Brunswick, no muy lejos de la creación de Picasso.

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Chicago, de Joan Miró. Foto: Wikipedia.

Por falta de fondos la obra recién llegaría en 1981, más de una década después de haber sido encargada.

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También llamada El sol, la luna y una estrella, esta escultura de acero, hormigón, bronce y baldosas de cerámica mide 12 metros de alto; y su diseño es muy similar a una creación más pequeña ubicada en la Fundació Miró, en Barcelona.

Agora, de Magdalena Abakanowicz

La comunidad polaca, muy importante en Chicago, insistió en tener a una obra de algún artista de su país, y lo lograron con la cesión del gobierno de Polonia de Agora, una instalación de 106 esculturas de Magdalena Abakanowicz.

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Agora. Foto: Pxhere.

Estas creaciones, que parecen ser piernas humanas que caminan sin rumbo, se encuentran en el extremo sur del Grant Park, opuestas a la ‘judía’ de Kapoor.

Monument with Standing Beast, de Jean Dubuffet

Solo hay tres grandes obras de arte públicas del francés Jean Dubuffet. Una de ellas es Monument with Standing Beast, ubicada frente al James R. Thompson Center, en el centro de Chicago.

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Monument with Standing Beast. Foto: Wikipedia.

Hecha en fibra de vidrio, mide 8,8 metros de alto y en él se adivinan un árbol, un animal de pie, una puerta y un diseño de arquitectura.

Crossing, de Hubertus von der Goltz

Entre los distritos de The Loop y River North se levanta esta estructura de acero y aluminio que parece una V, con una figura humana haciendo equilibrio al cruzar de un punto al otro de la ciudad.

La obra Crossing representa no solo el paso geográfico de un distrito a otro, sino de las actividades comerciales a las culturales

La idea de Von der Goltz era que su paso también simbolice el intercambio de actividades, de la cultural a la comercial, en esta zona de Chicago.

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Crossing. Foto: Don Harder-Flickr.

Según como se sitúe una cámara, en ocasiones el hombrecito parece estar flotando entre los rascacielos.

Curve XXII, de Ellsworth Kelly

En el césped del Lincoln Park, en una zona residencial al norte de Chicago, una plancha metálica ligeramente curva en sus lados refleja el sol desde todos los ángulos.

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Curve XXII. Foto: Ron Cogswell.

La obra de Kelly es un homenaje a la recuperación de la ciudad tras el devastador incendio de 1871, y también representa un guiño a los rascacielos, ya que se considera a Chicago como la cuna de estas torres de acero.

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