De Peso da Régua a Pinhão: ruta por la mejor carretera del mundo

En el norte de Portugal encontramos una de las carreteras más fascinantes de Europa. En la cuna del Oporto, sus 27 km serpentean entre terrazas de viñedos

Quienes disfrutan conduciendo lo saben: las carreteras no son todas iguales. Las que permiten disfrutar del camino, con sinuosas curvas y desniveles se convierten en un punto y aparte. Son exigentes pero, a cambio, nos regalan paisajes únicos: entre montañas, sorteando valles increíbles o junto a acantilados donde el mar choca insistente. Una de las más extraordinarias se encuentra a un paseo, nunca mejor dicho, de nuestras fronteras: la que une Peso da Régua y Pinhão en el valle del Duero.

Esta comarca al norte de Portugal cuenta con algunos de los pueblos más pintorescos del país, así que no es extraño que sus caminos también lo sean.

La mejor carretera del mundo

De hecho, un trío de expertos en conducción (el físico cuántico Mark Hadley, el diseñador de circuitos de Fórmula 1 Hermann Tilke y el diseñador de montañas rusas John Wardley) la eligieron como la mejor del mundo según un coeficiente creado por la casa de alquileres Avis que tenía en cuenta el frenado, la aceleración, la longitud de las rectas o el radio de las curvas, entre otros factores.

Carretera de Peso da Régua a Pinhão (Portugal)
La carretera serpentea entre terrazas y viñedos. Foto: Adobe Stock.

Sus 27 kilómetros cuentan con 93 curvas, tres de ellas muy cerradas y 19 complejas, y la velocidad de crucero apenas sobrepasa los 90 km/h.

Recorrerla es un placer, tanto como adentrarse en la región vinícola del Duero, declarada Patrimonio Mundial de la Unesco y cuna del vino de Oporto. De hecho, para muchos es precisamente el que se produce de las vides que crecen en las laderas de Pinhão el mejor de esta denominación de origen.

La ruta, de apenas 27 km, cuenta con 93 curvas y no se pueden superar los 90 km/h

Pinhão

Este pueblecito apenas llega a los 900 habitantes, pero se ha merecido todo un espacio en el turismo portugués gracias, entre otros rincones, a la bonita estación de tren, de corte clásico y cuyos azulejos, con alegorías del mundo del vino, decoran todas sus paredes.

Inaugurada en el siglo XIX, su belleza sigue siendo tal cual fue en su momento. Incluso los cruceros fluviales por el Duero no dejan de hacer parada en esta localidad, rodeada de laderas y desniveles cuajados de viñedos y pequeños bosques tupidos. La imagen de las terrazas recuerda a las de la región gallega de Ribeira Sacra.

Azulejos tradicionales portugueses en la estación de tren de Pinhão.
Estación de tren de Pinhão. Foto: Adobe Stock.

En una escapada de fin de semana al valle del Duero portugués no podemos dejar de visitar alguna de las bodegas y hacer degustación de sus vinos.

Peso da Régua es, posiblemente, la cuna de la región vinícola demarcada más antigua del mundo

Si queremos hacer noche en Pinhão, nos espera un cinco estrellas con mucho encanto: The Vintage House, en una antigua finca vinícola del siglo XVIII.

Con suites deluxe (desde 250 €/noche) que enamoran, es mucho más que un hotel rural con encanto. Cuenta con diferentes actividades, rutas y servicios para exprimir a fondo la región, con programas que recorren los valles, viñedos o que permiten descubrir lo mejor de la naturaleza autóctona. Y todo ello con un interiorismo cuidado y chic, en el que no falta detalle y que rivaliza con las vistas de las terrazas de vides.

The Library Barl. Foto: The Vintage House Hotel.

Peso da Régua

Peso da Régua, en cambio, es mucho mayor, con cerca de 10.000 habitantes. Pero, como en la aldea, todo gira en torno al mundo del vino y al río, que sigue estando a sus pies.

Es aquí donde se cargaban los barriles en barcos de madera conocidos como rabelos, que navegaban hasta Vila Nova de Gaia, en la desembocadura del Duero. Pocos saben que esa actividad, como la del propio vino, regulada desde 1756, la convierte en la cuna de la región vinícola demarcada más antigua del mundo.

La antigua Casa da Comanhia Velha, perteneciente al Consejo regulador, acoge hoy un museo con exposiciones multimedia que explica la producción del vino en el valle, con riqueza de detalles sobre el suelo, el clima o la geografía excepcional del lugar.

Mirador São Leonardo de Galafura en Portugal.
Mirador São Leonardo de Galafura. Foto: Antonio Sessa | Unsplash.

Además del tren a Pinhão, podemos seguir nuestro particular paseo en coche hasta el mirador de San Leonardo de Galafura, considerado el mejor de la zona. A 640 metros de altitud, las vistas desde allí nos dejarán sin palabras.

[Para leer más: Quinta da Pacheca: el glamping llega a las bodegas]

Un alto en el camino

Luego podremos seguir visitando aldeas como Fontelo, Sabrosa y Tabuaço, disfrutando de paso de la gastronomía local. Por ejemplo, en DOC, para muchos el mejor restaurante de la región, en Folgosa.

Lo regenta el chef Rui Paula. El local cuenta con propuestas que giran en torno a la gastronomía tradicional de Trás-os-Montes Douro actualizada y, cómo no, en torno a los vinos. Se ofrecen además menús degustación (Essência y Signature, 120 euros, y Vegetariano, 105 euros).

Vieiras y curry verde en el restaurante DOC
Un plato con los colores del Douro. Foto: DOC.

Con una presentación exquisita, la cocina se basa en productos de proximidad, aunque no falta el pescado, son los platos de carne los que más fama se han merecido. Para el vino, déjate llevar por el consejo del sumiller.

Productos de proximidad y técnicas de cocina vanguardista se dan cita en algunos de los restaurantes de la zona, como Quinta do Portal y DOC

También podremos relamernos en Quinta do Portal, otro destacado rincón de la región, donde el chef Milton Ferreira presenta con maestrías pequeños bocados que unen las recetas tradicionales con las técnicas más vanguardistas (menú degustación 95 euros, con armonización de vinos por 30 euros).

Foto: Quinta do Portal.

Es el restaurante de una finca vinícola reconvertida en hotel de lujo, rodeada de viñedos y con vistas increíbles.

Los viaductos más espectaculares

Alrededor de Peso da Régua tendremos algunos de los puentes y viaductos más espectaculares de Europa, que sortean el Duero a decenas de metros de altura (el viaducto del Corgo fue el segundo más alto del mundo cuando se inauguró, con 200 metros).

Eso sí, si queremos estar en el propio río y no por encima, siempre tendremos yates y pequeños cruceros a mano para conocer la región, los cuales zarpan del muelle de Régua, en Folgosa.

Por carretera o navegando, no hay excusas para no disfrutar de un fin de semana diferente en un ambiente rural y paisajístico único. La mejor carretera del mundo y uno de los ríos emblemáticos del vino, a cuál mejor (o los dos).

a.
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